/ lunes 12 de marzo de 2018

Contexto


Las bardas de Ciprés y Valle Don Camilo: otra lectura

Unos vecinos colocan una barda en una calle de la colonia Ciprés, otros cierran calles en Valle Don Camilo. Otros más reaccionan y protestan. La autoridad actúa, previos dictámenes dicen, durante la noche para derrumbarlas.

Es una muestra más del desorden en que vive prácticamente todo el valle de Toluca.

Los movimientos urbanos que se avecinan, y que se irán incrementando en los hechos, son una protesta silenciosa y activa y tienen su origen en la falta de autoridad y la anarquía que se vive en el municipio desde hace décadas.

Los ciudadanos buscan reaccionar ante este desorden, la inseguridad, los permisos otorgados sin cuidado sobre el impacto que se tiene en la vida vecinal, la aparición de valet parking quienes toman prácticamente todas las calles a la falta de exigencia de la autoridad para que los establecimientos cuenten con lugares de estacionamiento, el privilegio y violación constante sobre el uso del suelo, la invasión de taxistas en lugares de circulación (ya se pusieron algunos en torno al perímetro de la Alameda, frente al mercado Morelos o en los accesos de la zona de la Maquinita), la construcción de edificios que violan la normatividad y se hacen sin permiso de la autoridad (están en la calle de Hidalgo, de Matamoros, de Felipe Villanueva y en los alrededores del Estadio del Toluca). Si algunos actúan con impunidad ¿por qué no lo pueden hacer otros?, se preguntan los toluqueños. La autoridad viola la normatividad sólo porque es la autoridad reproduciendo uno de los fenómenos que más daño le han hecho a la sociedad mexicana: pensar que las ciudades son propiedad de quienes las gobiernan. La construcción de un estacionamiento en Hidalgo y Pedro Ascencio es el mejor ejemplo, como lo fue la autorización del derrumbe de árboles del Paseo Colón a una empresa o el cambio del cauce del río Verdiguel a los constructores de El Molino quienes ya se apropiaron, por años, de una parte de la calle de Lerdo mientras hacen lo que les venga en gana.

Los ciudadanos se desesperan y la ciudad los está exacerbando.

Y tienen derecho a defenderse.

La calle de Venustiano Carranza, en Ciprés, se ha convertido en una cantina, no importa que esté cerca una escuela y que haya una zona habitacional cuya vida se ha visto alterada por el consumo de droga y de alcohol en exceso. Es el principio de muchas ciudades que han sido presas del narcomenudeo y de la violencia.

Fue así, debida proporción guardada, como surgieron las autodefensas y los linchamientos de delincuentes en varios poblados.

En Valle Don Camilo sucede el mismo fenómeno. La falta de orden obliga a los vecinos a ponerlo ellos mismos y la autoridad no puede hacer nada ante la decisión vecinal. No tiene autoridad para hacerlos.

Las inmediaciones del mercado son un ejemplo de ellos. Del descuido y la falta de autoridad.

Valle Don Camilo está ahogado y a nadie parece interesarle, la reacción de los vecinos tiene sentido.

Mientras los ciudadanos siguen viviendo en el desorden de la ciudad, los políticos están en la lucha por el poder y no en lo que le interesa a la gente. Parecen no comprender que si siguen haciendo mal las cosas, lo está en juego es el futuro de sus propios hijos. Son tiempos electorales y la gente va a decidir. Las biografías de los candidatos van acompañadas del desastre de la ciudad y del deterioro en su calidad de vida.

En Toluca, como en el valle, las autoridades siguen pensando que la modernidad de la ciudad está en función de tener centros comerciales, de ir liquidando al pequeño comercio local, de hacer que el equilibrio ecológico se pierda, de sólo atender problemas que les den rentabilidad electoral y les asegure a ellos sus altos niveles de vida mientras deterioran al resto de la gente. Un principio es básico. Nadie debe violar la ley pero la autoridad menos.


