/ lunes 11 de diciembre de 2017

Contexto

Continuamos bajando rápidamente. La lluvia y el frío se hacen más intensos. Observo, en el ya atardecer, el pavimento mojado y el verde de la naturaleza que nos envuelve. Sólo se escucha el rrrrrrrrr… del coche que ahora se limpia del lodo acumulado. Mientras sigo reproduciendo la conversación con Madaí…de su viaje. Me contó, después de haberse comido los derrumbes uno a uno, despacito, que “se siente primero una sensación de adormecimiento…como que te vas…después de un rato, pus el tiempo se pierde, el efecto comenzó…la vista se me distorsionó y como si estuviera en una cuarto de espejos de la feria, todo lo que me rodeaba lo empecé a mirar grande, ancho o angosto, todo se deformaba y mi cuerpo parecía todo de algodón, como que flotaba. Mientras más pasaba el tiempo más raro sentía…hasta que hubo un momento en que me dio mucho sueño…y opté por irme a dormir. Me acosté con toda mi ropa y zapatos, pero no me dejó dormir. Cada vez que cerraba mis ojos me miraba acostada sobre una piedra y tapada con una hoja… Sentía mucho frío y después de mucho rato me dieron muchas ganas de caminar. Eran ya casi las nueve de la noche por lo que me acuerdo.

“Salí de la casa de mi mamá y la noche estaba llena de estrellas, las cuales podía tocar una a una con solo estirar mi nao. No sé cuánto tiempo me haría de la casa de mi mamá a la casa de mi abuelo, pero al llegar a casa mi abuelo todo el cielo se formó como de auroras de colores vivos moviéndose de un lado al otro… me sentía tan a gusto mirando todos esos colores en el cielo que me invitaba a la paz… De pronto, en un abrir y cerrar de ojos aparece una persona a lo lejos…Todo cambia, todo se pone oscuro y no hay ninguna estrella en el cielo… sentí un frío que me calaba más allá de lo normal… La persona se me acerca y discutimos… No me puedo controlar, mis emociones saltan, y me recalca porque…son los problemas que tengo en ese momento me dice una y otra vez cuales que son los motivos por los cuales estoy así. Seguimos discutiendo me hace llorar… No puedo ya sentir los latidos de mi corazón… Siento ganas de golpearla... Cuando de repente un abrazo y en mí  todo se ilumina como si fuera de día, el pasto luce verde, muy verde y hay muchas flores. Mi respiración vuelve a ser normal. El abrazo era de mi amigo, mi mejor amigo  quien me abraza y me tranquiliza….me dice que todo estará bien, que todo es parte del efecto de los hongos. Estoy más tranquila. Me lleva a mi cuarto y me dice que no salga de ahí… que ahí estaré bien porque apenas vendrá lo más importante.

“Me quedo sola, él se va y yo me quedo en el cuarto. Me siento en la cama, después de un rato escucho muchas voces de la mamá de mi amigo y su familia, quienes preguntan por mí, él… No sabía qué pasaba, me preocupé mucho, pero no podía salir a buscarlo, pues debía permanecer adentro, encerrada en el cuarto, en mí misma. Trato de cerrar los ojos pero no puedo. Frente a mí hay un espejo grande. Comienzo a mirarme desde que era pequeña… Reflejo mi vida en el espejo, la recorro… Transcurrían los años, mis años, en ese cuarto, en ese espejo. Veía las imágenes conforme iba creciendo, jugando vestida diferente cada vez más, pero siempre sola, sin nadie a mi lado. Llega un momento donde las imágenes ya eran del presente y veía como empezaron mis problemas y porque fueron… Ahí descubrí la verdad de todo lo que pasaba en el presente y porque tenía problemas. Se detuvo el tiempo y las imágenes en mis ojos también me preparaban para el futuro, el cual yo le pedí al hongo que no quería ver más… Que era suficiente… Prefería que el futuro fuera incierto como es. Le di las gracias y pude por fin cerrar los ojos…

Al día siguiente me desperté… Lo primero que hice fue sentir como el aire entraba por cada una de las partes de mi cuerpo en el primer respiro de la mañana. Di gracias por terminar bien mi viaje. La mañana era soleada con mucho brillo… Lo que no entendía aún es como mi amigo llegó cuando lo necesitaba… ¿hubo una conexión entre los hongos que comió él y los que comí yo? Era lo único que podía explicarlo…”

Hasta aquí Madaí, su voz, sus recuerdos. Nunca nadie vio al amigo, ya el cuarto no era el mismo, así como tampoco la vida, ni el cielo podía con la mano tomar las estrellas.

Llegamos a Oaxaca. Las luces de la ciudad rompieron la magia de la naturaleza y de la selva. Atrás quedaron las cascadas maravillosas, los ríos, la lluvia, el rrrrrrrrr del razer y el viaje, los recuerdos, los colores, la voz y las sensaciones de Madaí.

