/ viernes 5 de junio de 2020

Con Valor Agregado | Empleo al precipicio

Esta semana el INEGI informa sobre los resultados de la primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) que fue levantada en abril de 2020, el mejor momento para dimensionar el impacto de la pandemia en México sobre el empleo.

La ETOE en el reporte oficial muestra en términos prácticamente literales que la Tasa de Participación Económica en abril de 2020 fue del 47.5% respecto a la población de 15 años y más, cifra menor en 12.3 puntos porcentuales a la de marzo de 2020, debido principalmente por el motivo de encontrarse en un estado de suspensión laboral temporal ocasionado por el confinamiento en la que no hay percepión de ingresos e incertidumbre sobre la conservación del empleo o fecha de regreso a su fuente laboral.

La población ocupada que tiene la disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo pasó de 5.1 millones de personas en marzo de 2020 a 11 millones en abril de 2020, lo que se traduce una tasa de subocupación de 25.4%. Por su lado, la población desocupada, precisamente, la que no tiene trabajo y que declara al mismo tiempo que realizó acciones de búsqueda de empleo, en abril de 2020 se estimó en 2.1 millones de personas.

Adicionalmente la población no ocupada con disponibilidad para trabajar, pero sin buscar activamente un empleo, pasó de 5.9 millones de personas en marzo de 2020, a 20 millones de personas en abril de 2020. Dichas personas, en su mayoría, están a la espera de volver a retomar sus actividades.

Sobre la población denominada informal en este sentido, no será referida en esta columna por tratarse de un sector incierto en sus movimientos laborales y de características especiales para su análisis por la inactividad absolutamente relativa durante la contingencia por la pandemia.

Todos estos números resultan alarmantes pero entendibles por consecuencia del freno obligado a las actividades económicas para fines de contención del contagio. Lo que debemos tener muy en cuenta es como revertir estas cifras en un tiempo no determinado y que dependerá del control y erradicación de la epidemia.

Se ha insistido en una estrategia a nivel mundial de contener la propagación del virus a través del confinamiento, mismo que en países como el nuestro ha resultado prácticamente imposible por tres motivos: el primero, por la cantidad de personas que viven al día y tienen la necesidad de salir por subsistencia, segundo por la falta de apoyos gubernamentales que permitan que las personas puedan tener un ingreso seguro ante estas emergencias, tercero, una falta de cultura alarmante que provoca una alta resistencia a extremar precauciones y evitar el contacto social. Por esto urgen medidas contundentes en México, pues estamos en medio de un círculo vicioso del que difícilmente se ve una salida cercana.

Esta semana el INEGI informa sobre los resultados de la primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) que fue levantada en abril de 2020, el mejor momento para dimensionar el impacto de la pandemia en México sobre el empleo.

La ETOE en el reporte oficial muestra en términos prácticamente literales que la Tasa de Participación Económica en abril de 2020 fue del 47.5% respecto a la población de 15 años y más, cifra menor en 12.3 puntos porcentuales a la de marzo de 2020, debido principalmente por el motivo de encontrarse en un estado de suspensión laboral temporal ocasionado por el confinamiento en la que no hay percepión de ingresos e incertidumbre sobre la conservación del empleo o fecha de regreso a su fuente laboral.

La población ocupada que tiene la disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo pasó de 5.1 millones de personas en marzo de 2020 a 11 millones en abril de 2020, lo que se traduce una tasa de subocupación de 25.4%. Por su lado, la población desocupada, precisamente, la que no tiene trabajo y que declara al mismo tiempo que realizó acciones de búsqueda de empleo, en abril de 2020 se estimó en 2.1 millones de personas.

Adicionalmente la población no ocupada con disponibilidad para trabajar, pero sin buscar activamente un empleo, pasó de 5.9 millones de personas en marzo de 2020, a 20 millones de personas en abril de 2020. Dichas personas, en su mayoría, están a la espera de volver a retomar sus actividades.

Sobre la población denominada informal en este sentido, no será referida en esta columna por tratarse de un sector incierto en sus movimientos laborales y de características especiales para su análisis por la inactividad absolutamente relativa durante la contingencia por la pandemia.

Todos estos números resultan alarmantes pero entendibles por consecuencia del freno obligado a las actividades económicas para fines de contención del contagio. Lo que debemos tener muy en cuenta es como revertir estas cifras en un tiempo no determinado y que dependerá del control y erradicación de la epidemia.

Se ha insistido en una estrategia a nivel mundial de contener la propagación del virus a través del confinamiento, mismo que en países como el nuestro ha resultado prácticamente imposible por tres motivos: el primero, por la cantidad de personas que viven al día y tienen la necesidad de salir por subsistencia, segundo por la falta de apoyos gubernamentales que permitan que las personas puedan tener un ingreso seguro ante estas emergencias, tercero, una falta de cultura alarmante que provoca una alta resistencia a extremar precauciones y evitar el contacto social. Por esto urgen medidas contundentes en México, pues estamos en medio de un círculo vicioso del que difícilmente se ve una salida cercana.