Las bardas de Ciprés y Valle Don Camilo: otra lectura

Unos vecinos colocan una barda en una calle de la colonia Ciprés, otros cierran calles en Valle Don Camilo. Otros más reaccionan y protestan. La autoridad actúa, previos dictámenes dicen, durante la noche para derrumbarlas.

Es una muestra más del desorden en que vive prácticamente todo el valle de Toluca.

Los movimientos urbanos que se avecinan, y que se irán incrementando en los hechos, son una protesta silenciosa y activa y tienen su origen en la falta de autoridad y la anarquía que se vive en el municipio desde hace décadas.

Los ciudadanos buscan reaccionar ante este desorden, la inseguridad, los permisos otorgados sin cuidado sobre el impacto que se tiene en la vida vecinal, la aparición de valet parking quienes toman prácticamente todas las calles a la falta de exigencia de la autoridad para que los establecimientos cuenten con lugares de estacionamiento, el privilegio y violación constante sobre el uso del suelo, la invasión de taxistas en lugares de circulación (ya se pusieron algunos en torno al perímetro de la Alameda, frente al mercado Morelos o en los accesos de la zona de la Maquinita), la construcción de edificios que violan la normatividad y se hacen sin permiso de la autoridad (están en la calle de Hidalgo, de Matamoros, de Felipe Villanueva y en los alrededores del Estadio del Toluca). Si algunos actúan con impunidad ¿por qué no lo pueden hacer otros?, se preguntan los toluqueños. La autoridad viola la normatividad sólo porque es la autoridad reproduciendo uno de los fenómenos que más daño le han hecho a la sociedad mexicana: pensar que las ciudades son propiedad de quienes las gobiernan. La construcción de un estacionamiento en Hidalgo y Pedro Ascencio es el mejor ejemplo, como lo fue la autorización del derrumbe de árboles del Paseo Colón a una empresa o el cambio del cauce del río Verdiguel a los constructores de El Molino quienes ya se apropiaron, por años, de una parte de la calle de Lerdo mientras hacen lo que les venga en gana.

Los ciudadanos se desesperan y la ciudad los está exacerbando.

Y tienen derecho a defenderse.

La calle de Venustiano Carranza, en Ciprés, se ha convertido en una cantina, no importa que esté cerca una escuela y que haya una zona habitacional cuya vida se ha visto alterada por el consumo de droga y de alcohol en exceso. Es el principio de muchas ciudades que han sido presas del narcomenudeo y de la violencia.

Fue así, debida proporción guardada, como surgieron las autodefensas y los linchamientos de delincuentes en varios poblados.

En Valle Don Camilo sucede el mismo fenómeno. La falta de orden obliga a los vecinos a ponerlo ellos mismos y la autoridad no puede hacer nada ante la decisión vecinal. No tiene autoridad para hacerlos.

Las inmediaciones del mercado son un ejemplo de ellos. Del descuido y la falta de autoridad.

Valle Don Camilo está ahogado y a nadie parece interesarle, la reacción de los vecinos tiene sentido.

Mientras los ciudadanos siguen viviendo en el desorden de la ciudad, los políticos están en la lucha por el poder y no en lo que le interesa a la gente. Parecen no comprender que si siguen haciendo mal las cosas, lo está en juego es el futuro de sus propios hijos. Son tiempos electorales y la gente va a decidir. Las biografías de los candidatos van acompañadas del desastre de la ciudad y del deterioro en su calidad de vida.

En Toluca, como en el valle, las autoridades siguen pensando que la modernidad de la ciudad está en función de tener centros comerciales, de ir liquidando al pequeño comercio local, de hacer que el equilibrio ecológico se pierda, de sólo atender problemas que les den rentabilidad electoral y les asegure a ellos sus altos niveles de vida mientras deterioran al resto de la gente. Un principio es básico. Nadie debe violar la ley pero la autoridad menos.