/ jueves 10 de mayo de 2018

Comentarios y algo más...


¿Otro mártir? ¡No!

Dice un refrán, “Mientras son peras o son manzanas”, otro, “Cuando el río suena, agua lleva”. Ambos, -según la sabiduría de los mexicanos- advierten la necesidad de tomar providencias, sobre algo que puede suceder.

Atendiendo la incitación que hace el periodista Ricardo Alemán para que “un chairo” atente contra la vida de un candidato presidencial- a quien, detesta- invoco los viejos proverbios.

Su conducta, desafía al Estado de Derecho. Me hace recordar un concepto conocido en años de estudiante de derecho, de él se me dijo, llamarse “Apología del Delito” y que se aceptaba, como ensalzamiento o alabanza de un hecho. El periodista va más allá del elogio.

Apoyado en crímenes de personajes de la farándula mundial, cometidos por sus admiradores, incita a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, a darle muerte. Inducir a sus prosélitos a atentar contra del candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, es un delito.

Interpretando el primer proverbio, la PGR y la Fepade, en tanto se da o no la amenaza, deberían abrir una carpeta de investigación e interrogar al potencial sicario intelectual, para declarar del porqué de los hechos a que convoca.

La provocativa conminación es además un sonido fuerte, provocado por la inercia del caudal. Sus propósitos se pueden consumar.

Conocer a quién sirve, es un derecho de la sociedad. A la CIA, al FBI, al PRIAN, a los EMPRESARIOS NACIONALES y EXTRANJEROS, al CLERO POLÍTICO, al PODER CONSTITUIDO, al NARCO. ¿A QUIÉN? Lo tiene que decir.

Loco, loco, no está; pero, es un hombre que al convocar a la violencia destila peligro. Espeta después de ser despedido de la empresa Televisa y Canal 11 del IPN: “Ganó el linchamiento y el reclamo de censura. Los demócratas de Morena“.

Los culpa de su salida, cuando él enturbio las reglas del respeto, de la ética, en las empresas que lo emplearon. Debió ofrecer profesionalismo. No lo hizo.

Es un fanático de las fuerzas políticas en el poder. No ha tenido simpatía por AMLO. Siempre lo atacó. Ahora, dice que se malinterpretaron sus palabras.

Él mismo se cerró la taquilla oficial, la del gobierno, al que zalameramente sirvió.

Hasta la noche del martes, horas de redactar, no había leído una declaración sobre el comportamiento de este individuo, por parte de las instituciones que procuran justicia: la PGR y la Fepade.

Su actuación sería de oficio. La propuesta de asesinar a un candidato presidencial es un asunto de estricta seguridad nacional.

El presidente del INE, sólo dijo: “No se puede llamar a eliminar a opositores”. No involucró la competencia de aquellas dependencias.

Sin querer, Alemán temerariamente ofrece otra inmolación como la de 1994.

¿Otro mártir? ¡No!


¿Otro mártir? ¡No!

Dice un refrán, “Mientras son peras o son manzanas”, otro, “Cuando el río suena, agua lleva”. Ambos, -según la sabiduría de los mexicanos- advierten la necesidad de tomar providencias, sobre algo que puede suceder.

Atendiendo la incitación que hace el periodista Ricardo Alemán para que “un chairo” atente contra la vida de un candidato presidencial- a quien, detesta- invoco los viejos proverbios.

Su conducta, desafía al Estado de Derecho. Me hace recordar un concepto conocido en años de estudiante de derecho, de él se me dijo, llamarse “Apología del Delito” y que se aceptaba, como ensalzamiento o alabanza de un hecho. El periodista va más allá del elogio.

Apoyado en crímenes de personajes de la farándula mundial, cometidos por sus admiradores, incita a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, a darle muerte. Inducir a sus prosélitos a atentar contra del candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, es un delito.

Interpretando el primer proverbio, la PGR y la Fepade, en tanto se da o no la amenaza, deberían abrir una carpeta de investigación e interrogar al potencial sicario intelectual, para declarar del porqué de los hechos a que convoca.

La provocativa conminación es además un sonido fuerte, provocado por la inercia del caudal. Sus propósitos se pueden consumar.

Conocer a quién sirve, es un derecho de la sociedad. A la CIA, al FBI, al PRIAN, a los EMPRESARIOS NACIONALES y EXTRANJEROS, al CLERO POLÍTICO, al PODER CONSTITUIDO, al NARCO. ¿A QUIÉN? Lo tiene que decir.

Loco, loco, no está; pero, es un hombre que al convocar a la violencia destila peligro. Espeta después de ser despedido de la empresa Televisa y Canal 11 del IPN: “Ganó el linchamiento y el reclamo de censura. Los demócratas de Morena“.

Los culpa de su salida, cuando él enturbio las reglas del respeto, de la ética, en las empresas que lo emplearon. Debió ofrecer profesionalismo. No lo hizo.

Es un fanático de las fuerzas políticas en el poder. No ha tenido simpatía por AMLO. Siempre lo atacó. Ahora, dice que se malinterpretaron sus palabras.

Él mismo se cerró la taquilla oficial, la del gobierno, al que zalameramente sirvió.

Hasta la noche del martes, horas de redactar, no había leído una declaración sobre el comportamiento de este individuo, por parte de las instituciones que procuran justicia: la PGR y la Fepade.

Su actuación sería de oficio. La propuesta de asesinar a un candidato presidencial es un asunto de estricta seguridad nacional.

El presidente del INE, sólo dijo: “No se puede llamar a eliminar a opositores”. No involucró la competencia de aquellas dependencias.

Sin querer, Alemán temerariamente ofrece otra inmolación como la de 1994.

¿Otro mártir? ¡No!

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