/ lunes 4 de marzo de 2019

Contexto

Los adefesios de Toluca

Hay cosas que afean a una ciudad. Eso le puede ocurrir a cualquiera.

Pero hacerlo de manera constante parece solo sucederle a Toluca.

Solo caminar el centro se observa el tamaño de la tragedia.

He aquí alguno de los adefesios.

Adefesio UNO. Se empieza por la horrible torre de teléfonos en la calle de Hidalgo construida hace ya muchas décadas y que a nadie parece preocuparle darle un sentido más estético o al menos arreglarla, ponerle unos murales, colgarle esculturas o la menos pintarla de colores como si fuera un atractivo turístico.

Adefesio DOS: Sigue uno caminando por la calle de Hidalgo rumbo a la Alameda y se topa uno en la calle de Matamoros con la construcción de una torre siempre inacabada, sin aparente permiso de construcción, violando todos los reglamentos y afeando, una vez más al centro de la ciudad. Es horrible porque tal vez sintetiza como la ciudad ha sido víctima de la prepotencia y la arbitrariedad.

Adefesio TRES. Uno, sigue por ese rumbo hacia la Alameda, y no puede uno dejar de ver el deterioro de las administraciones anteriores de los Portales de Toluca, llenos ahora de tiendas que le han robado su sentido de espacio propio para la convivencia con sus olores a papas fritas corrientes, a grasa de las franquicias que solo engordan a los habitantes de la ciudad.

Adefesio CUATRO. En ese rumbo a la Alameda se encuentra otra vez con otro edificio horrible que vino a sustituir al antiguo jardín diseñado por Luis Nishisahua y que alguna vez se pretendió fuera de arte por encontrarse cerca de la Casa de la Cultura. Ahora ese espacio de estacionamiento oscurece al centro, lo afea aún más y ni siquiera se tuvo el cuidado de darle algún sentido estético que disminuyera su fealdad. Otro ejemplo más de la negligencia de las autoridades.

Adefesio CINCO. Cruza uno la Alameda y la frustración crece de manera descomunal. Se trata de llegar por la calle de Quintana Roo a Lerdo y se encuentra con un complejo de torres apretadas entre sí, sin casi espacios entre ellas, sin áreas verdes previstas, vendidas como el gran proyecto inmobiliario de Toluca que por un lado provocó la pérdida de un patrimonio histórico de la ciudad que bien pudo ser un espacio para la difusión y promoción de la cultura al integrarse en un circuito al Teatro Morelos y ofrecerle una cara más moderna y de mayor proyección a la ciudad. Esta es la síntesis de que el capital, el dinero y su ritmo sigue siendo lo importante frente al interés social. Cabe señalar que se afectó el cauce natural del rio con las consecuencias imprevisibles de lo que puede ocurrir en el futuro.

Adefesio CINCO. Sigue uno caminando y ya se anuncia un nuevo adefesio en la calle de 21 de marzo en donde ya se levantan las varillas de nuevas torres inmensas, seguramente horribles como sus vecinas de El Molino, sin permiso visible de la autoridad y que van a contribuir al deterioro aún más grande del centro de la ciudad.

Y así puede seguir uno caminando la ciudad.

Uno puede llegar a la zona en donde uno vive y las tragedias siguen.

Adefesio SEIS por venir. Pasa uno por la calle de Vicente Guerrero y se puede observar como de manera clandestina operan un estacionamiento y durante la tarde se introduce material para iniciar lo que seguramente, dicen los vecinos, será un complejo comercial y habitacional que solo va a deteriorar la vida de las colonias Morelos, San Buenaventura y San Bernardino.

Una calle convertida en estacionamiento, en parada de autobuses sin autoridad alguna que meta orden de una vez por todas.

Se podrían enumerar más. La lista ya es infinita. Hay responsables, desde luego, identificados: las administraciones municipales que autorizaron esas construcciones y que solo dejan un olor a corrupción, a servilismo frente a los dueños del dinero y del poder y a la falta de dignidad para defender a la ciudad y a su desarrollo.

Urge establecer mecanismos que transparenten esos procesos de otorgamiento de permisos. Porque no, una contraloría social que le de claridad a ese tipo de permisos.

Los desarrolladores llegan, se llevan el dinero, y le dejan a la ciudad innumerables de problemas de recolección de basura, de movilidad, de circulación, de contaminación visual e ambiental.

Ellos ganan y como siempre la ciudad es la que pierde.






