/ jueves 21 de septiembre de 2017

Comentarios y algo más...

El primer domingo de julio de 1964 fue día de elecciones federales. Se eligieron presidente de la república, senadores y diputados. “El partidazo” me designó representante en los municipios de Otzoloapan y Zacazonapan. Llegué un día antes acompañado de mi amigo, ya finado, Justino de la Luz Becerril.

Al día siguiente reporté la apertura de las casillas electorales y por la tarde, los resultados.

Al medio día de ese domingo, comedidamente el sacerdote nos ofreció llevarnos a Zacazonapan; advirtiéndonos que regresaría por la noche en virtud de hacer misa en otros poblados. En ese lugar todo marchaba bien. Con mi acompañante regresamos caminando a San Martín. Diez kilómetros recorrimos con el sol encima.

Enviada la información esperamos la noche. El presidente municipal nos ofreció su casa e incluso nos dio alimentos.

Después de la cena, a dormir. Cuánta sería la fatiga por la caminata que dormí profundamente; entre sueño escuche:

-Compadre, compadre está temblando.

Debió ser leve el fenómeno que él como yo siguió durmiendo. Al amanecer un aire fresco me hizo tomar conciencia. Uno de los muros de la pieza habíase derrumbado. Cayó hacia la huerta.

-Te dije que temblaba y tú me decías: duérmete.

El epicentro se localizó en el pueblo de Coyuca de Catalán cercano a Ciudad Altamirano. En el mero corazón de la tierra caliente dl estado de Guerrero.

Mi paisano Margarito Landa, ya finado, en Palmar Chico representó al partido de la revolución. Vivió también el movimiento telúrico, aunque para salir de la habitación le hayan gritado:

-Don Margarito, don Margarito, está temblando.

Después contaría:

-Salí corriendo en paños menores a la huerta. Ya no dormí, me sirvieron para el susto una copa de mezcal; después a la hora de almorzar escuché el sermón del sacerdote dirigido a sus feligreses:

-Se los dije, que no votaran por el PRI. Ya ven lo que pasó; Dios los castigó y por eso tembló. El religioso, haciendo un lado el principio laico de separación Estado-iglesia hacía proselitismo a favor del PAN. Jesús Candelas fue su nombre.

Por separado en las oficinas del CDE del partido situadas esos años en la calle de Constitución de esta ciudad entregamos el reporte que favorecía al PRI. No tenía adversarios, ni compraba el voto; sólo de acuerdo con la época embarazaba ánforas.

En Amatepec, el templo se derrumbó; el palacio municipal quedó averiado. Y la población calentana totalmente destruida. La profesora normalista, doña Eva Sámano, esposa del presidente López Mateos, permaneció sin tanta alharaca dos semanas en esa región ayudando a la gente que había perdido sus bienes.

Los daños materiales debieron ser grandes; la pérdida de vidas humanas se dio; el rio Balsas saliéndose de madre inundó la población y su vecina, la antigua Pungarancho. Mucho fue el tiempo para reconstruir el poblado. La herida sanó y creo, nunca volvieron los calentamos a vivir esa desagradable experiencia.

Cuento esa vivencia en días en que otro sismo, semejante al de hace 32 años y al sucedido el siete de septiembre que destruyó ciudades y poblados chiapanecos y oaxaqueños, una vez más enluta a la ciudad capital de México; destruyó poblados de los estados de Morelos, México y Puebla; dejo sin hogar, como aquellos, a mucha gente y a otra le quita la vida.

La respuesta de los mexicanos está a la vista; la ayuda internacional está llegando. Hasta el populista, dictador, anti demócrata Nicolás Maduro envía víveres y algo más para los damnificados. Algo que hasta el día de ayer no ha hecho el presidente colombiano, aliado del mexicano Peña Nieto.

Los mexicanos, escribió alguien en Facebook, se ha unido otra vez para ayudar a rescatar seres atrapados entre escombros; aunque en todo tiempo se pasen mentándose la madre.

