/ lunes 8 de junio de 2020

Contexto | El narciso del coronavirus (2)

Salió de la oficina de su jefe entusiasmado. Estaba frente a la gran oportunidad de su vida. Empezaría poco a poco. Su deseo más grande estaba muy cercano: ser una personalidad nacional más allá de la ética médica y política, más allá del servicio a los demás. Era un hombre de poder.

Quinto acto: De la organización del genocidio: Todo lo preparó meticulosamente. Sus proyecciones, sus estadísticas, su conocimiento técnico y un equipo que no lo cuestionaba serían sus mejores instrumentos para la construcción de su inmortalidad. Sonreía macabramente. Sabía que casi podría gobernar al país, paralizarlo si quería y tener a la clase política a sus pies. Sonreía. No lo podía ocultar. Sabía que habría muertos pero no importaba: en todo el mundo los habría.

Con su equipo empezó a construir sus proyecciones “todos científicos, todos preparados, se ufanaba, todos ellos mis instrumentos” y volvía con su sonrisa macabra. Habría que construir la verdad, su verdad, desde el principio. Pongan los datos iniciales, ustedes pongan una base más o menos lógica y de ahí proyectamos. “Nosotros seremos los creadores de la realidad”, pensó. “Siempre lo supimos, estamos preparados como nadie, habrá muertos, vamos a evitar el dolor, vamos a aplanar la curva pronto, vamos…”eran parte de la frases preconstruidas. Le copia al mundo la frase de “Quédate en casa”, equivalente al que usaban en Francia de “Restez a la maison”, pero la presentaba como original. Nada nuevo solo basta copiar. Al fin que aquí en México nadie dice nada.

Llego ante el jefe máximo, le mostró los datos, las estadísticas, “las proyecciones científicas, basadas en la ciencia”, decía. Sacó su mejor elocuencia, “brillante”, le decían y nadie se atrevía a cuestionarlo como dueño de la verdad que era. Le llegó su presentación un día en la mañana desde donde no podría dejar de aparecer todos los días en radio, en televisión, en los principales periódicos, en las revistas del corazón. No importaba si hacía una declaración para quedar bien con el poder…todo se justificaba…sería el hombre del momento. El Goebbles a la mexicana, bananero, tropicalizado.

Sexto acto. Del ascenso a la popularidad: Lo primero fue estructurar el discurso del miedo…”jajaja, decía, el miedo controla, paraliza…había que crear el efecto de Estocolmo pero de manera colectiva…un experimento social…jaja”, sonreía. Todo estaba listo: había logrado seducir a las más altas esferas políticas: el sería la referencia para hacer o no hacer: el gran big brother, el dueño de todos los destinos. Las proyecciones estaban listas: ahora habría que construir la realidad. Y asi cada día a fuerza de declarar e infundir miedo decidió una fecha para guardar a todos en casa: “era la única manera de salvar a muchos”. Puso fechas, encerró a todos, él decía que era esencial y que no, el y solo el fijaba las fechas, le fijaba también al virus su ritmo: “Covid: aparece ahora”, y se reía. Nunca pensó que la realidad lo iba a superar. Sus objetivos de mercadotecnia estaban bien definidos: presentarse jovial, seguro, con conocimiento todos esos atributos seducían a las mujeres que serían su primer objetivo, su principal apoyo y fuente de admiración…por eso Susana Distanciaera mujer, por eso iba a presentar muertos y más muertos con alma jovial, por eso hablaba como si se dirigiera a masas que no piensan que solo asimilan. Para reforzar su imagen de macho frente a las mujeres se presentaba rijoso contra todo lo que no oliera a su razón o al pasado reciente o lejano. Se veía en las primeras planas, en las redes sociales, le hacían caricaturas…y todo un pueblo le creyó. Las cosas estaban donde quería.

Séptimo acto: De los hospitales que se les olvidaron: Todo iba perfecto. La imagen perfecta, la mercadotecnia a todo lo que da. Pero los hospitales…”uta! los hospitales no están preparados”, se dijo, mientras se llevaba la mano a la cabeza…”y los doctores y las enfermeras”, se animó a balbucear uno de sus colaboradores…”ah esos bahh”, dijo…

La construcción de la tragedia se construía, pero él en el centro de todo, se contemplaba. (Continuara)

Correo: contextotoluca@gmail.com


Salió de la oficina de su jefe entusiasmado. Estaba frente a la gran oportunidad de su vida. Empezaría poco a poco. Su deseo más grande estaba muy cercano: ser una personalidad nacional más allá de la ética médica y política, más allá del servicio a los demás. Era un hombre de poder.

