/ jueves 24 de diciembre de 2020

Comentarios y Algo Más... | Cuetlaxóchitl, flor de pétalos resistentes como el cuero

Llamada así por los antiguos mexicanos. Los frailes agustinos, dominicos y franciscanos, por florear su planta en el mes de diciembre la nombraron “Flor de Noche Buena”. Su pétalo como si fuese un milagro, adquiría mayor esplendor el día 24 de diciembre.

Desde ese tiempo, primero los españoles; después los criollos, la llamaron así. Hasta estas fechas se conoce con tal.

Es, por su origen auténtica flor indígena. Independientemente de haber brotado como una planta más en algún lugar del Anáhuac, u otro; Netzahualcóyotl, rey texcocano la cultivó en sus jardines. Lo mismo hizo el emperador Moctezuma.

Los pueblos lacustres del lago de Tenochtitlán; los serranos de Oaxaca, de Chiapas, se disputan sus raíces.

En esos tiempos se vendía en el tianguis de Tlatelolco como un producto más. Los viejos, a su misión ornamental, le adjudicaron una ritual. En el mes, llamado Tlaxochimaco, el noveno, de Huitzilopochtli, Dios de la Guerra, le era ofrecida en forma de collares, de guirnaldas.

A los guerreros muertos en batalla, la bella flor cubría el cuerpo. Su mística propiedad, hacia volver a la tierra su espíritu. Convertido en colibrí o en mariposa, libaba el néctar de Cuetlaxóchitl. Así se mantenía entre el pueblo mexica su presencia inmaterial.

Le atribuyeron los curanderos propiedades terapéuticas. Fue infusión para las mujeres escasas de leche; bebiéndola moderadamente aumentaba el volumen para el crío. Mezclada con octli (pulque) su color escarlata, artesanalmente servía para teñir telas y cueros.

Al estado de Guerrero, se conoce como su cuna. Cerca del mineral de Taxco, hubo un pueblo llamado “Cuelaxochitlán”. En sus inmediaciones terrenales, crecía en los meses de noviembre y diciembre como una flor silvestre. De allí proviene su nombre. Inexplicablemente el pueblo desapareció. Hoy, se ignora el sitio en que estuvo.

1822, llegó al naciente México en “misión confidencial” Joe Poinsett. Agente norteamericano, precursor de los que hoy, andan en nuestro país como Pedro por su casa.

Emulando a Alejandro Von de Humboldt, visitó Taxco. Vio la hermosa flor, y sin recato hurtó sus semillas. Adjudicándose la propiedad, la registro con el nombre de “poinsetia”. En Europa se conoce así.

Hasta la fecha los productores mexicanos no pagan derecho de “propiedad” alguno.

Manuel Payno en “Los bandidos de Río Frio” relata que, de las riberas del lago de Chalco, salían hacia las acequias de Roldan, trajineras cargadas de fresca verdura; de coloridas flores. Sobresaliendo por su tersura, “la Flor de Noche Buena”.

Como todo cultivo, la planta. mexicana ha sido modificada genéticamente. Su germoplasma nativo no es el mismo.

No sólo se ofrece la de rojo carmesí; otras de diferente matiz son ofertadas en el mercado.

A pesar de esa alteración Cuetlaxóchitl, “La Flor de Noche Buena”, sigue siendo un regalo de México al mundo.

Con una “Cuetlaxóchitl” en la mano, disfruta lector, la velada de hoy.

Llamada así por los antiguos mexicanos. Los frailes agustinos, dominicos y franciscanos, por florear su planta en el mes de diciembre la nombraron “Flor de Noche Buena”. Su pétalo como si fuese un milagro, adquiría mayor esplendor el día 24 de diciembre.

Desde ese tiempo, primero los españoles; después los criollos, la llamaron así. Hasta estas fechas se conoce con tal.

Es, por su origen auténtica flor indígena. Independientemente de haber brotado como una planta más en algún lugar del Anáhuac, u otro; Netzahualcóyotl, rey texcocano la cultivó en sus jardines. Lo mismo hizo el emperador Moctezuma.

Los pueblos lacustres del lago de Tenochtitlán; los serranos de Oaxaca, de Chiapas, se disputan sus raíces.

En esos tiempos se vendía en el tianguis de Tlatelolco como un producto más. Los viejos, a su misión ornamental, le adjudicaron una ritual. En el mes, llamado Tlaxochimaco, el noveno, de Huitzilopochtli, Dios de la Guerra, le era ofrecida en forma de collares, de guirnaldas.

A los guerreros muertos en batalla, la bella flor cubría el cuerpo. Su mística propiedad, hacia volver a la tierra su espíritu. Convertido en colibrí o en mariposa, libaba el néctar de Cuetlaxóchitl. Así se mantenía entre el pueblo mexica su presencia inmaterial.

Le atribuyeron los curanderos propiedades terapéuticas. Fue infusión para las mujeres escasas de leche; bebiéndola moderadamente aumentaba el volumen para el crío. Mezclada con octli (pulque) su color escarlata, artesanalmente servía para teñir telas y cueros.

Al estado de Guerrero, se conoce como su cuna. Cerca del mineral de Taxco, hubo un pueblo llamado “Cuelaxochitlán”. En sus inmediaciones terrenales, crecía en los meses de noviembre y diciembre como una flor silvestre. De allí proviene su nombre. Inexplicablemente el pueblo desapareció. Hoy, se ignora el sitio en que estuvo.

1822, llegó al naciente México en “misión confidencial” Joe Poinsett. Agente norteamericano, precursor de los que hoy, andan en nuestro país como Pedro por su casa.

Emulando a Alejandro Von de Humboldt, visitó Taxco. Vio la hermosa flor, y sin recato hurtó sus semillas. Adjudicándose la propiedad, la registro con el nombre de “poinsetia”. En Europa se conoce así.

Hasta la fecha los productores mexicanos no pagan derecho de “propiedad” alguno.

Manuel Payno en “Los bandidos de Río Frio” relata que, de las riberas del lago de Chalco, salían hacia las acequias de Roldan, trajineras cargadas de fresca verdura; de coloridas flores. Sobresaliendo por su tersura, “la Flor de Noche Buena”.

Como todo cultivo, la planta. mexicana ha sido modificada genéticamente. Su germoplasma nativo no es el mismo.

No sólo se ofrece la de rojo carmesí; otras de diferente matiz son ofertadas en el mercado.

A pesar de esa alteración Cuetlaxóchitl, “La Flor de Noche Buena”, sigue siendo un regalo de México al mundo.

Con una “Cuetlaxóchitl” en la mano, disfruta lector, la velada de hoy.

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Llamada así por los antiguos mexicanos. Los frailes agustinos, dominicos y franciscanos, por florear su planta en el mes de diciembre la nombraron “Flor de Noche Buena”. Su pétalo como si fuese un milagro, adquiría mayor esplendor el día 24 de diciembre.

Atanasio Serrano López

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