Hace un año 30 millones de personas votaron por un cambio. Entregaron su confianza al hoy presidente de México, incluso para romper paradigmas, pero no fue un cheque en blanco para resquebrajar nuestras instituciones e ir de ocurrencia en ocurrencia, desprotegiendo a quienes más lo necesitan.
Es grave y es oficial: la semana pasada los diputados y diputadas federales de Morena y sus aliados, aprobaron las 63 páginas que el presidente de la República entregó a manera de Plan Nacional de Desarrollo (PND). La hoja de ruta de este sexenio evidencia lo que muchos temíamos, el Plan es que no hay plan.
Al mal llamado PND, la izquierda no le quitó una sola coma. Dejaron pasar la oportunidad que por primera vez teníamos de enriquecerlo y entonces sí, aprobarlo.Lamentablemente, de 500 legisladores solo 152 hicimos un análisis y entregamos 248 opiniones, propuestas u observaciones en comisiones; es decir, solo 30 por ciento participamos activamente en ese proceso.
Se dilapidaron tiempo, dinero y esfuerzos, para legitimar una “consulta”, pero dejaron intactas las páginas que evidencian un gobierno preocupado por descalificar el pasado y ocupado en desaparecer instituciones; que ignora la colaboración entre poderes y rechaza cualquier contrapeso; que gasta sin chistar para festejar de forma masiva su triunfo en las urnas, pero que escatima recortando programas y presupuestos dirigidos a la población más vulnerable.
El PND presentado por el presidenteLópez Obrador, no incluye los elementos mínimos definidos en la Ley de Planeación: un diagnóstico general sobre la situación actual del país; ejes generales que agrupen los temas prioritarios; objetivos específicos y estrategias; provisiones sobre los recursos que serán asignados; indicadores de desempeño y sus metas, así como los instrumentos y responsables de la ejecución; consideraciones, ni proyecciones a 20 años.
Para muestra, un botón. El apartado de Ciencia y tecnología enviado por el Ejecutivo, no tiene más de 55palabras y antes de ser aprobado ya se contradecía, pues en siete meses el gobierno federal no ha promovido la investigación científica y tecnológica, y sí ha quitado becas y estímulos para estudiantes y académicos.
Aunque eso sí, optó por la austeridad en las ideas, las metas y las previsiones presupuestales, lo cual tiene sentido cuando el presidente “tiene otros datos”: ¿para qué dar detalles al Poder Legislativo, para qué datos que luego pretendan ser evaluados; para qué si en los hechos el presupuesto puede recortarse y ajustarse con la cómoda mayoría de diputados federales que tiene y lo que no, se arregla con un memorándum presidencial como el del 3 de mayo?
A decir de AMLO, gobernar "no es un arte" y "no tiene ciencia". Ignora que gobernar es una obligación y es nuestro derecho como ciudadanos exigir que se haga con la Ley como freno para las ocurrencias y como guía para alcanzar nuestros más altos ideales y trasladarlos del texto constitucional ---o de la arenga política-- a la realidad. Legalidad y transparencia no es mucho pedir. Son nuestros derechos.
*Maestra en Derechos Humanos y Garantías
Diputada Federal del Estado de México
