/ jueves 30 de enero de 2020

Comentarios y algo más... | Luis Echeverría, último expresidente de la revolución II


“A poco rato, me llamó a los Pinos. Me recibió y nos acercamos cerca uno del otro. Me clavó su mirada de serpiente en los ojos y tomándome de la quijada, me dijo:

-Alfonso, vaya usted a su hogar, reúna a su esposa y a sus hijos y dígales que va usted a servir al presidente de la República. Dígales que ha renunciado al cargo de jefe del Departamento del Distrito Federal. Sirve usted así al presidente y al amigo.

No pude decir nada. Me hervía la sangre. Me había tratado como un trapo sucio, me había hecho recitar lo que él quería ante la prensa. Y ahora me arrojaba a la basura”.\u0009

Después de la concentración de apoyo al presidente, del 15 de junio; AMD y el director de Policía y Tránsito, Rogelio Flores Curiel, presentarían sendas renuncias.

Antes, reiteradamente desde del día 10 de junio el presidente diría: “La investigación se hará a fondo y serán castigados los responsables”. Los Halcones no fueron castigados. Su formador, coronel Manuel Díaz Escobar, sería premiado.

Por acuerdo presidencial fue Agregado Militar en la embajada de México en Chile. No apoyó al embajador Gonzalo Martínez Corbalá. Se dedicó a informar al pinochetismo qué chilenos se encontraban en la legación. Advirtió al secretario de la Defensa mexicana que lo sucedido en Chile, con el gobierno del doctor Allende, se podría dar en México. Deshonró al ejército mexicano. Actuó como un agente de la CIA. Don Luis lo ascendió a general brigadier en enero de 1975. El presidente mostró otra cara. Su sucesor López Portillo, en 1979, lo ascendería a general de brigada. Adquiriría la última estrella con el presidente Miguel de la Madrid, en 1981. Por su desleal conducta, el ejército lo repudió.

Otra “travesura” la hizo al licenciado Carlos Gálvez Betencourt, director general del IMSS. Ingenuamente contaría al escritor Ricardo Garibay, un día antes del destape:

-Ricardo , láncese, ya, sin ocultar nada. El presidente Luis Echeverría acaba de darme, aquí en Acapulco, la luz verde. Nos vamos a la grande , láncese.

Al día siguiente de los siete aspirantes -él era uno de ellos-, Echeverría favorecía a José López Portillo.

La última del año de 1975, en diciembre, el desafuero de Carlos Armando Briebich, su consentido gobernador del estado de Sonora. Augusto Gómez Villanueva, Porfirio Muñoz Ledo, el secretario de Reforma Agraria, Barra García, y el líder nacional de la CNC, Calestino Salcedo Monteón, sonorense, le armaron un conflicto agrario. Hubo muertos. El gobernante renunció y se exilió, le acusaban además de peculado. Dos años después retornó a México.

El exregente Alfonso Martínez Domínguez, años postreros a su separación, contaría su historia al ingeniero Heberto Castillo.

“La matanza del Jueves de Corpus-diría- fue preparada por Luis Echeverría para matar dos pájaros de un solo tiro: escarmentar a quienes, decía él, querían provocar a su gobierno al inicio de su mandato, y se deshizo de mí”.

Pasados 10 años, AMD cobraba con esa declaración el agravio a LEA. Ediciones Proceso editó-con autorización de su director Julio Scherer- “La Investigación”, un opúsculo que reúne 12 trabajos sobre el despiadado comportamiento que tuvo con quien sería el último expresidente de la revolución.

CRONISTA / selata@hotmail.com


“A poco rato, me llamó a los Pinos. Me recibió y nos acercamos cerca uno del otro. Me clavó su mirada de serpiente en los ojos y tomándome de la quijada, me dijo:

-Alfonso, vaya usted a su hogar, reúna a su esposa y a sus hijos y dígales que va usted a servir al presidente de la República. Dígales que ha renunciado al cargo de jefe del Departamento del Distrito Federal. Sirve usted así al presidente y al amigo.

No pude decir nada. Me hervía la sangre. Me había tratado como un trapo sucio, me había hecho recitar lo que él quería ante la prensa. Y ahora me arrojaba a la basura”.\u0009

Después de la concentración de apoyo al presidente, del 15 de junio; AMD y el director de Policía y Tránsito, Rogelio Flores Curiel, presentarían sendas renuncias.

Antes, reiteradamente desde del día 10 de junio el presidente diría: “La investigación se hará a fondo y serán castigados los responsables”. Los Halcones no fueron castigados. Su formador, coronel Manuel Díaz Escobar, sería premiado.

Por acuerdo presidencial fue Agregado Militar en la embajada de México en Chile. No apoyó al embajador Gonzalo Martínez Corbalá. Se dedicó a informar al pinochetismo qué chilenos se encontraban en la legación. Advirtió al secretario de la Defensa mexicana que lo sucedido en Chile, con el gobierno del doctor Allende, se podría dar en México. Deshonró al ejército mexicano. Actuó como un agente de la CIA. Don Luis lo ascendió a general brigadier en enero de 1975. El presidente mostró otra cara. Su sucesor López Portillo, en 1979, lo ascendería a general de brigada. Adquiriría la última estrella con el presidente Miguel de la Madrid, en 1981. Por su desleal conducta, el ejército lo repudió.

Otra “travesura” la hizo al licenciado Carlos Gálvez Betencourt, director general del IMSS. Ingenuamente contaría al escritor Ricardo Garibay, un día antes del destape:

-Ricardo , láncese, ya, sin ocultar nada. El presidente Luis Echeverría acaba de darme, aquí en Acapulco, la luz verde. Nos vamos a la grande , láncese.

Al día siguiente de los siete aspirantes -él era uno de ellos-, Echeverría favorecía a José López Portillo.

La última del año de 1975, en diciembre, el desafuero de Carlos Armando Briebich, su consentido gobernador del estado de Sonora. Augusto Gómez Villanueva, Porfirio Muñoz Ledo, el secretario de Reforma Agraria, Barra García, y el líder nacional de la CNC, Calestino Salcedo Monteón, sonorense, le armaron un conflicto agrario. Hubo muertos. El gobernante renunció y se exilió, le acusaban además de peculado. Dos años después retornó a México.

El exregente Alfonso Martínez Domínguez, años postreros a su separación, contaría su historia al ingeniero Heberto Castillo.

“La matanza del Jueves de Corpus-diría- fue preparada por Luis Echeverría para matar dos pájaros de un solo tiro: escarmentar a quienes, decía él, querían provocar a su gobierno al inicio de su mandato, y se deshizo de mí”.

Pasados 10 años, AMD cobraba con esa declaración el agravio a LEA. Ediciones Proceso editó-con autorización de su director Julio Scherer- “La Investigación”, un opúsculo que reúne 12 trabajos sobre el despiadado comportamiento que tuvo con quien sería el último expresidente de la revolución.

CRONISTA / selata@hotmail.com

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