/ jueves 15 de marzo de 2018

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Días de guardar y de proscripción política

Estos días de abstinencia cuaresmal que viven los católicos y gente de otros credos religiosos, coinciden con el impasse, que el INE impuso como penitencia, a los presidenciables para no hacer actos de proselitismo político.

Sin querer, ¿o sí? el Consejo General del INE, sincronizó los tiempos, laicos y piadosos. Utilizados por los aspirantes cuando menos para hacer imagen. A dos, les es necesario; al tercero, no.

Aquellos días de guardar no son los de antaño. Hoy, todo mundo se dedica al descanso, al recreo. Solo para evitar el qué dirán- en los lugares de asueto- visitan los recintos eclesiales para persignarse. Hasta la concepción popular que de esos, tenían albañiles, carpinteros, mecánicos, peones del campo, se ha olvidado. Un viejo de mi pueblo, decía: Compadre, estos días son de reflexión y profundo “re-co-gi-mien-to”, esta última palabra enfáticamente la profería. Al darse cuenta que la había escuchado, espetaba: “Lárguese muchacho cabrón; no ande oyendo lo que no debe”. Era un niño de siete años. Por la maliciosa carcajadas, intuía que había dicho una grosería.

El periodo de mortificación, bien lo podrían aprovechar los candidatos derechistas; recogiéndose en un convento, meditarían, o pedirían la iluminación divina, que “alumbre, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre” (*) su campaña electoral. Visitar los santuarios de Mazatepec, Tepalcingo, Morelos; de Chalma, Sultepec, o Zacualpilla, en nuestro estado, fortalecería su fe espiritual; esperando del venerado Cristo, el milagro del triunfo electoral. Cada día más lejano.

El de la “temida” izquierda, aprovechará la gracia para meditar en su casa; en su oficina, pensar cómo emprender su campaña; cómo convencer a los mexicanos con la oratoria política, de los fines que persigue. De la tercia presidenciable, es el único que la domina.

La pareja, confiada en su equipo de expertos tecnócratas encargado de diseñar sus propuestas se dedicará al relax. Están rodeados de maestros y doctores en economía, sociología, filosofía política; ninguno en Derecho Constitucional, fuente de leyes menores y, proyecto de nación al que, los neoliberales cancelaron la Justicia Social como aspiración de los mexicanos.

A la pausa electoral, le quedan a partir de mañana catorce días. Aún con la imprecisión de sí y qué no pudieron, o qué pueden hacer los candidatos en los días faltantes, está llegando a su fin.

En el ínterin de la veda electoral se ha dado un portento. Enrique “el Católico”, iluminado por la Providencia, ofreció no meter las manos en el proceso electoral a iniciar el 31 de marzo. Sabe que su “partido” pierde las elecciones. Como culpable por imponer a ultranza sus reformas estructurales, en el pecado lleva la expiación. Si miente, violaría el Decálogo que conoce bien.

Todo le ha fallado. Su candidato “ciudadano”, externo, continúa en el sótano de las preferencias. Además con el del partido al que sirvió como Secretario de Estado, cuando gobernó está peleado.

Andrés Manuel, desde una butaca cómodamente ve como en el ring se dan mamporros “los prianistas”.

Concluye la prohibición de proselitismo electoral el 29 de marzo, jueves Santo. ¿Uno, romperá los rituales del viernes sagrado? No. Respetuosos guardaran unas horas más. En las primeras del sábado, “día en que se abre la Gloria”, estarán en libertad de pedir el voto ciudadano.

Si no hay topillo; si el INE, observa el principio rector de Imparcialidad, no se repetirá el fraude realizado en 2006 y en 2012; menos, el del no tan lejano 1988.

(*) Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente. Editorial Losada. Vigésima Edición 1976. Pág. 7

Días de guardar y de proscripción política

Estos días de abstinencia cuaresmal que viven los católicos y gente de otros credos religiosos, coinciden con el impasse, que el INE impuso como penitencia, a los presidenciables para no hacer actos de proselitismo político.

Sin querer, ¿o sí? el Consejo General del INE, sincronizó los tiempos, laicos y piadosos. Utilizados por los aspirantes cuando menos para hacer imagen. A dos, les es necesario; al tercero, no.

Aquellos días de guardar no son los de antaño. Hoy, todo mundo se dedica al descanso, al recreo. Solo para evitar el qué dirán- en los lugares de asueto- visitan los recintos eclesiales para persignarse. Hasta la concepción popular que de esos, tenían albañiles, carpinteros, mecánicos, peones del campo, se ha olvidado. Un viejo de mi pueblo, decía: Compadre, estos días son de reflexión y profundo “re-co-gi-mien-to”, esta última palabra enfáticamente la profería. Al darse cuenta que la había escuchado, espetaba: “Lárguese muchacho cabrón; no ande oyendo lo que no debe”. Era un niño de siete años. Por la maliciosa carcajadas, intuía que había dicho una grosería.

El periodo de mortificación, bien lo podrían aprovechar los candidatos derechistas; recogiéndose en un convento, meditarían, o pedirían la iluminación divina, que “alumbre, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre” (*) su campaña electoral. Visitar los santuarios de Mazatepec, Tepalcingo, Morelos; de Chalma, Sultepec, o Zacualpilla, en nuestro estado, fortalecería su fe espiritual; esperando del venerado Cristo, el milagro del triunfo electoral. Cada día más lejano.

El de la “temida” izquierda, aprovechará la gracia para meditar en su casa; en su oficina, pensar cómo emprender su campaña; cómo convencer a los mexicanos con la oratoria política, de los fines que persigue. De la tercia presidenciable, es el único que la domina.

La pareja, confiada en su equipo de expertos tecnócratas encargado de diseñar sus propuestas se dedicará al relax. Están rodeados de maestros y doctores en economía, sociología, filosofía política; ninguno en Derecho Constitucional, fuente de leyes menores y, proyecto de nación al que, los neoliberales cancelaron la Justicia Social como aspiración de los mexicanos.

A la pausa electoral, le quedan a partir de mañana catorce días. Aún con la imprecisión de sí y qué no pudieron, o qué pueden hacer los candidatos en los días faltantes, está llegando a su fin.

En el ínterin de la veda electoral se ha dado un portento. Enrique “el Católico”, iluminado por la Providencia, ofreció no meter las manos en el proceso electoral a iniciar el 31 de marzo. Sabe que su “partido” pierde las elecciones. Como culpable por imponer a ultranza sus reformas estructurales, en el pecado lleva la expiación. Si miente, violaría el Decálogo que conoce bien.

Todo le ha fallado. Su candidato “ciudadano”, externo, continúa en el sótano de las preferencias. Además con el del partido al que sirvió como Secretario de Estado, cuando gobernó está peleado.

Andrés Manuel, desde una butaca cómodamente ve como en el ring se dan mamporros “los prianistas”.

Concluye la prohibición de proselitismo electoral el 29 de marzo, jueves Santo. ¿Uno, romperá los rituales del viernes sagrado? No. Respetuosos guardaran unas horas más. En las primeras del sábado, “día en que se abre la Gloria”, estarán en libertad de pedir el voto ciudadano.

Si no hay topillo; si el INE, observa el principio rector de Imparcialidad, no se repetirá el fraude realizado en 2006 y en 2012; menos, el del no tan lejano 1988.

(*) Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente. Editorial Losada. Vigésima Edición 1976. Pág. 7

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