/ lunes 3 de mayo de 2021

Contexto | La Chacra, Juanito y el pollito

Juanito estaba triste porque él no entendía de esas cosas. Su pollito de pronto ya no se movía, lo había encontrado quietecito, así nada más con su piquito hacia abajo y echado en la paja que le servía de casita, lo acariciaba con ternura mientras unas lágrimas rodaban por sus mejillas. Sentía como un dolor que le apachurraba el pecho. “¿Cómo pasan estas cosas?”, se preguntaba…y veía una y otra vez la cajita, forrada con papel con figuras de ladrillo y adentro el pollito como dormidito pero no se movía. Ayer apenas lo había visto caminar y había jugado con él y lo había apapachado. “estaba bien bonito, todo amarillito intenso y hasta lo había bañado con poquita agua para que brillara aún más y le había puesto un foquito para que estuviera calientito como lo había visto en la tienda en donde se lo compró su mamá. “Disfrútalo, le había dicho su mamá, porque luego se ponen feos cuando le empiezan a salir sus primeras plumas y se empiezan a hacer gallinas”, pero no, para él era el pollito más bonito del mundo y hasta se apuraba para llegar de la escuela y cuidarlo toda la tarde porque se lo ponía junto a él para hacer sus tareas.

Su madre lo miraba enternecida. “pobrecito”, pensaba mientras veía como con sus manitas lo sacaba de la cajita con su piquito clavado en su pecho y lo acariciaba. Lo dejó unos instantes así hasta que le dijo “ya se nos murió el pollito hijo”. “¿Y eso que es mamá?”…la madre no supo que responder, era la primera vez que el niño se enfrentaba a una perdida y pues como no tenía respuesta solo le dijo “mejor después vamos a la tienda y te compro otro igualito”. El niño la miró extrañado…”¿otro?, pero si como chentito, porque así le había puesto, no va a haber”, pensaba el niño.

¿Qué vamos a hacer mamá?, le pregunto. La madre tomo al pollito muerto de entre sus manos, “Yo me encargo”, le dijo. Se fue a la cocina y Juanito ya no supo nunca más del pollito.

Muy triste acabo sus tareas y como a eso de las cinco de la tarde. La madre lo tomo de la mano y le dijo “Ven Juanito acompáñame”, salieron de su casa que quedaba en la esquina del Pasaje 16 de septiembre y Guerrero (que hoy se llama Primero de mayo) y se dirigieron a Juárez.

Salieron y saludaron a Pedro, siempre como mal encarado y dueño de la reparadora de calzado Landyz ahí con su mostrador de madera pintado de verde bandera y lleno de tinta negra de zapatos, les dijo “Hola señora, que tal Juanito ¿cómo va el pollito?,¿porque no bajaste con él hoy para platicar?” (Ah porque antes los niños en Toluca podían salir a las calles solos o en bicla e ir a visitar a personas o ir a las tiendas a platicar sobre todo las que quedaban cerca de sus casas)

Al escuchar la pregunta de Pedro, el remendador de zapatos, la madre caminó más rápido y jaló al niño, “buenas tardes Don Pedro”, saludaron al señor Fernando Vilchis de Alimentos Purina y a Don Fede Hiriart de la farmacia veterinaria que iban a sus negocios y se fueron.

Ya en Juárez se dirigieron a La Chacra, que era una tienda que estaba entre Hidalgo e Independencia y que vendía pollitos y productos y alimentos para animalitos. Ah! porque hay que decir que hasta los años setenta en el centro de Toluca se encontraba de todo antes de que llegaran las franquicias con sus productos todos iguales. Y sí, en el centro de Toluca se vendían pollitos y se veían desde la calle ahí guardaditos con su foco para que se calentaran y a veces había también patitos bien pequeñitos…y a La Chacra iban otra vez, como hacía días, a ver y comprar a los pollitos.

Para llegar a La Chacra pasaron por la papelería El Estudiante que estaba cerca del 103 de Juárez, porque ya les quedaba un poco más lejos la papelería ABC que estaba en la esquina con Hidalgo, que era la casa y tienda de ropa de sus abuelos y pues entraron a comprar el sacapuntas que le hacía falta a Juanito. Juanito, obvio, estaba contento con su sacapuntas nuevo de esos como de color aluminio, pero más contento se puso cuando llego a La Chacra y empezó a escuchar el piar de los pollitos y ese olor de animales o de paja mojada que penetraba.

