/ lunes 5 de marzo de 2018

Contexto


El amor, la nieve, el olvido

De pronto todo se fue. Se vació su alma, su cerebro en blanco, su cuerpo dolido.

Salió a caminar entre la nieve para tratar de enfriar a su corazón que palpitaba de manera acelerada.

Se sentía triste, hueco por dentro y por fuera. De sus ojos trataban de salir unas lágrimas que el viento congelaba al instante. “Nadie, nunca me verá llorar”, se decía, mientras pensaba que el tiempo era su aliado. Sus pies se sumían en la nieve y sus pasos eran borrados casi al instante por la fuerza de los copos que caían. Se perdía su camino…como sentía que se perdía su vida.

Él le había apostado al amor otra vez…otra vez… “oh, error” se lamentaba.

Como los pasos que se borraban sentía que había sido su último amor, tal vez el último para ya sólo olvidarlo.

Una profunda tristeza lo invadía, también una sensación de soledad.

…y era otra vez el amor.

Se detuvo a pensar, a tomar aire para que sus pulmones se congelaran, detuvieran la respiración y la vida. En esos momentos tal vez prefería el confort de la muerte. Vivía un silencio desesperado, que borrada sus pequeños trozos de alegría que se quedaban en el limbo de las cosas que no regresan jamás.

“El amor, pensaba, es siempre una explosión”. Aparece de pronto tal vez sin quererlo. Está hecho de instantes que se van y se reinventan con el tiempo, con la paciencia con la que se construye la felicidad o el más profundo abismo de la tristeza.

Alza la vista al cielo y se imagina auroras boreales que danzan en honor a su dolor y a su tristeza, que se ríen de él, que se burlan… ahí están con ese magnetismo que embruja a lo mas profundo de los olvidos.

Sus lágrimas se congelan mientras las ve.

Siente otra vez ese dolor en el pecho que asfixia.

“Otra ves”, se decía.

Quería volver el tiempo atrás. Olvidar la foto en la que la vio por última vez. Ahí estaba ella con su sonrisa plena, su mirada satisfecha, su hombro recargado en aquel a quien él no conocía, pero que veía a través de sus ojos, de su risa, de su cuerpo relajado, alegre que a él le dolía…”¿por qué no conmigo?, se preguntaba, ¿por qué?”

“Pero si es sólo una foto”, le habían dicho…pero él lo sabía, las fotos son instantes de la vida que te dicen, que te hablan…y a él le provocó el dolor que ahora lo ahogaba.

El que siempre la había imaginado suya era, tal vez, de otro…y ahora lo sabía… si de otro y le dolía.

Y su amor se quedó en suspenso, congelado, listo para el abismo del olvido…porque los amores que se van ya no vuelven aunque el dolor los quiera retener…

Las nubes detuvieron su danza, se imaginó que lo miraban compasivas, detuvieron el tiempo, el viento y sólo le dejaron la noche y las cenizas de los recuerdos que hoy lo ahogaban.

Ya no se burlaban de él, lo compadecían de su dolor y lo acompañaban en el silencio de esa su alma ya fría y agobiada.

La foto ya no existe pero dejó la cicatriz en el alma.

Volvió sobre sus propios pasos a tratar de recuperar la vida una vez más, ya sin el dolor, sin el amor.

Trataba de volver el tiempo para recuperar un poco la vida, para salir al viento y ver la nieve con la frescura del amor que se olvida, que ya no duele, que no hace daño y que se fue con la aurora del otro día.


El amor, la nieve, el olvido

De pronto todo se fue. Se vació su alma, su cerebro en blanco, su cuerpo dolido.

Salió a caminar entre la nieve para tratar de enfriar a su corazón que palpitaba de manera acelerada.

Se sentía triste, hueco por dentro y por fuera. De sus ojos trataban de salir unas lágrimas que el viento congelaba al instante. “Nadie, nunca me verá llorar”, se decía, mientras pensaba que el tiempo era su aliado. Sus pies se sumían en la nieve y sus pasos eran borrados casi al instante por la fuerza de los copos que caían. Se perdía su camino…como sentía que se perdía su vida.

Él le había apostado al amor otra vez…otra vez… “oh, error” se lamentaba.

Como los pasos que se borraban sentía que había sido su último amor, tal vez el último para ya sólo olvidarlo.

Una profunda tristeza lo invadía, también una sensación de soledad.

…y era otra vez el amor.

Se detuvo a pensar, a tomar aire para que sus pulmones se congelaran, detuvieran la respiración y la vida. En esos momentos tal vez prefería el confort de la muerte. Vivía un silencio desesperado, que borrada sus pequeños trozos de alegría que se quedaban en el limbo de las cosas que no regresan jamás.

“El amor, pensaba, es siempre una explosión”. Aparece de pronto tal vez sin quererlo. Está hecho de instantes que se van y se reinventan con el tiempo, con la paciencia con la que se construye la felicidad o el más profundo abismo de la tristeza.

Alza la vista al cielo y se imagina auroras boreales que danzan en honor a su dolor y a su tristeza, que se ríen de él, que se burlan… ahí están con ese magnetismo que embruja a lo mas profundo de los olvidos.

Sus lágrimas se congelan mientras las ve.

Siente otra vez ese dolor en el pecho que asfixia.

“Otra ves”, se decía.

Quería volver el tiempo atrás. Olvidar la foto en la que la vio por última vez. Ahí estaba ella con su sonrisa plena, su mirada satisfecha, su hombro recargado en aquel a quien él no conocía, pero que veía a través de sus ojos, de su risa, de su cuerpo relajado, alegre que a él le dolía…”¿por qué no conmigo?, se preguntaba, ¿por qué?”

“Pero si es sólo una foto”, le habían dicho…pero él lo sabía, las fotos son instantes de la vida que te dicen, que te hablan…y a él le provocó el dolor que ahora lo ahogaba.

El que siempre la había imaginado suya era, tal vez, de otro…y ahora lo sabía… si de otro y le dolía.

Y su amor se quedó en suspenso, congelado, listo para el abismo del olvido…porque los amores que se van ya no vuelven aunque el dolor los quiera retener…

Las nubes detuvieron su danza, se imaginó que lo miraban compasivas, detuvieron el tiempo, el viento y sólo le dejaron la noche y las cenizas de los recuerdos que hoy lo ahogaban.

Ya no se burlaban de él, lo compadecían de su dolor y lo acompañaban en el silencio de esa su alma ya fría y agobiada.

La foto ya no existe pero dejó la cicatriz en el alma.

Volvió sobre sus propios pasos a tratar de recuperar la vida una vez más, ya sin el dolor, sin el amor.

Trataba de volver el tiempo para recuperar un poco la vida, para salir al viento y ver la nieve con la frescura del amor que se olvida, que ya no duele, que no hace daño y que se fue con la aurora del otro día.