Continuamos bajando rápidamente. La lluvia y el frío se hacen más intensos. Observo, en el ya atardecer, el pavimento mojado y el verde de la naturaleza que nos envuelve. Sólo se escucha el rrrrrrrrr… del coche que ahora se limpia del lodo acumulado. Mientras sigo reproduciendo la conversación con Madaí…de su viaje. Me contó, después de haberse comido los derrumbes uno a uno, despacito, que “se siente primero una sensación de adormecimiento…como que te vas…después de un rato, pus el tiempo se pierde, el efecto comenzó…la vista se me distorsionó y como si estuviera en una cuarto de espejos de la feria, todo lo que me rodeaba lo empecé a mirar grande, ancho o angosto, todo se deformaba y mi cuerpo parecía todo de algodón, como que flotaba. Mientras más pasaba el tiempo más raro sentía…hasta que hubo un momento en que me dio mucho sueño…y opté por irme a dormir. Me acosté con toda mi ropa y zapatos, pero no me dejó dormir. Cada vez que cerraba mis ojos me miraba acostada sobre una piedra y tapada con una hoja… Sentía mucho frío y después de mucho rato me dieron muchas ganas de caminar. Eran ya casi las nueve de la noche por lo que me acuerdo.

“Salí de la casa de mi mamá y la noche estaba llena de estrellas, las cuales podía tocar una a una con solo estirar mi nao. No sé cuánto tiempo me haría de la casa de mi mamá a la casa de mi abuelo, pero al llegar a casa mi abuelo todo el cielo se formó como de auroras de colores vivos moviéndose de un lado al otro… me sentía tan a gusto mirando todos esos colores en el cielo que me invitaba a la paz… De pronto, en un abrir y cerrar de ojos aparece una persona a lo lejos…Todo cambia, todo se pone oscuro y no hay ninguna estrella en el cielo… sentí un frío que me calaba más allá de lo normal… La persona se me acerca y discutimos… No me puedo controlar, mis emociones saltan, y me recalca porque…son los problemas que tengo en ese momento me dice una y otra vez cuales que son los motivos por los cuales estoy así. Seguimos discutiendo me hace llorar… No puedo ya sentir los latidos de mi corazón… Siento ganas de golpearla... Cuando de repente un abrazo y en mí  todo se ilumina como si fuera de día, el pasto luce verde, muy verde y hay muchas flores. Mi respiración vuelve a ser normal. El abrazo era de mi amigo, mi mejor amigo  quien me abraza y me tranquiliza….me dice que todo estará bien, que todo es parte del efecto de los hongos. Estoy más tranquila. Me lleva a mi cuarto y me dice que no salga de ahí… que ahí estaré bien porque apenas vendrá lo más importante.

“Me quedo sola, él se va y yo me quedo en el cuarto. Me siento en la cama, después de un rato escucho muchas voces de la mamá de mi amigo y su familia, quienes preguntan por mí, él… No sabía qué pasaba, me preocupé mucho, pero no podía salir a buscarlo, pues debía permanecer adentro, encerrada en el cuarto, en mí misma. Trato de cerrar los ojos pero no puedo. Frente a mí hay un espejo grande. Comienzo a mirarme desde que era pequeña… Reflejo mi vida en el espejo, la recorro… Transcurrían los años, mis años, en ese cuarto, en ese espejo. Veía las imágenes conforme iba creciendo, jugando vestida diferente cada vez más, pero siempre sola, sin nadie a mi lado. Llega un momento donde las imágenes ya eran del presente y veía como empezaron mis problemas y porque fueron… Ahí descubrí la verdad de todo lo que pasaba en el presente y porque tenía problemas. Se detuvo el tiempo y las imágenes en mis ojos también me preparaban para el futuro, el cual yo le pedí al hongo que no quería ver más… Que era suficiente… Prefería que el futuro fuera incierto como es. Le di las gracias y pude por fin cerrar los ojos…

Al día siguiente me desperté… Lo primero que hice fue sentir como el aire entraba por cada una de las partes de mi cuerpo en el primer respiro de la mañana. Di gracias por terminar bien mi viaje. La mañana era soleada con mucho brillo… Lo que no entendía aún es como mi amigo llegó cuando lo necesitaba… ¿hubo una conexión entre los hongos que comió él y los que comí yo? Era lo único que podía explicarlo…”

Hasta aquí Madaí, su voz, sus recuerdos. Nunca nadie vio al amigo, ya el cuarto no era el mismo, así como tampoco la vida, ni el cielo podía con la mano tomar las estrellas.

Llegamos a Oaxaca. Las luces de la ciudad rompieron la magia de la naturaleza y de la selva. Atrás quedaron las cascadas maravillosas, los ríos, la lluvia, el rrrrrrrrr del razer y el viaje, los recuerdos, los colores, la voz y las sensaciones de Madaí.