/ lunes 26 de noviembre de 2018

Contexto


El capital ya no ayuda al bienestar de las sociedades

Los esquemas de desarrollo financiero y del dominio del capital están cambiando en todo el mundo. Al menos su percepción. Apenas se empiezan a ver los primeros síntomas.

Las sociedades son cada vez más sensibles a ello.

Lo perciben las poblaciones de los países desarrollados o los que están en vías de serlo. En efecto, hace algunos meses en una encuesta entre los franceses, éstos consideraron que uno de los factores más negativos para la sociedad lo era el capital financiero que cada vez tenía más poder.

No les falta razón ni les sobran argumentos.

Los gobiernos y las clases políticas se siguen atemorizando ante las calificadoras de riesgos, por los movimientos de la bolsa o bien por lo que se llama la percepción de la confianza para la inversión.

Durante décadas el Fondo Monetario Internacional ha aplicado las mismas recetas que tienen sumidos a pueblos completos en la miseria, el hambre, la pobreza.

Las formulas de la confianza han servido de poco para mejorar las condiciones de vida de los marginados del desarrollo y del bienestar.

Por el contrario, la concentración del ingreso se ha ido haciendo mayor y las sociedades son cada vez más desiguales.

Sus resultados están a la vista.

Es fácil enumerar algunos.

1.La confianza al capital no ha permitido generar los empleos suficientes para que muchos salgan de los niveles de pobreza. Ese déficit ha sido ocupado no solo por la economía informal sino por el crimen organizado que comprende sectores como el mercado de las drogas, en de los automóviles robados, la trata de personas, el robo de gasolina (huachicoleros). El capital es cómodo.

2.El tipo de inversiones que se orientan desde las políticas públicas benefician a los grandes capitales que no necesariamente crean los empleos y la calidad que se requieren ni a nivel regional ni local. Muchas de esas son inversiones cuya producción por unidad de capital son menores a aquellas inversiones que son más pequeñas y generan mayor bienestar en núcleos marginados.

3.La actitud de los bancos cuyos niveles de utilidades, particularmente en México, alcanzan niveles que llegan a la usura y que con mucho significan ganancias que se podrían llamar como inmorales. Los ejemplos sobran. Los ejemplos sobran: durante la crisis de los bancos en España, principalmente Santander y Bancomer, las ganancias de sus bancos en México permitió financiar y evitar la quiebra de sus matrices en España. Las exportaciones de dinero ganado en México alcanzó cifras, en promedio, cercanas a los ocho mil millones de dólares por banco. Además las tasas que cobran en México son de casi 18 puntos sobre las que se cobran en España. Es el mismo caso de los otros bancos. Eso se debe moderar. De ello depende la subsistencia misma de la banca.

4.Cada vez que el sistema financiero entra en crisis, como ya sucedió en México con la crisis de los años 90 y otras como la de Lehman Brothers, que afectó a toda la economía del mundo o la burbuja inmobiliaria en España, es el Estado y los contribuyentes los que tienen que ir al rescate con el costo social que ello implica.

En consecuencia mantener al capital contento no significa necesariamente que eso construya sociedades más estables. En el caso de los países en desarrollo en los que los espacios de marginados están siendo ocupados por el crimen organizado en el que encuentra el medio propicio para dar ingreso a comunidades completas en donde incluso sustituye al Estado en las funciones de seguridad o de bienestar. El ejemplo de Colombia, de El Salvador, de Honduras o de México es ilustrativo.

En consecuencia, para mejorar la vida de muchas sociedades es importante cuestionar el paradigma actual para encontrar nuevos equilibrios que permitan reubicar el papel del capital en el desarrollo de las sociedades. Ya no hay de otra. El mundo ya no puede desarrollarse así y muchas sociedades seguir padeciendo temor, inseguridad y violencia.

Pero de ellos seguiremos conversando.


El capital ya no ayuda al bienestar de las sociedades

Los esquemas de desarrollo financiero y del dominio del capital están cambiando en todo el mundo. Al menos su percepción. Apenas se empiezan a ver los primeros síntomas.

Las sociedades son cada vez más sensibles a ello.

Lo perciben las poblaciones de los países desarrollados o los que están en vías de serlo. En efecto, hace algunos meses en una encuesta entre los franceses, éstos consideraron que uno de los factores más negativos para la sociedad lo era el capital financiero que cada vez tenía más poder.

No les falta razón ni les sobran argumentos.

Los gobiernos y las clases políticas se siguen atemorizando ante las calificadoras de riesgos, por los movimientos de la bolsa o bien por lo que se llama la percepción de la confianza para la inversión.

Durante décadas el Fondo Monetario Internacional ha aplicado las mismas recetas que tienen sumidos a pueblos completos en la miseria, el hambre, la pobreza.

Las formulas de la confianza han servido de poco para mejorar las condiciones de vida de los marginados del desarrollo y del bienestar.

Por el contrario, la concentración del ingreso se ha ido haciendo mayor y las sociedades son cada vez más desiguales.

Sus resultados están a la vista.

Es fácil enumerar algunos.

1.La confianza al capital no ha permitido generar los empleos suficientes para que muchos salgan de los niveles de pobreza. Ese déficit ha sido ocupado no solo por la economía informal sino por el crimen organizado que comprende sectores como el mercado de las drogas, en de los automóviles robados, la trata de personas, el robo de gasolina (huachicoleros). El capital es cómodo.

2.El tipo de inversiones que se orientan desde las políticas públicas benefician a los grandes capitales que no necesariamente crean los empleos y la calidad que se requieren ni a nivel regional ni local. Muchas de esas son inversiones cuya producción por unidad de capital son menores a aquellas inversiones que son más pequeñas y generan mayor bienestar en núcleos marginados.

3.La actitud de los bancos cuyos niveles de utilidades, particularmente en México, alcanzan niveles que llegan a la usura y que con mucho significan ganancias que se podrían llamar como inmorales. Los ejemplos sobran. Los ejemplos sobran: durante la crisis de los bancos en España, principalmente Santander y Bancomer, las ganancias de sus bancos en México permitió financiar y evitar la quiebra de sus matrices en España. Las exportaciones de dinero ganado en México alcanzó cifras, en promedio, cercanas a los ocho mil millones de dólares por banco. Además las tasas que cobran en México son de casi 18 puntos sobre las que se cobran en España. Es el mismo caso de los otros bancos. Eso se debe moderar. De ello depende la subsistencia misma de la banca.

4.Cada vez que el sistema financiero entra en crisis, como ya sucedió en México con la crisis de los años 90 y otras como la de Lehman Brothers, que afectó a toda la economía del mundo o la burbuja inmobiliaria en España, es el Estado y los contribuyentes los que tienen que ir al rescate con el costo social que ello implica.

En consecuencia mantener al capital contento no significa necesariamente que eso construya sociedades más estables. En el caso de los países en desarrollo en los que los espacios de marginados están siendo ocupados por el crimen organizado en el que encuentra el medio propicio para dar ingreso a comunidades completas en donde incluso sustituye al Estado en las funciones de seguridad o de bienestar. El ejemplo de Colombia, de El Salvador, de Honduras o de México es ilustrativo.

En consecuencia, para mejorar la vida de muchas sociedades es importante cuestionar el paradigma actual para encontrar nuevos equilibrios que permitan reubicar el papel del capital en el desarrollo de las sociedades. Ya no hay de otra. El mundo ya no puede desarrollarse así y muchas sociedades seguir padeciendo temor, inseguridad y violencia.

Pero de ellos seguiremos conversando.