/ jueves 8 de febrero de 2018

Comentarios y algo más...

Tan es así que maquiavilea en demasía. Echa mano de todos los medios a su alcance para conseguir el fin que se propone: Mantener el poder. Los procedimientos a que recurre son infamantes. Profiere vulgarmente insultos, agravios, a quien pretende vencer.

Dentro de esa clase, por su formación y perfil político se encuentran dos, ya casi candidatos que van tras la presidencia de la República. Son afines, pertenecen al PRIAN. Mezcla resultante de la combinación doctrinaria del PRI y el PAN. Ambos derechistas, ayudan al poder. Para descarrilar al peligroso adversario, partidos y gobierno, han impuesto entre nosotros al puro estilo de Maquiavelo, un clima de miedo, de temor.

El discurso de los aspirantes de esos partidos, intimida. No conocen la oratoria política. Esta, al fin palabra hablada tiene como propósito convencer. Expresan propuestas para resolver las calamidades de hoy en día: asaltos; robos de gasolina; asesinatos de políticos; ninguno de los dos, propone cómo atemperar los graves problemas sociales.

En esta séptima campaña se enfrenta, como en las dos anteriores un político y un técnico neoliberal, se suma a la disputa un derechista nato. Desde 1982, hasta 2012, se ha dado la lucha política entre la derecha y la izquierda. Se repite el fenómeno. En las de 2006 y 2012, “el mesías”, “el idealista”, “el soñador” “el autoritario”, se enfrentó en cada año, a un derechista; resultó el par, más tecno-neoliberal, que los doctores en economía.

En una y otra, fue vencedor. “El duende del algoritmo” que apareció en el IFE, hizo ganador en el año 06 del Siglo XXI, a Felipe Calderón; en el 12 de la misma centuria a Enrique Peña. En esas elecciones, como en la de 1988, hubo fraude. La estafa electoral es el instrumento con que los tecnócratas ganan elecciones. ¿Esa práctica la aprenderían en las aulas de las universidades que les otorgó su doctorado?

Les preocupa el alto grado de aceptación entre diversos sectores, de Andrés Manuel López Obrador. Los pone en jaque; por eso el golpeteo permanente que le dirigen. Regresará al pasado, dicen “los doctores”, como si ese tiempo lo hubiesen superado.

¿Cómo van a eliminar la votación a su favor? Se advierte que será masiva. ¿Obedecerán al Secretario de Estado, del gobierno de Trump; que no desea un gobernante izquierdista?

La soberanía que reside esencial y originariamente en el pueblo; en este caso muy particular, la electoral está en riesgo de ser vulnerada.

Los tecnócratas tomaron el poder que procede del pueblo; pero no lo beneficiaron.

A riesgo de generar polémica y se me considere ignorante. La última parte del artículo 39, la interpreto muy personalmente. Dice: “El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

El actual, se ha separado de la “cosa pública”, la gobierna, no con sentido social. Su forma, es la de un gobierno neoliberal. Será republicano entre comillas.

Si como en 2006 y 2012, el pueblo vota a favor del candidato de Morena, estará enviando un mandato para modificar nada más el modelo adoptado en 1982: el neoliberalismo. Sólo eso.

Urge que la tecnocracia deje el poder público.(a)


Tan es así que maquiavilea en demasía. Echa mano de todos los medios a su alcance para conseguir el fin que se propone: Mantener el poder. Los procedimientos a que recurre son infamantes. Profiere vulgarmente insultos, agravios, a quien pretende vencer.

Dentro de esa clase, por su formación y perfil político se encuentran dos, ya casi candidatos que van tras la presidencia de la República. Son afines, pertenecen al PRIAN. Mezcla resultante de la combinación doctrinaria del PRI y el PAN. Ambos derechistas, ayudan al poder. Para descarrilar al peligroso adversario, partidos y gobierno, han impuesto entre nosotros al puro estilo de Maquiavelo, un clima de miedo, de temor.

El discurso de los aspirantes de esos partidos, intimida. No conocen la oratoria política. Esta, al fin palabra hablada tiene como propósito convencer. Expresan propuestas para resolver las calamidades de hoy en día: asaltos; robos de gasolina; asesinatos de políticos; ninguno de los dos, propone cómo atemperar los graves problemas sociales.

En esta séptima campaña se enfrenta, como en las dos anteriores un político y un técnico neoliberal, se suma a la disputa un derechista nato. Desde 1982, hasta 2012, se ha dado la lucha política entre la derecha y la izquierda. Se repite el fenómeno. En las de 2006 y 2012, “el mesías”, “el idealista”, “el soñador” “el autoritario”, se enfrentó en cada año, a un derechista; resultó el par, más tecno-neoliberal, que los doctores en economía.

En una y otra, fue vencedor. “El duende del algoritmo” que apareció en el IFE, hizo ganador en el año 06 del Siglo XXI, a Felipe Calderón; en el 12 de la misma centuria a Enrique Peña. En esas elecciones, como en la de 1988, hubo fraude. La estafa electoral es el instrumento con que los tecnócratas ganan elecciones. ¿Esa práctica la aprenderían en las aulas de las universidades que les otorgó su doctorado?

Les preocupa el alto grado de aceptación entre diversos sectores, de Andrés Manuel López Obrador. Los pone en jaque; por eso el golpeteo permanente que le dirigen. Regresará al pasado, dicen “los doctores”, como si ese tiempo lo hubiesen superado.

¿Cómo van a eliminar la votación a su favor? Se advierte que será masiva. ¿Obedecerán al Secretario de Estado, del gobierno de Trump; que no desea un gobernante izquierdista?

La soberanía que reside esencial y originariamente en el pueblo; en este caso muy particular, la electoral está en riesgo de ser vulnerada.

Los tecnócratas tomaron el poder que procede del pueblo; pero no lo beneficiaron.

A riesgo de generar polémica y se me considere ignorante. La última parte del artículo 39, la interpreto muy personalmente. Dice: “El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

El actual, se ha separado de la “cosa pública”, la gobierna, no con sentido social. Su forma, es la de un gobierno neoliberal. Será republicano entre comillas.

Si como en 2006 y 2012, el pueblo vota a favor del candidato de Morena, estará enviando un mandato para modificar nada más el modelo adoptado en 1982: el neoliberalismo. Sólo eso.

Urge que la tecnocracia deje el poder público.(a)


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