/ jueves 25 de enero de 2018

Comentarios y algo más...

“Me vinieron corriendo a avisar/ que el papá y la mamá de mi chata/ se la llevan pa’ la capital/”. Con este estribillo de la canción “A la Brava”, José Daniel Suárez Flores me recibió cuando llegué al desayuno que reúne mensualmente a los sobrevivientes del “Gremio Estudiantil Universitario”.

Hace diez o doce años, recibí una llamada del vallesano José Daniel diciéndome:

-Atanasio, cuando era niño, esa canción me la cantaba mi papá-.Eran tiempos en qué la canción mexicana cubría la geografía nacional. Por eso la conoció el señor Suárez.

Publiqué por esos días en “El Sol de Toluca” una crónica de mis vivencias pueblerinas. La cité y, creo, reproduje la letra. Por aludir mi nombre me gustó. Olvidé su título. Goyo Beltrán, compositor de corridos, de mi pueblo, Almoloya del Río, me dio el nombre y hasta entonó el primer verso. De cuando en cuando, rememoro la composición vernácula que habla de dos seres que se aman.

Me agradó el gesto de Pepe Suárez; más me satisfizo saludar a quienes conocí en la Universidad. Somos contemporáneos. A unos, no los había visto en largo tiempo. Están saludables.

Fidel García Rodríguez me corrió la atención. Asistí al convivio matutino. Me sentí a gusto. Todos me conocen.

Es otro grupo de hombres añosos; institutense-universitario como “Los Vampiros”. Se reúnen periódicamente. Con la relación casi familiar, afianzan la amistad nacida en sus años mozos.

Charlan entre sí; se hacen bromas; evocan su relación amistosa de lejanos años con las chicas de la Escuela de Enfermería. Recuerdan a quienes viven fuera de esta ciudad; la vida, el empleo, o el matrimonio, los hizo vecinos de otras ciudades de México. Pero, distantes como están unos con otros, se comunican, se saludan; se expresan deseos de bienestar.

Vinieron los recuerdos. “Los Gremios”, como “Los Vampiros”, tienen su líder. Es Salvio García Rodríguez; tiene 81 años. Sigue dando clase en la Facultad de Medicina.

Como organización juvenil de ayer, tributaron el primer homenaje al “Club Vampiros”, mucho antes que la rectoría universitaria les ofreciera una placa metálica en su honor. Su testimonio es mano. Lo colocaron en un muro de los pasillos que circundan el Jardín de los Naranjos.

-Con los Vampiros somos amigos-, dice Fidel. Reconocemos a Daniel Benítez como líder natural. A él se debe la permanencia del Club en la Universidad; le dio impulso. Fueron un ente participativo; fomentaron con el deporte, el compañerismo, el movimiento juvenil universitario; la participación política en la lucha por el liderazgo. Ganaron la Federación de Estudiantes Universitarios; la perdieron en otras ocasiones. Eso era un buen ejercicio, si quieres, democrático.

-Fundaron “La Orquesta Universitaria”-, digo.

-Sí. Pero nosotros fundamos “La Rondalla Universitaria”-. Contesta-. Mira ahí esta Ciro, uno de sus integrantes. Ellos organizaron concursos de oratoria; nosotros de declamación. En el deporte fuimos adversarios; fuera de él amigos.

-¿Y la política, grande; la de elección de rector?

-La peleamos desde trincheras opuestas.

Salvio interviene:

-Apoyamos a “Pichas”; los Vampiros también-, fue el primer rector.

En la campaña, para elegir su sucesor nos dividimos. Ellos apoyaban al maestro de la Facultad de Derecho, don Enrique González Vargas; nosotros, al doctor Mario C. Olivera. Se desbordó la pasión. Hoy, que todo es pasado, no hay rencor, no hay resentimiento; solo gratos recuerdos que como ellos, nosotros también guardamos.

Estuvieron en ese ágape, Fidel y Salvio García Rodríguez; Benigno Estrada Ríos, Ramón Gutiérrez Aguilar, Ciro y José Vega González, Germán Varón Elizondo, Pedro Miranda Esquivel, José Emilio Gutiérrez Sandi, Epifanio Valdespino Luján, y claro, el encargado de darme la bienvenida, el contador Suárez Flores.

Hay en “El GEU”, abogados, contadores, médicos, ingenieros profesores; hombres de negocios.

De quienes destacaron como deportistas recuerdan a: Jorge García López, Roberto Pliego, Ignacio Hernández Orihuela, Justo Gaviño Bustos, Ricardo Santos Reza, Fidel García Rodríguez, como estrellas en Volibol. No olvidan a quienes se han ido de esta vida. Los recuerdan.

-¿Por qué Gremio?-.

En 1954, vino a México a jugar un equipo de futbol de Porto Alegre, Brasil, llamado “Gremio”; nos gustó el nombre, lo adoptamos; dos años después al convertirse el ICLA en UAEM, le pusimos “Gremio Estudiantil Universitario”. Dos años separan su fundación. El Club Vampiros fue fundado en 1952; el Gremio Estudiantil Universitario, en 1954.

Alguien consultó la hora y se dio la despedida. Abandonamos el lugar.

Al salir, mentalmente recité las dos últimas estrofa de esa canción:

Su papá y su mamá no me quieren/ y con otro la quieren casar/ están buscado que yo me la robe/ a la brava me la he de llevar/.

Más en fin me despido, señores/ llevo herido mi fiel corazón/ a la brava me llevo a la joven/ o, tal vez, me la lleve a traición/.

