/ jueves 5 de julio de 2018

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“Un luchador social” en el Palacio Nacional

Ese es Andrés Manuel López Obrador. Él, mismo se llamar así. Al tercer intento, ganó hace unos días la elección presidencial. En esa lucha le anteceden Salvador Allende, mártir chileno, y el dirigente sindical brasileño, Inacio Lula Da Silva, que a la cuarta vez fueron electos presidente de su país natal.

Para Andrés Manuel, las elecciones del domingo serían definitivas; de ser derrotado, no buscaría otra oportunidad. Aquellos lograron el triunfo después de cuatro propósitos. Él, a la tercera.

Acosado en todo tiempo, más en los meses de campaña; sus adversarios, y los heraldos de la derecha lo llamaron “populista”, “demagogo”. Al día de la Jornada Electoral, llegó arropado con un impresionante apoyo popular. A sus tres contendientes derechistas los aniquiló el voto masivo, El virtual presidente obtuvo el domingo pasado el 53 % de la votación nacional.

En un hecho inédito el candidato de la Coalición Todos por México, José Antonio Meade no esperó más. Después de diez minutos de concluida la recepción de votos, no en el Auditorio del PRI, Plutarco Elías Calles, sí en el patio, solo con la dirigencia nacional, reconoció su derrota. Su “candidatura ciudadana”, como experimento priista, no funcionó. Caras duras de los lideres; llanto de las lideresas, rubricaron la sinceridad de su candidato.

Como hace doce, y seis años, volvió a desafiar a los viejos partidos. En este enfrentamiento, la voz del pueblo manifestada masivamente se hizo escuchar. El triunfo de AMLO a las 19 horas era contundente. Los otros aspirantes, el Consejo General del INE, el mismo jefe del ejecutivo federal, no tuvieron más alternativa que reconocer su triunfo.

A los mexicanos, la noche dominical invadió la alegría, por el arribo de la esperanza. Estuvieron de fiesta hasta tarde. Andrés Manuel López Obrador -vía electoral- había echado del poder al tecnócrata grupo gobernante que tanto despreció, lastimó y marginó a la nación. Logró rescatar al México destrozado por las manos de los doctos en economía.

A Andrés Manuel ya en la madrugada del lunes lo acompañó el pueblo de la ciudad de México. Miles de hombres, mujeres, jóvenes, y jovencitas, llenaron la Plaza de la Constitución, para gritar a su candidato: ¡Andrés, sí se pudo!

A casi setenta y nueve años de edad, he sido testigo del principio de la Cuarta Transformación de México. La otras, imborrables, las conservo en la memoria.

Este hecho histórico, -pacifico además- es el que en 2009 esperaban los mexicanos, a darse en 2010, año del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana.

Con ocho años de retraso pacíficamente llegó y con él, La Democracia.


“Un luchador social” en el Palacio Nacional

Ese es Andrés Manuel López Obrador. Él, mismo se llamar así. Al tercer intento, ganó hace unos días la elección presidencial. En esa lucha le anteceden Salvador Allende, mártir chileno, y el dirigente sindical brasileño, Inacio Lula Da Silva, que a la cuarta vez fueron electos presidente de su país natal.

Para Andrés Manuel, las elecciones del domingo serían definitivas; de ser derrotado, no buscaría otra oportunidad. Aquellos lograron el triunfo después de cuatro propósitos. Él, a la tercera.

Acosado en todo tiempo, más en los meses de campaña; sus adversarios, y los heraldos de la derecha lo llamaron “populista”, “demagogo”. Al día de la Jornada Electoral, llegó arropado con un impresionante apoyo popular. A sus tres contendientes derechistas los aniquiló el voto masivo, El virtual presidente obtuvo el domingo pasado el 53 % de la votación nacional.

En un hecho inédito el candidato de la Coalición Todos por México, José Antonio Meade no esperó más. Después de diez minutos de concluida la recepción de votos, no en el Auditorio del PRI, Plutarco Elías Calles, sí en el patio, solo con la dirigencia nacional, reconoció su derrota. Su “candidatura ciudadana”, como experimento priista, no funcionó. Caras duras de los lideres; llanto de las lideresas, rubricaron la sinceridad de su candidato.

Como hace doce, y seis años, volvió a desafiar a los viejos partidos. En este enfrentamiento, la voz del pueblo manifestada masivamente se hizo escuchar. El triunfo de AMLO a las 19 horas era contundente. Los otros aspirantes, el Consejo General del INE, el mismo jefe del ejecutivo federal, no tuvieron más alternativa que reconocer su triunfo.

A los mexicanos, la noche dominical invadió la alegría, por el arribo de la esperanza. Estuvieron de fiesta hasta tarde. Andrés Manuel López Obrador -vía electoral- había echado del poder al tecnócrata grupo gobernante que tanto despreció, lastimó y marginó a la nación. Logró rescatar al México destrozado por las manos de los doctos en economía.

A Andrés Manuel ya en la madrugada del lunes lo acompañó el pueblo de la ciudad de México. Miles de hombres, mujeres, jóvenes, y jovencitas, llenaron la Plaza de la Constitución, para gritar a su candidato: ¡Andrés, sí se pudo!

A casi setenta y nueve años de edad, he sido testigo del principio de la Cuarta Transformación de México. La otras, imborrables, las conservo en la memoria.

Este hecho histórico, -pacifico además- es el que en 2009 esperaban los mexicanos, a darse en 2010, año del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana.

Con ocho años de retraso pacíficamente llegó y con él, La Democracia.

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