Quinto acto: De la organización del genocidio: Todo lo preparó meticulosamente. Sus proyecciones, sus estadísticas, su conocimiento técnico y un equipo que no lo cuestionaba serían sus mejores instrumentos para la construcción de su inmortalidad. Sonreía macabramente. Sabía que casi podría gobernar al país, paralizarlo si quería y tener a la clase política a sus pies. Sonreía. No lo podía ocultar. Sabía que habría muertos pero no importaba: en todo el mundo los habría.

Con su equipo empezó a construir sus proyecciones “todos científicos, todos preparados, se ufanaba, todos ellos mis instrumentos” y volvía con su sonrisa macabra. Habría que construir la verdad, su verdad, desde el principio. Pongan los datos iniciales, ustedes pongan una base más o menos lógica y de ahí proyectamos. “Nosotros seremos los creadores de la realidad”, pensó. “Siempre lo supimos, estamos preparados como nadie, habrá muertos, vamos a evitar el dolor, vamos a aplanar la curva pronto, vamos…”eran parte de la frases preconstruidas. Le copia al mundo la frase de “Quédate en casa”, equivalente al que usaban en Francia de “Restez a la maison”, pero la presentaba como original. Nada nuevo solo basta copiar. Al fin que aquí en México nadie dice nada.

Llego ante el jefe máximo, le mostró los datos, las estadísticas, “las proyecciones científicas, basadas en la ciencia”, decía. Sacó su mejor elocuencia, “brillante”, le decían y nadie se atrevía a cuestionarlo como dueño de la verdad que era. Le llegó su presentación un día en la mañana desde donde no podría dejar de aparecer todos los días en radio, en televisión, en los principales periódicos, en las revistas del corazón. No importaba si hacía una declaración para quedar bien con el poder…todo se justificaba…sería el hombre del momento. El Goebbles a la mexicana, bananero, tropicalizado.

Sexto acto. Del ascenso a la popularidad: Lo primero fue estructurar el discurso del miedo…”jajaja, decía, el miedo controla, paraliza…había que crear el efecto de Estocolmo pero de manera colectiva…un experimento social…jaja”, sonreía. Todo estaba listo: había logrado seducir a las más altas esferas políticas: el sería la referencia para hacer o no hacer: el gran big brother, el dueño de todos los destinos. Las proyecciones estaban listas: ahora habría que construir la realidad. Y asi cada día a fuerza de declarar e infundir miedo decidió una fecha para guardar a todos en casa: “era la única manera de salvar a muchos”. Puso fechas, encerró a todos, él decía que era esencial y que no, el y solo el fijaba las fechas, le fijaba también al virus su ritmo: “Covid: aparece ahora”, y se reía. Nunca pensó que la realidad lo iba a superar. Sus objetivos de mercadotecnia estaban bien definidos: presentarse jovial, seguro, con conocimiento todos esos atributos seducían a las mujeres que serían su primer objetivo, su principal apoyo y fuente de admiración…por eso Susana Distanciaera mujer, por eso iba a presentar muertos y más muertos con alma jovial, por eso hablaba como si se dirigiera a masas que no piensan que solo asimilan. Para reforzar su imagen de macho frente a las mujeres se presentaba rijoso contra todo lo que no oliera a su razón o al pasado reciente o lejano. Se veía en las primeras planas, en las redes sociales, le hacían caricaturas…y todo un pueblo le creyó. Las cosas estaban donde quería.

Séptimo acto: De los hospitales que se les olvidaron: Todo iba perfecto. La imagen perfecta, la mercadotecnia a todo lo que da. Pero los hospitales…”uta! los hospitales no están preparados”, se dijo, mientras se llevaba la mano a la cabeza…”y los doctores y las enfermeras”, se animó a balbucear uno de sus colaboradores…”ah esos bahh”, dijo…

La construcción de la tragedia se construía, pero él en el centro de todo, se contemplaba. (Continuara)

Correo: contextotoluca@gmail.com