 

“Me vinieron corriendo a avisar/ que el papá y la mamá de mi chata/ se la llevan pa’ la capital/”. Con este estribillo de la canción “A la Brava”, José Daniel Suárez Flores me recibió cuando llegué al desayuno que reúne mensualmente a los sobrevivientes del “Gremio Estudiantil Universitario”.

Hace diez o doce años, recibí una llamada del vallesano José Daniel diciéndome:

-Atanasio, cuando era niño, esa canción me la cantaba mi papá-.Eran tiempos en qué la canción mexicana cubría la geografía nacional. Por eso la conoció el señor Suárez.

Publiqué por esos días en “El Sol de Toluca” una crónica de mis vivencias pueblerinas. La cité y, creo, reproduje la letra. Por aludir mi nombre me gustó. Olvidé su título. Goyo Beltrán, compositor de corridos, de mi pueblo, Almoloya del Río, me dio el nombre y hasta entonó el primer verso. De cuando en cuando, rememoro la composición vernácula que habla de dos seres que se aman.

Me agradó el gesto de Pepe Suárez; más me satisfizo saludar a quienes conocí en la Universidad. Somos contemporáneos. A unos, no los había visto en largo tiempo. Están saludables.

Fidel García Rodríguez me corrió la atención. Asistí al convivio matutino. Me sentí a gusto. Todos me conocen.

Es otro grupo de hombres añosos; institutense-universitario como “Los Vampiros”. Se reúnen periódicamente. Con la relación casi familiar, afianzan la amistad nacida en sus años mozos.

Charlan entre sí; se hacen bromas; evocan su relación amistosa de lejanos años con las chicas de la Escuela de Enfermería. Recuerdan a quienes viven fuera de esta ciudad; la vida, el empleo, o el matrimonio, los hizo vecinos de otras ciudades de México. Pero, distantes como están unos con otros, se comunican, se saludan; se expresan deseos de bienestar.

Vinieron los recuerdos. “Los Gremios”, como “Los Vampiros”, tienen su líder. Es Salvio García Rodríguez; tiene 81 años. Sigue dando clase en la Facultad de Medicina.

Como organización juvenil de ayer, tributaron el primer homenaje al “Club Vampiros”, mucho antes que la rectoría universitaria les ofreciera una placa metálica en su honor. Su testimonio es mano. Lo colocaron en un muro de los pasillos que circundan el Jardín de los Naranjos.

-Con los Vampiros somos amigos-, dice Fidel. Reconocemos a Daniel Benítez como líder natural. A él se debe la permanencia del Club en la Universidad; le dio impulso. Fueron un ente participativo; fomentaron con el deporte, el compañerismo, el movimiento juvenil universitario; la participación política en la lucha por el liderazgo. Ganaron la Federación de Estudiantes Universitarios; la perdieron en otras ocasiones. Eso era un buen ejercicio, si quieres, democrático.

-Fundaron “La Orquesta Universitaria”-, digo.

-Sí. Pero nosotros fundamos “La Rondalla Universitaria”-. Contesta-. Mira ahí esta Ciro, uno de sus integrantes. Ellos organizaron concursos de oratoria; nosotros de declamación. En el deporte fuimos adversarios; fuera de él amigos.

-¿Y la política, grande; la de elección de rector?

-La peleamos desde trincheras opuestas.

Salvio interviene:

-Apoyamos a “Pichas”; los Vampiros también-, fue el primer rector.

En la campaña, para elegir su sucesor nos dividimos. Ellos apoyaban al maestro de la Facultad de Derecho, don Enrique González Vargas; nosotros, al doctor Mario C. Olivera. Se desbordó la pasión. Hoy, que todo es pasado, no hay rencor, no hay resentimiento; solo gratos recuerdos que como ellos, nosotros también guardamos.

Estuvieron en ese ágape, Fidel y Salvio García Rodríguez; Benigno Estrada Ríos, Ramón Gutiérrez Aguilar, Ciro y José Vega González, Germán Varón Elizondo, Pedro Miranda Esquivel, José Emilio Gutiérrez Sandi, Epifanio Valdespino Luján, y claro, el encargado de darme la bienvenida, el contador Suárez Flores.

Hay en “El GEU”, abogados, contadores, médicos, ingenieros profesores; hombres de negocios.

De quienes destacaron como deportistas recuerdan a: Jorge García López, Roberto Pliego, Ignacio Hernández Orihuela, Justo Gaviño Bustos, Ricardo Santos Reza, Fidel García Rodríguez, como estrellas en Volibol. No olvidan a quienes se han ido de esta vida. Los recuerdan.

-¿Por qué Gremio?-.

En 1954, vino a México a jugar un equipo de futbol de Porto Alegre, Brasil, llamado “Gremio”; nos gustó el nombre, lo adoptamos; dos años después al convertirse el ICLA en UAEM, le pusimos “Gremio Estudiantil Universitario”. Dos años separan su fundación. El Club Vampiros fue fundado en 1952; el Gremio Estudiantil Universitario, en 1954.

Alguien consultó la hora y se dio la despedida. Abandonamos el lugar.

Al salir, mentalmente recité las dos últimas estrofa de esa canción:

Su papá y su mamá no me quieren/ y con otro la quieren casar/ están buscado que yo me la robe/ a la brava me la he de llevar/.

Más en fin me despido, señores/ llevo herido mi fiel corazón/ a la brava me llevo a la joven/ o, tal vez, me la lleve a traición/.

 

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