/ lunes 25 de marzo de 2019

Contexto


París, de burdel a ciudad del amor

Paris es la imagen de la ciudad del amor.

Miles de parejas de todo el mundo se dan cita cada día para declarárselo, pedir matrimonio o simplemente reafirmar las pasiones que se pueden perder por el transcurrir del tiempo, de la costumbre, de la rutina.

Pero ¿ha sido siempre Paris la ciudad del amor romántico, el amor ideal?

La respuesta es no.

Hubo un tiempo en que a Paris se le conocía como el burdel de Europa. Hombres de casi toda Europa se daban cita en ese, que se podría decir, era el principal atractivo turístico de Paris.

Pero la historia no viene de muy lejos, data de finales del siglo XIX.

En aquella época la población masculina era superior a la femenina. Menos mujeres con relación a los hombres: El negocio de la prostitución floreció. En el centro de Paris, cientos de hombres formaban colas para esperar su turno (se les entregaba un boleto numerado) en las puertas de las prostitutas quienes podían tener relaciones hasta por sesenta veces al día. Era una actividad floreciente.

Pero al lado de esas historias que se reproducían en Nueva York, en Berlín, en Londres producto de la revolución industrial, de nuevas relaciones de trabajo y familiares hay otras que fueron reforzando la actividad de la prostitución en Paris sobre todo vinculada al papel de la mujer casada dentro de la sociedad.

En efecto, las relaciones entre la mujer casada y su marido estaban sujetas a muchos códigos de comportamiento. La mujer casada no debía ser objeto de pasión amorosa, no tener actitud seductora ni provocadora frente a su marido. Si esta, en tanto mujer casada, tenía una actitud cercana a la seducción frente a su marido, este la rechazaba. Era mal visto pues se encontraba cerca de la prostitución. No se podía ser puta y madre y esposa al mismo tiempo.

Sin embargo, en la calle, florecía el negocio de la prostitución que eran frecuentadas por los hombres casados.

De ahí se escribieron historias notables de Paris narradas por escritores y pintores: Nana de Emile Zola, personaje femenino que después de seducir abandona a los hombres a su suerte o las pinturas de Toulouse Lautrec que pintaba la vida nocturna de Paris, entre otros.

Así que los hombres casados y los solterones también salían a las calles a buscar la pasión, el sexo más libre, a vivir las fantasías que se prohibían en sus propios hogares para conservar la integridad moral de sus esposas.

Incluso era bien visto salir con las prostitutas más celebres de Paris y llevarlas a los restaurantes. Un hombre acompañado de una prostituta famosa recibía aplausos al entrar a un restaurante, era un símbolo de prestigio y de hombría.

Esas relaciones, en Paris, a diferencia de otras ciudades era más visible y se constituyó en atractivo para muchos hombres de Europa, principalmente, quienes venían a Paris a disfrutar los placares del amor.

Pronto cambiaron las relaciones entre el hombre y la mujer. La mujer se liberó más a través del trabajo. Las relaciones marido mujer se fueron transformando pero Paris siguió siendo, por ese sentido de apertura, una ciudad referente del amor. Paso del amor pasional al amor romántico. Hoy conviven las dos como elemento que sigue haciendo de Paris una de la ciudades más visitadas del mundo. En el fondo, el espíritu de sus habitantes, sigue siendo fundamentalmente conservador en sus relaciones mujer-hombre.

Dos vidas, dos comportamientos, dos sentimientos siempre diferentes entre la noche y el día. Dos caras que le siguen dando a Paris esa magia que ha sabido construir a lo largo del tiempo: una la del placer y otra la del amor. Lugar de la seducción pero también del conflicto.


París, de burdel a ciudad del amor

Paris es la imagen de la ciudad del amor.

Miles de parejas de todo el mundo se dan cita cada día para declarárselo, pedir matrimonio o simplemente reafirmar las pasiones que se pueden perder por el transcurrir del tiempo, de la costumbre, de la rutina.

Pero ¿ha sido siempre Paris la ciudad del amor romántico, el amor ideal?

La respuesta es no.

Hubo un tiempo en que a Paris se le conocía como el burdel de Europa. Hombres de casi toda Europa se daban cita en ese, que se podría decir, era el principal atractivo turístico de Paris.

Pero la historia no viene de muy lejos, data de finales del siglo XIX.

En aquella época la población masculina era superior a la femenina. Menos mujeres con relación a los hombres: El negocio de la prostitución floreció. En el centro de Paris, cientos de hombres formaban colas para esperar su turno (se les entregaba un boleto numerado) en las puertas de las prostitutas quienes podían tener relaciones hasta por sesenta veces al día. Era una actividad floreciente.

Pero al lado de esas historias que se reproducían en Nueva York, en Berlín, en Londres producto de la revolución industrial, de nuevas relaciones de trabajo y familiares hay otras que fueron reforzando la actividad de la prostitución en Paris sobre todo vinculada al papel de la mujer casada dentro de la sociedad.

En efecto, las relaciones entre la mujer casada y su marido estaban sujetas a muchos códigos de comportamiento. La mujer casada no debía ser objeto de pasión amorosa, no tener actitud seductora ni provocadora frente a su marido. Si esta, en tanto mujer casada, tenía una actitud cercana a la seducción frente a su marido, este la rechazaba. Era mal visto pues se encontraba cerca de la prostitución. No se podía ser puta y madre y esposa al mismo tiempo.

Sin embargo, en la calle, florecía el negocio de la prostitución que eran frecuentadas por los hombres casados.

De ahí se escribieron historias notables de Paris narradas por escritores y pintores: Nana de Emile Zola, personaje femenino que después de seducir abandona a los hombres a su suerte o las pinturas de Toulouse Lautrec que pintaba la vida nocturna de Paris, entre otros.

Así que los hombres casados y los solterones también salían a las calles a buscar la pasión, el sexo más libre, a vivir las fantasías que se prohibían en sus propios hogares para conservar la integridad moral de sus esposas.

Incluso era bien visto salir con las prostitutas más celebres de Paris y llevarlas a los restaurantes. Un hombre acompañado de una prostituta famosa recibía aplausos al entrar a un restaurante, era un símbolo de prestigio y de hombría.

Esas relaciones, en Paris, a diferencia de otras ciudades era más visible y se constituyó en atractivo para muchos hombres de Europa, principalmente, quienes venían a Paris a disfrutar los placares del amor.

Pronto cambiaron las relaciones entre el hombre y la mujer. La mujer se liberó más a través del trabajo. Las relaciones marido mujer se fueron transformando pero Paris siguió siendo, por ese sentido de apertura, una ciudad referente del amor. Paso del amor pasional al amor romántico. Hoy conviven las dos como elemento que sigue haciendo de Paris una de la ciudades más visitadas del mundo. En el fondo, el espíritu de sus habitantes, sigue siendo fundamentalmente conservador en sus relaciones mujer-hombre.

Dos vidas, dos comportamientos, dos sentimientos siempre diferentes entre la noche y el día. Dos caras que le siguen dando a Paris esa magia que ha sabido construir a lo largo del tiempo: una la del placer y otra la del amor. Lugar de la seducción pero también del conflicto.