/ lunes 13 de agosto de 2018

Concamin | Reindustrializar a México

Por: Francisco Cervantes Díaz

En los últimos años México emprendió uno de los más audaces y profundos procesos de modernización económica para renovar las bases para el desarrollo, abrir nuevos cauces a la competitividad y mejorar nuestra capacidad de respuesta frente a los rezagos y desafíos acumulados en diversos órdenes de la vida nacional.

Pocas economías emergentes han desplegado una labor tan intensa en tan poco tiempo y en medio de un entorno mundial complejo y marcado por tensiones geopolíticas, comerciales, económicas y financieras.

Sin lugar a dudas, las reformas estructurales modificaron el panorama nacional, mejoraron las expectativas, estimularon la confianza entre los agentes económicos y promovieron la imagen de México como nación comprometida con el cambio, la apertura y la modernización.

Sin embargo, no hemos alcanzado el crecimiento incluyente y cada vez más dinámico de la economía. Este sigue siendo un objetivo pendiente debido a causas internas, externas, o la combinación de ambas.

Debemos reconocer que no crecemos consistentemente; que más allá de las empresas, sectores y regiones dinámicas, modernas y competitivas, tampoco logramos avances significativos en la rearticulación de cadenas productivas; que no hemos aprovechado suficientemente el bono demográfico, que no disponemos de un mercado interno robusto y que no hemos reducido la pobreza ni la informalidad.

Pese a ello hay quienes insisten en dejar la conducción económica del país a las fuerzas del mercado, enterrando todo intento de planeación de nuestro desarrollo. A partir de ese enfoque pretenden seguir el mismo camino sin realizar un balance objetivo de los resultados, sin reflexionar con realismo acerca de nuestros problemas e insuficiencias, necesidades y oportunidades.

Es por ello que nos pronunciamos a favor de una cirugía mayor al modelo de desarrollo para recobrar nuestra capacidad de crecimiento sobre bases sólidas, diversificadas, que dependan más de nosotros y menos de lo que sucede más allá de nuestras fronteras.

Para acelerar y mantener el paso de la economía, conservando la estabilidad macroeconómica, es preciso definir una auténtica estrategia de desarrollo e industrialización, con rumbo, objetivos e instrumentos precisos y eficaces. Sin ella, nuestra economía seguirá a flote, pero con paso lento y crecientes rezagos.

Es indispensable que el mercado interno recupere el lugar que le corresponde entre los motores de nuestro desarrollo; reindustrializar al país, sin descuidar el avance hacia la industria 4.0; asegurar la estabilidad macroeconómica; capitalizar al agro que permanece rezagado; impulsar decididamente la modernización de las Pymes; impulsar la competencia en sectores clave para el país; reducir el costo-país; reconstruir a la banca de desarrollo, entre otros aspectos, asumiendo que con o sin TLCAN, tenemos una agenda de temas pendientes que no admite demoras por transiciones sexenales o negociaciones comerciales.

Es tiempo de hacer un balance autocrítico que nos permita establecer las condiciones indispensables para definir una estrategia de desarrollo incluyente, plural y con capacidad para responder a los desafíos acumulados y a los retos del futuro. ¿Qué proponemos en y para el sector industrial? Una Política Industrial Globalmente Productiva, Competitiva e Incluyente.


Presidente de Concamin


Por: Francisco Cervantes Díaz

En los últimos años México emprendió uno de los más audaces y profundos procesos de modernización económica para renovar las bases para el desarrollo, abrir nuevos cauces a la competitividad y mejorar nuestra capacidad de respuesta frente a los rezagos y desafíos acumulados en diversos órdenes de la vida nacional.

Pocas economías emergentes han desplegado una labor tan intensa en tan poco tiempo y en medio de un entorno mundial complejo y marcado por tensiones geopolíticas, comerciales, económicas y financieras.

Sin lugar a dudas, las reformas estructurales modificaron el panorama nacional, mejoraron las expectativas, estimularon la confianza entre los agentes económicos y promovieron la imagen de México como nación comprometida con el cambio, la apertura y la modernización.

Sin embargo, no hemos alcanzado el crecimiento incluyente y cada vez más dinámico de la economía. Este sigue siendo un objetivo pendiente debido a causas internas, externas, o la combinación de ambas.

Debemos reconocer que no crecemos consistentemente; que más allá de las empresas, sectores y regiones dinámicas, modernas y competitivas, tampoco logramos avances significativos en la rearticulación de cadenas productivas; que no hemos aprovechado suficientemente el bono demográfico, que no disponemos de un mercado interno robusto y que no hemos reducido la pobreza ni la informalidad.

Pese a ello hay quienes insisten en dejar la conducción económica del país a las fuerzas del mercado, enterrando todo intento de planeación de nuestro desarrollo. A partir de ese enfoque pretenden seguir el mismo camino sin realizar un balance objetivo de los resultados, sin reflexionar con realismo acerca de nuestros problemas e insuficiencias, necesidades y oportunidades.

Es por ello que nos pronunciamos a favor de una cirugía mayor al modelo de desarrollo para recobrar nuestra capacidad de crecimiento sobre bases sólidas, diversificadas, que dependan más de nosotros y menos de lo que sucede más allá de nuestras fronteras.

Para acelerar y mantener el paso de la economía, conservando la estabilidad macroeconómica, es preciso definir una auténtica estrategia de desarrollo e industrialización, con rumbo, objetivos e instrumentos precisos y eficaces. Sin ella, nuestra economía seguirá a flote, pero con paso lento y crecientes rezagos.

Es indispensable que el mercado interno recupere el lugar que le corresponde entre los motores de nuestro desarrollo; reindustrializar al país, sin descuidar el avance hacia la industria 4.0; asegurar la estabilidad macroeconómica; capitalizar al agro que permanece rezagado; impulsar decididamente la modernización de las Pymes; impulsar la competencia en sectores clave para el país; reducir el costo-país; reconstruir a la banca de desarrollo, entre otros aspectos, asumiendo que con o sin TLCAN, tenemos una agenda de temas pendientes que no admite demoras por transiciones sexenales o negociaciones comerciales.

Es tiempo de hacer un balance autocrítico que nos permita establecer las condiciones indispensables para definir una estrategia de desarrollo incluyente, plural y con capacidad para responder a los desafíos acumulados y a los retos del futuro. ¿Qué proponemos en y para el sector industrial? Una Política Industrial Globalmente Productiva, Competitiva e Incluyente.


Presidente de Concamin


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