/ lunes 26 de febrero de 2018

Contexto

La política vieja y los millenials

Los tiempos políticos actuales requieren de innovación, de pensar las maneras en que los candidatos se deben acercar a la gente, sobre todo a las nuevas generaciones, quienes no comprenden sus lenguajes, sus disputas, sus chistes, sus conflictos. Se ríen porque ya no hay de otra.

Los memes entre los millenials es una manera de protesta contra lo grotesco en que se ha convertido la política, lo burdo por el desvelo de sus intereses, sus escándalos un día sí y otro también y porque se percibe que no hay, o en muy pocos, la vocación de servicio… pero si el amor por los símbolos que les da el poder, el dinero, la fama efímera: sus quince minutos, diría Warhol, no más.

Los políticos mexicanos están viejos. El quehacer político mira al pasado. Conformes con reproducir las viejas formas de hacer política, contribuyen al atraso y a la indiferencia. Y no es un problema de edad. Es un problema de actitud. Y los nuestros se han quedado atrás. A los jóvenes que quieren acceder al poder los llevan a prácticas que sólo reproducen los peores vicios: compra del voto de la gente por necesidad o por hambre; miles de promesas no cumplidas como el “sí le prometí a mi esposa y no cumplí”, como si la realidad social fuera como un problema familiar como parece entenderla el “(B)ronco; la reproducción, en el fondo, de los mismos promocionales para todos; un organismo electoral (INE, IEEM) que está muy cómodo con sus grandes sueldos como padres o dueños de la democracia aunque repugnen y se burlen de nuestro pasado indígena, el compadrazgo, el nepotismo, las herencias políticas para conservar los privilegios, los problemas de familias… Mientras la sociedad anda por otro lado… y los jóvenes también.

Y decía, no es un problema de edad. No lo es. Y los problemas sobran. Enrique Tierno Galván, casi a los ochenta años, fue alcalde de Madrid y la revolucionó, la volvió moderna, entendió a los jóvenes y los dejó fluir en su inquietud, en sus ideales, en sus diversiones. Con él se dio la famosa movida madrileña que a la fecha tiene sus efectos positivos en el éxito de Madrid como ciudad. Era casi octogenario… pero joven como el que más. Se alejó de los prejuicios de viejo y se sumó a los jóvenes, los divirtió y se divirtió con ellos. No los corrompió como lo hacemos aquí, obligándolos a reproducir las viejas prácticas, a entender el poder como sumisión.

Los millenials son otra cosa. Son muchachos que tienen facilidad para las tecnologías, que no les gustan las jerarquías pero si sumarse a proyectos comunes, que no les gustan las formalidades pero si el respeto, que son tolerantes ante todas las manifestaciones, que son amantes de la naturaleza y detestan la propaganda fácil, que ven a la sociedad de manera diferente, la fragmentan para hacer su lucha y sus batallas son de género, por el clima, por la educación, por los indígenas, por el hambre, que se divierten porque la vida debe ser así y se frustran ante una realidad que los agobia y que ríen y ríen mucho.

Ante esta generación, una de las más preparadas de México, subsiste la peor clase política que haya tenido el país. Es lamentable, pero así es. El desperdicio de la inteligencia que tiene México en sus jóvenes queda opacada por las viejas prácticas de ver a la vida social, del sentido de justicia y de la acumulación de privilegios. Eso no nos habla bien para el futuro, porque esos viejos les han cerrado los espacios sea por el concepto de educación que los encajone, sea por el mundo del trabajo que los encasilla… sea porque no los dejamos ser libres…y alegres.

Estos políticos viejos (que ya no importa le edad), los de hoy, quedarán, como decía un autor, en la basura de la historia. No tienen otro lugar.

La política vieja y los millenials

Los tiempos políticos actuales requieren de innovación, de pensar las maneras en que los candidatos se deben acercar a la gente, sobre todo a las nuevas generaciones, quienes no comprenden sus lenguajes, sus disputas, sus chistes, sus conflictos. Se ríen porque ya no hay de otra.

Los memes entre los millenials es una manera de protesta contra lo grotesco en que se ha convertido la política, lo burdo por el desvelo de sus intereses, sus escándalos un día sí y otro también y porque se percibe que no hay, o en muy pocos, la vocación de servicio… pero si el amor por los símbolos que les da el poder, el dinero, la fama efímera: sus quince minutos, diría Warhol, no más.

Los políticos mexicanos están viejos. El quehacer político mira al pasado. Conformes con reproducir las viejas formas de hacer política, contribuyen al atraso y a la indiferencia. Y no es un problema de edad. Es un problema de actitud. Y los nuestros se han quedado atrás. A los jóvenes que quieren acceder al poder los llevan a prácticas que sólo reproducen los peores vicios: compra del voto de la gente por necesidad o por hambre; miles de promesas no cumplidas como el “sí le prometí a mi esposa y no cumplí”, como si la realidad social fuera como un problema familiar como parece entenderla el “(B)ronco; la reproducción, en el fondo, de los mismos promocionales para todos; un organismo electoral (INE, IEEM) que está muy cómodo con sus grandes sueldos como padres o dueños de la democracia aunque repugnen y se burlen de nuestro pasado indígena, el compadrazgo, el nepotismo, las herencias políticas para conservar los privilegios, los problemas de familias… Mientras la sociedad anda por otro lado… y los jóvenes también.

Y decía, no es un problema de edad. No lo es. Y los problemas sobran. Enrique Tierno Galván, casi a los ochenta años, fue alcalde de Madrid y la revolucionó, la volvió moderna, entendió a los jóvenes y los dejó fluir en su inquietud, en sus ideales, en sus diversiones. Con él se dio la famosa movida madrileña que a la fecha tiene sus efectos positivos en el éxito de Madrid como ciudad. Era casi octogenario… pero joven como el que más. Se alejó de los prejuicios de viejo y se sumó a los jóvenes, los divirtió y se divirtió con ellos. No los corrompió como lo hacemos aquí, obligándolos a reproducir las viejas prácticas, a entender el poder como sumisión.

Los millenials son otra cosa. Son muchachos que tienen facilidad para las tecnologías, que no les gustan las jerarquías pero si sumarse a proyectos comunes, que no les gustan las formalidades pero si el respeto, que son tolerantes ante todas las manifestaciones, que son amantes de la naturaleza y detestan la propaganda fácil, que ven a la sociedad de manera diferente, la fragmentan para hacer su lucha y sus batallas son de género, por el clima, por la educación, por los indígenas, por el hambre, que se divierten porque la vida debe ser así y se frustran ante una realidad que los agobia y que ríen y ríen mucho.

Ante esta generación, una de las más preparadas de México, subsiste la peor clase política que haya tenido el país. Es lamentable, pero así es. El desperdicio de la inteligencia que tiene México en sus jóvenes queda opacada por las viejas prácticas de ver a la vida social, del sentido de justicia y de la acumulación de privilegios. Eso no nos habla bien para el futuro, porque esos viejos les han cerrado los espacios sea por el concepto de educación que los encajone, sea por el mundo del trabajo que los encasilla… sea porque no los dejamos ser libres…y alegres.

Estos políticos viejos (que ya no importa le edad), los de hoy, quedarán, como decía un autor, en la basura de la historia. No tienen otro lugar.