El primer domingo de julio de 1964 fue día de elecciones federales. Se eligieron presidente de la república, senadores y diputados. “El partidazo” me designó representante en los municipios de Otzoloapan y Zacazonapan. Llegué un día antes acompañado de mi amigo, ya finado, Justino de la Luz Becerril.

Al día siguiente reporté la apertura de las casillas electorales y por la tarde, los resultados.

Al medio día de ese domingo, comedidamente el sacerdote nos ofreció llevarnos a Zacazonapan; advirtiéndonos que regresaría por la noche en virtud de hacer misa en otros poblados. En ese lugar todo marchaba bien. Con mi acompañante regresamos caminando a San Martín. Diez kilómetros recorrimos con el sol encima.

Enviada la información esperamos la noche. El presidente municipal nos ofreció su casa e incluso nos dio alimentos.

Después de la cena, a dormir. Cuánta sería la fatiga por la caminata que dormí profundamente; entre sueño escuche:

-Compadre, compadre está temblando.

Debió ser leve el fenómeno que él como yo siguió durmiendo. Al amanecer un aire fresco me hizo tomar conciencia. Uno de los muros de la pieza habíase derrumbado. Cayó hacia la huerta.

-Te dije que temblaba y tú me decías: duérmete.

El epicentro se localizó en el pueblo de Coyuca de Catalán cercano a Ciudad Altamirano. En el mero corazón de la tierra caliente dl estado de Guerrero.

Mi paisano Margarito Landa, ya finado, en Palmar Chico representó al partido de la revolución. Vivió también el movimiento telúrico, aunque para salir de la habitación le hayan gritado:

-Don Margarito, don Margarito, está temblando.

Después contaría:

-Salí corriendo en paños menores a la huerta. Ya no dormí, me sirvieron para el susto una copa de mezcal; después a la hora de almorzar escuché el sermón del sacerdote dirigido a sus feligreses:

-Se los dije, que no votaran por el PRI. Ya ven lo que pasó; Dios los castigó y por eso tembló. El religioso, haciendo un lado el principio laico de separación Estado-iglesia hacía proselitismo a favor del PAN. Jesús Candelas fue su nombre.

Por separado en las oficinas del CDE del partido situadas esos años en la calle de Constitución de esta ciudad entregamos el reporte que favorecía al PRI. No tenía adversarios, ni compraba el voto; sólo de acuerdo con la época embarazaba ánforas.

En Amatepec, el templo se derrumbó; el palacio municipal quedó averiado. Y la población calentana totalmente destruida. La profesora normalista, doña Eva Sámano, esposa del presidente López Mateos, permaneció sin tanta alharaca dos semanas en esa región ayudando a la gente que había perdido sus bienes.

Los daños materiales debieron ser grandes; la pérdida de vidas humanas se dio; el rio Balsas saliéndose de madre inundó la población y su vecina, la antigua Pungarancho. Mucho fue el tiempo para reconstruir el poblado. La herida sanó y creo, nunca volvieron los calentamos a vivir esa desagradable experiencia.

Cuento esa vivencia en días en que otro sismo, semejante al de hace 32 años y al sucedido el siete de septiembre que destruyó ciudades y poblados chiapanecos y oaxaqueños, una vez más enluta a la ciudad capital de México; destruyó poblados de los estados de Morelos, México y Puebla; dejo sin hogar, como aquellos, a mucha gente y a otra le quita la vida.

La respuesta de los mexicanos está a la vista; la ayuda internacional está llegando. Hasta el populista, dictador, anti demócrata Nicolás Maduro envía víveres y algo más para los damnificados. Algo que hasta el día de ayer no ha hecho el presidente colombiano, aliado del mexicano Peña Nieto.

Los mexicanos, escribió alguien en Facebook, se ha unido otra vez para ayudar a rescatar seres atrapados entre escombros; aunque en todo tiempo se pasen mentándose la madre.

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