/ lunes 26 de marzo de 2018

Contexto

El regreso del gasolinas a escala mayor

 

José Luis tiene trece años. Parece ser un niño normal de una familia de la Colonia Seminario, era un buen estudiante hasta hace dos años en que empezó a trabajar en una carpintería como ayudante. Ahí, entre el entusiasmo de la madre porque ya entraría más dinerito a la casa y el del niño pues le daba tiempo de ir a la escuela aunque se desvelará por las noches estudiando, se empezó a ser adicto a los solventes.

El uso de barniz, de Resistol, poco a poco y de manera inconsciente se fue despertando en él el gusto por los olores de los solventes. Él no lo buscó pues, incluso, no sabía de su existencia. Se hizo adicto de manera inconsciente, sin quererlo y casi sin que nadie se diera cuenta. Bajo de calificaciones y empezó a tener problemas de aprendizaje.

Cada día le urgía llegar a la carpintería para olerlo hasta que empezó a robarse un poquito de solvente cada día y se lo llevaba a su casa para, simplemente olerlo por las noches.

Al principio le daba una sensación agradable de bienestar hasta que su madre se dio cuenta por los vómitos y la falta de coordinación motriz que presentaba. Se había hecho adicto a los solventes.

Esta semana el Instituto Mexiquense contra las Adicciones inició una campaña para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del problema.

El problema es mayúsculo. Afecta sobre todo a los niños entre los ocho y los diecisiete años, es decir, aquellos que van en la primaria, la secundaria y la preparatoria. Tan solo en la Ciudad de México hay cerca de sesenta mil niños que consumen inhalantes, un poco más en el Estado de México.

Con ellos se inicia el camino a las drogas. Después vendrá la mariguana, el cristal, el crack. Una cadena de perversa de adicción.

Se adquieren fácilmente. Es el tiner, el PVC, cualquier tipo de barnices que los puede uno encontrar en prácticamente cualquier tienda. Y se les puede adquirir a cualquier edad. Su control o es nulo o es no controlado. Hoy en día se hace cada vez más sofisticado con la venta de mamilas en las que al solvente se le agregan saborizantes y con ello se amplía su consumo a otros sectores de la sociedad sobre todo mujeres.

Miles de niños se van incorporando a su consumo. Es la droga de más alto crecimiento en nuestro país (cerda del cinco por ciento anual). El sesenta y nueve por ciento de las personas que tiene alguna adicción empezaron con solventes. Después del consumo del tabaco y el alcohol (drogas legalizadas), el consumo de los inhalantes muestra una tendencia creciente.

Mientras la sociedad se entretiene con el debate sobre la legalización de la marihuana, el problema del consumo de los inhalantes parece secundario y mientras crece sin parar.

Sus daños al organismo son muy significativos: temblores, falta de coordinación, reducción de la memoria, afectaciones a órganos vitales y en general deterioro del organismo.

Hace años en Toluca existía un personaje que deambula por las calles inhalando el olor de la gasolina con un pañuelo que llevaba en su mano y se acercaba a la boca. Su caminar era errático, pedía limosna, se le veía con su ropa azul y su olor inconfundible a lo lejos. Quienes eramos niños nos divertíamos con él. Era uno de los personajes de Toluca junto con María Felix.

Hoy el gasolinas está regresando en su versión más dramática…pero en las aulas.

 

El regreso del gasolinas a escala mayor

 

José Luis tiene trece años. Parece ser un niño normal de una familia de la Colonia Seminario, era un buen estudiante hasta hace dos años en que empezó a trabajar en una carpintería como ayudante. Ahí, entre el entusiasmo de la madre porque ya entraría más dinerito a la casa y el del niño pues le daba tiempo de ir a la escuela aunque se desvelará por las noches estudiando, se empezó a ser adicto a los solventes.

El uso de barniz, de Resistol, poco a poco y de manera inconsciente se fue despertando en él el gusto por los olores de los solventes. Él no lo buscó pues, incluso, no sabía de su existencia. Se hizo adicto de manera inconsciente, sin quererlo y casi sin que nadie se diera cuenta. Bajo de calificaciones y empezó a tener problemas de aprendizaje.

Cada día le urgía llegar a la carpintería para olerlo hasta que empezó a robarse un poquito de solvente cada día y se lo llevaba a su casa para, simplemente olerlo por las noches.

Al principio le daba una sensación agradable de bienestar hasta que su madre se dio cuenta por los vómitos y la falta de coordinación motriz que presentaba. Se había hecho adicto a los solventes.

Esta semana el Instituto Mexiquense contra las Adicciones inició una campaña para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del problema.

El problema es mayúsculo. Afecta sobre todo a los niños entre los ocho y los diecisiete años, es decir, aquellos que van en la primaria, la secundaria y la preparatoria. Tan solo en la Ciudad de México hay cerca de sesenta mil niños que consumen inhalantes, un poco más en el Estado de México.

Con ellos se inicia el camino a las drogas. Después vendrá la mariguana, el cristal, el crack. Una cadena de perversa de adicción.

Se adquieren fácilmente. Es el tiner, el PVC, cualquier tipo de barnices que los puede uno encontrar en prácticamente cualquier tienda. Y se les puede adquirir a cualquier edad. Su control o es nulo o es no controlado. Hoy en día se hace cada vez más sofisticado con la venta de mamilas en las que al solvente se le agregan saborizantes y con ello se amplía su consumo a otros sectores de la sociedad sobre todo mujeres.

Miles de niños se van incorporando a su consumo. Es la droga de más alto crecimiento en nuestro país (cerda del cinco por ciento anual). El sesenta y nueve por ciento de las personas que tiene alguna adicción empezaron con solventes. Después del consumo del tabaco y el alcohol (drogas legalizadas), el consumo de los inhalantes muestra una tendencia creciente.

Mientras la sociedad se entretiene con el debate sobre la legalización de la marihuana, el problema del consumo de los inhalantes parece secundario y mientras crece sin parar.

Sus daños al organismo son muy significativos: temblores, falta de coordinación, reducción de la memoria, afectaciones a órganos vitales y en general deterioro del organismo.

Hace años en Toluca existía un personaje que deambula por las calles inhalando el olor de la gasolina con un pañuelo que llevaba en su mano y se acercaba a la boca. Su caminar era errático, pedía limosna, se le veía con su ropa azul y su olor inconfundible a lo lejos. Quienes eramos niños nos divertíamos con él. Era uno de los personajes de Toluca junto con María Felix.

Hoy el gasolinas está regresando en su versión más dramática…pero en las aulas.