Los adefesios de Toluca

Hay cosas que afean a una ciudad. Eso le puede ocurrir a cualquiera.

Pero hacerlo de manera constante parece solo sucederle a Toluca.

Solo caminar el centro se observa el tamaño de la tragedia.

He aquí alguno de los adefesios.

Adefesio UNO. Se empieza por la horrible torre de teléfonos en la calle de Hidalgo construida hace ya muchas décadas y que a nadie parece preocuparle darle un sentido más estético o al menos arreglarla, ponerle unos murales, colgarle esculturas o la menos pintarla de colores como si fuera un atractivo turístico.

Adefesio DOS: Sigue uno caminando por la calle de Hidalgo rumbo a la Alameda y se topa uno en la calle de Matamoros con la construcción de una torre siempre inacabada, sin aparente permiso de construcción, violando todos los reglamentos y afeando, una vez más al centro de la ciudad. Es horrible porque tal vez sintetiza como la ciudad ha sido víctima de la prepotencia y la arbitrariedad.

Adefesio TRES. Uno, sigue por ese rumbo hacia la Alameda, y no puede uno dejar de ver el deterioro de las administraciones anteriores de los Portales de Toluca, llenos ahora de tiendas que le han robado su sentido de espacio propio para la convivencia con sus olores a papas fritas corrientes, a grasa de las franquicias que solo engordan a los habitantes de la ciudad.

Adefesio CUATRO. En ese rumbo a la Alameda se encuentra otra vez con otro edificio horrible que vino a sustituir al antiguo jardín diseñado por Luis Nishisahua y que alguna vez se pretendió fuera de arte por encontrarse cerca de la Casa de la Cultura. Ahora ese espacio de estacionamiento oscurece al centro, lo afea aún más y ni siquiera se tuvo el cuidado de darle algún sentido estético que disminuyera su fealdad. Otro ejemplo más de la negligencia de las autoridades.

Adefesio CINCO. Cruza uno la Alameda y la frustración crece de manera descomunal. Se trata de llegar por la calle de Quintana Roo a Lerdo y se encuentra con un complejo de torres apretadas entre sí, sin casi espacios entre ellas, sin áreas verdes previstas, vendidas como el gran proyecto inmobiliario de Toluca que por un lado provocó la pérdida de un patrimonio histórico de la ciudad que bien pudo ser un espacio para la difusión y promoción de la cultura al integrarse en un circuito al Teatro Morelos y ofrecerle una cara más moderna y de mayor proyección a la ciudad. Esta es la síntesis de que el capital, el dinero y su ritmo sigue siendo lo importante frente al interés social. Cabe señalar que se afectó el cauce natural del rio con las consecuencias imprevisibles de lo que puede ocurrir en el futuro.

Adefesio CINCO. Sigue uno caminando y ya se anuncia un nuevo adefesio en la calle de 21 de marzo en donde ya se levantan las varillas de nuevas torres inmensas, seguramente horribles como sus vecinas de El Molino, sin permiso visible de la autoridad y que van a contribuir al deterioro aún más grande del centro de la ciudad.

Y así puede seguir uno caminando la ciudad.

Uno puede llegar a la zona en donde uno vive y las tragedias siguen.

Adefesio SEIS por venir. Pasa uno por la calle de Vicente Guerrero y se puede observar como de manera clandestina operan un estacionamiento y durante la tarde se introduce material para iniciar lo que seguramente, dicen los vecinos, será un complejo comercial y habitacional que solo va a deteriorar la vida de las colonias Morelos, San Buenaventura y San Bernardino.

Una calle convertida en estacionamiento, en parada de autobuses sin autoridad alguna que meta orden de una vez por todas.

Se podrían enumerar más. La lista ya es infinita. Hay responsables, desde luego, identificados: las administraciones municipales que autorizaron esas construcciones y que solo dejan un olor a corrupción, a servilismo frente a los dueños del dinero y del poder y a la falta de dignidad para defender a la ciudad y a su desarrollo.

Urge establecer mecanismos que transparenten esos procesos de otorgamiento de permisos. Porque no, una contraloría social que le de claridad a ese tipo de permisos.

Los desarrolladores llegan, se llevan el dinero, y le dejan a la ciudad innumerables de problemas de recolección de basura, de movilidad, de circulación, de contaminación visual e ambiental.

Ellos ganan y como siempre la ciudad es la que pierde.