/ jueves 31 de mayo de 2018

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La perfidia de Videgaray

Ha hecho posible la profecía de Robert Lansing, secretario de Estado del gobierno de Woodrow Wilson. En 1924, que en vez de invadirnos como deseaba el presidente, le propuso “abrir a los jóvenes mexicanos las puertas de sus universidades y educarlos en el modo de vida americano, en sus valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México requería de administradores competentes, que serían quienes ellos habían entrenado y se adueñarían de la Presidencia”.*

Luis Videgaray Caso, es el prototipo de esos jóvenes. Con el grado de doctor en economía egresó del Instituto Tecnológico de Massachusetts. En México puso toda su “sapiencia” al servicio de la administración pública dirigida por un grupo de maestros y doctores como él para acabar con el estatismo. Como secretario de Hacienda aplicó las recetas de austeridad dictadas por el FMI. ¿Este organismo lo becaría o el gobierno mexicano del pasado? Si fue aquel es un “digno” pupilo; si fue éste es un despreciable apátrida.

¿Pero, la clase a que pertenece, es leal a México? No. Sirve a intereses externos.

Como canciller, ha hecho de las suyas con las relaciones internacionales de México. Expulsó al embajador de Corea del Norte, solo para complacer al presidente racista. Por supuesta injerencia venezolana en el proceso electoral, enfrentó a la embajadora.

Omitiendo los principios normativos de la política exterior de México, de No intervención y libre Autodeterminación de los pueblos que están en nuestra Constitución, deslegitima las elecciones del domingo 20 en Venezuela,” por no cumplir con los estándares internacionales de un proceso democrático, libre, justo y trasparente”. No se mordió la lengua. Olvidó cómo “su partido” gana elecciones. Son tan “libres” y “democráticas”, que los diplomáticos acreditados en México las realzan como “modelo”.

Después de embarcar al presidente Peña, en la oprobiosa aventura de invitar al candidato republicano Donald Trump, a la casa presidencial de los Pinos, en agosto de 2016; hoy zalamera e indignamente se rinde ante el halcón Mike Pompeo, secretario de Estado, de Estados Unidos, para lanzar peligrosa ofensiva contra la soberana República de Venezuela.

Ante esa postura injerencista, apremia, reivindicar el respeto a las reglas enmarcadas en la fracción X del artículo 89 constitucional, y a la Doctrina Estrada, principios y enunciado diplomático que dieron a México en el concierto de las naciones, fama de país independiente y respetuoso.

El presagio de Lansing, es real. Es tiempo, que los mexicanos cambiemos el tipo de gobierno que se ha sometido a los intereses de Washington.

El día se acerca. ¡Recuperemos la Presidencia!

* José M. Muria.


La perfidia de Videgaray

Ha hecho posible la profecía de Robert Lansing, secretario de Estado del gobierno de Woodrow Wilson. En 1924, que en vez de invadirnos como deseaba el presidente, le propuso “abrir a los jóvenes mexicanos las puertas de sus universidades y educarlos en el modo de vida americano, en sus valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México requería de administradores competentes, que serían quienes ellos habían entrenado y se adueñarían de la Presidencia”.*

Luis Videgaray Caso, es el prototipo de esos jóvenes. Con el grado de doctor en economía egresó del Instituto Tecnológico de Massachusetts. En México puso toda su “sapiencia” al servicio de la administración pública dirigida por un grupo de maestros y doctores como él para acabar con el estatismo. Como secretario de Hacienda aplicó las recetas de austeridad dictadas por el FMI. ¿Este organismo lo becaría o el gobierno mexicano del pasado? Si fue aquel es un “digno” pupilo; si fue éste es un despreciable apátrida.

¿Pero, la clase a que pertenece, es leal a México? No. Sirve a intereses externos.

Como canciller, ha hecho de las suyas con las relaciones internacionales de México. Expulsó al embajador de Corea del Norte, solo para complacer al presidente racista. Por supuesta injerencia venezolana en el proceso electoral, enfrentó a la embajadora.

Omitiendo los principios normativos de la política exterior de México, de No intervención y libre Autodeterminación de los pueblos que están en nuestra Constitución, deslegitima las elecciones del domingo 20 en Venezuela,” por no cumplir con los estándares internacionales de un proceso democrático, libre, justo y trasparente”. No se mordió la lengua. Olvidó cómo “su partido” gana elecciones. Son tan “libres” y “democráticas”, que los diplomáticos acreditados en México las realzan como “modelo”.

Después de embarcar al presidente Peña, en la oprobiosa aventura de invitar al candidato republicano Donald Trump, a la casa presidencial de los Pinos, en agosto de 2016; hoy zalamera e indignamente se rinde ante el halcón Mike Pompeo, secretario de Estado, de Estados Unidos, para lanzar peligrosa ofensiva contra la soberana República de Venezuela.

Ante esa postura injerencista, apremia, reivindicar el respeto a las reglas enmarcadas en la fracción X del artículo 89 constitucional, y a la Doctrina Estrada, principios y enunciado diplomático que dieron a México en el concierto de las naciones, fama de país independiente y respetuoso.

El presagio de Lansing, es real. Es tiempo, que los mexicanos cambiemos el tipo de gobierno que se ha sometido a los intereses de Washington.

El día se acerca. ¡Recuperemos la Presidencia!

* José M. Muria.

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