/ lunes 10 de enero de 2022

Contexto | Don´t Loook Up:  una sátira para bufones

Una lenta y silenciosa amenaza está a nuestro alrededor.

No la vemos. No la queremos ver.

La prisa y la búsqueda del placer por lo inmediato impuesta por una sociedad que solo invita a disfrutar el instante nos hace perder nuestro sentido, no ya de humanidad, que es tal vez mucho pedir, sino de la simple sobrevivencia por lo que viene en el futuro.

La frivolidad frente al devenir parece dominar muchas de las actitudes de todos. Somos felices, porque la vida se nos va, si sobrevivimos cada instante: es el principal legado de la pandemia.

Así estamos con la cabeza gacha. Todos miramos hacia abajo y nuestra vista no llega más allá que la punta de nuestros zapatos.

La reciente película de Adam McKay, Don´t Look Up (no miren hacia arriba) es una sátira a la actitud de la sociedad, de los políticos, de los científicos y de empresarios frente a cualquier problema que sea común a la humanidad y en la que este en juego su destino: una epidemia, el cambio climático, la guerra económica, el hambre, la pobreza, la migración.

Al exhibirlos se burla de todos y también de cada uno.

No queda ya de otra. La indiferencia es enorme. Sobre todo a la indiferencia fomentada desde quienes detentan el poder: si para el poder algo no existe solo basta con no mencionarlo y deja de existir (en México sabemos mucho de eso cada día).

En la película, dos científicos ( Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence), descubren que hay una amenaza para la humanidad…su descubrimiento empieza a desvelar los entramados y las dificultades a los que está sujeta la ciencia frente a los poderes político y económico y como las estructuras de los medios de comunicación masivos, muchas veces sin proponérselo, se prestan a ser los medios para difundir las “verdades y visiones” del poder.

Uno de los académicos cae en las redes de “las delicias del poder y del prestigio”, renuncia a mucho de su vida pasada solo para volver más tarde: lo seduce la fama, el sexo, el acceso a los privilegios de una sociedad que so es capaz de mirar hacia otro lado que no sea el que le imponga el poder y los medios.

La esplendida actuación de Meryl Streep (quien una vez dijo que Hollywood estaba enferma de juventud, porque todos querían ser jóvenes sin importar la edad) como Presidenta de Estados Unidos muestra la frivolidad a la que pueden llegar (en los tiempos actuales sobre todo) los dirigentes de muchos países cuyo entorno está lleno de bufones cuya actitud es complacer a quien detenta el poder y en ello se pone en juego el destino de la humanidad que está sujeta a los interés del poder económico y su relación con el poder político.

En la película se hace evidente que los problemas globales poco les interesan a las elites políticas. Que le cinismo parece dominar a la política y al discurso público por encima de la ciencia. Que los políticos se han convertido, junto con quienes los rodean, en los grandes bufones de nuestro tiempo.

El histrionismo de muchos sirve de espectáculo pero distrae a las sociedades de los principales problemas que le afectan, entre ellos y sobre todo el del cambio climático.

Eso lo desvela la película cuyo mensaje al final es, en sentido metafórico, la destrucción de la humanidad frente a la indiferencia y la frivolidad (esa que también le reprochan a Leonardo Di Caprio cuyo yate contribuye al deterioro del ambiente con 238 kilos de Dióxido de Carbono).

Todo al final es una ficción que solo muestra que en general, nadie tiene la vista más allá de la punta de sus zapatos y que los hombres del poder son solo bufones trágicos.



Correo: contextotoluca@gmail.com

Una lenta y silenciosa amenaza está a nuestro alrededor.

No la vemos. No la queremos ver.

La prisa y la búsqueda del placer por lo inmediato impuesta por una sociedad que solo invita a disfrutar el instante nos hace perder nuestro sentido, no ya de humanidad, que es tal vez mucho pedir, sino de la simple sobrevivencia por lo que viene en el futuro.

La frivolidad frente al devenir parece dominar muchas de las actitudes de todos. Somos felices, porque la vida se nos va, si sobrevivimos cada instante: es el principal legado de la pandemia.

Así estamos con la cabeza gacha. Todos miramos hacia abajo y nuestra vista no llega más allá que la punta de nuestros zapatos.

La reciente película de Adam McKay, Don´t Look Up (no miren hacia arriba) es una sátira a la actitud de la sociedad, de los políticos, de los científicos y de empresarios frente a cualquier problema que sea común a la humanidad y en la que este en juego su destino: una epidemia, el cambio climático, la guerra económica, el hambre, la pobreza, la migración.

Al exhibirlos se burla de todos y también de cada uno.

No queda ya de otra. La indiferencia es enorme. Sobre todo a la indiferencia fomentada desde quienes detentan el poder: si para el poder algo no existe solo basta con no mencionarlo y deja de existir (en México sabemos mucho de eso cada día).

En la película, dos científicos ( Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence), descubren que hay una amenaza para la humanidad…su descubrimiento empieza a desvelar los entramados y las dificultades a los que está sujeta la ciencia frente a los poderes político y económico y como las estructuras de los medios de comunicación masivos, muchas veces sin proponérselo, se prestan a ser los medios para difundir las “verdades y visiones” del poder.

Uno de los académicos cae en las redes de “las delicias del poder y del prestigio”, renuncia a mucho de su vida pasada solo para volver más tarde: lo seduce la fama, el sexo, el acceso a los privilegios de una sociedad que so es capaz de mirar hacia otro lado que no sea el que le imponga el poder y los medios.

La esplendida actuación de Meryl Streep (quien una vez dijo que Hollywood estaba enferma de juventud, porque todos querían ser jóvenes sin importar la edad) como Presidenta de Estados Unidos muestra la frivolidad a la que pueden llegar (en los tiempos actuales sobre todo) los dirigentes de muchos países cuyo entorno está lleno de bufones cuya actitud es complacer a quien detenta el poder y en ello se pone en juego el destino de la humanidad que está sujeta a los interés del poder económico y su relación con el poder político.

En la película se hace evidente que los problemas globales poco les interesan a las elites políticas. Que le cinismo parece dominar a la política y al discurso público por encima de la ciencia. Que los políticos se han convertido, junto con quienes los rodean, en los grandes bufones de nuestro tiempo.

El histrionismo de muchos sirve de espectáculo pero distrae a las sociedades de los principales problemas que le afectan, entre ellos y sobre todo el del cambio climático.

Eso lo desvela la película cuyo mensaje al final es, en sentido metafórico, la destrucción de la humanidad frente a la indiferencia y la frivolidad (esa que también le reprochan a Leonardo Di Caprio cuyo yate contribuye al deterioro del ambiente con 238 kilos de Dióxido de Carbono).

Todo al final es una ficción que solo muestra que en general, nadie tiene la vista más allá de la punta de sus zapatos y que los hombres del poder son solo bufones trágicos.



Correo: contextotoluca@gmail.com