Acercó su carita a la vitrina que tenía su foco grande para calentarlos pues estaban pequeños y vio a los patitos también. Su mamá le pregunto. “¿Juanito cual polllito quieres?”, el niño la miro y solo alcanzo a decirlo. “Ma, yo solo quiero a chenchito”.


Juanito estaba triste porque él no entendía de esas cosas. Su pollito de pronto ya no se movía, lo había encontrado quietecito, así nada más con su piquito hacia abajo y echado en la paja que le servía de casita, lo acariciaba con ternura mientras unas lágrimas rodaban por sus mejillas. Sentía como un dolor que le apachurraba el pecho. “¿Cómo pasan estas cosas?”, se preguntaba…y veía una y otra vez la cajita, forrada con papel con figuras de ladrillo y adentro el pollito como dormidito pero no se movía. Ayer apenas lo había visto caminar y había jugado con él y lo había apapachado. “estaba bien bonito, todo amarillito intenso y hasta lo había bañado con poquita agua para que brillara aún más y le había puesto un foquito para que estuviera calientito como lo había visto en la tienda en donde se lo compró su mamá. “Disfrútalo, le había dicho su mamá, porque luego se ponen feos cuando le empiezan a salir sus primeras plumas y se empiezan a hacer gallinas”, pero no, para él era el pollito más bonito del mundo y hasta se apuraba para llegar de la escuela y cuidarlo toda la tarde porque se lo ponía junto a él para hacer sus tareas.

Su madre lo miraba enternecida. “pobrecito”, pensaba mientras veía como con sus manitas lo sacaba de la cajita con su piquito clavado en su pecho y lo acariciaba. Lo dejó unos instantes así hasta que le dijo “ya se nos murió el pollito hijo”. “¿Y eso que es mamá?”…la madre no supo que responder, era la primera vez que el niño se enfrentaba a una perdida y pues como no tenía respuesta solo le dijo “mejor después vamos a la tienda y te compro otro igualito”. El niño la miró extrañado…”¿otro?, pero si como chentito, porque así le había puesto, no va a haber”, pensaba el niño.

¿Qué vamos a hacer mamá?, le pregunto. La madre tomo al pollito muerto de entre sus manos, “Yo me encargo”, le dijo. Se fue a la cocina y Juanito ya no supo nunca más del pollito.

Muy triste acabo sus tareas y como a eso de las cinco de la tarde. La madre lo tomo de la mano y le dijo “Ven Juanito acompáñame”, salieron de su casa que quedaba en la esquina del Pasaje 16 de septiembre y Guerrero (que hoy se llama Primero de mayo) y se dirigieron a Juárez.

Salieron y saludaron a Pedro, siempre como mal encarado y dueño de la reparadora de calzado Landyz ahí con su mostrador de madera pintado de verde bandera y lleno de tinta negra de zapatos, les dijo “Hola señora, que tal Juanito ¿cómo va el pollito?,¿porque no bajaste con él hoy para platicar?” (Ah porque antes los niños en Toluca podían salir a las calles solos o en bicla e ir a visitar a personas o ir a las tiendas a platicar sobre todo las que quedaban cerca de sus casas)

Al escuchar la pregunta de Pedro, el remendador de zapatos, la madre caminó más rápido y jaló al niño, “buenas tardes Don Pedro”, saludaron al señor Fernando Vilchis de Alimentos Purina y a Don Fede Hiriart de la farmacia veterinaria que iban a sus negocios y se fueron.

Ya en Juárez se dirigieron a La Chacra, que era una tienda que estaba entre Hidalgo e Independencia y que vendía pollitos y productos y alimentos para animalitos. Ah! porque hay que decir que hasta los años setenta en el centro de Toluca se encontraba de todo antes de que llegaran las franquicias con sus productos todos iguales. Y sí, en el centro de Toluca se vendían pollitos y se veían desde la calle ahí guardaditos con su foco para que se calentaran y a veces había también patitos bien pequeñitos…y a La Chacra iban otra vez, como hacía días, a ver y comprar a los pollitos.

Para llegar a La Chacra pasaron por la papelería El Estudiante que estaba cerca del 103 de Juárez, porque ya les quedaba un poco más lejos la papelería ABC que estaba en la esquina con Hidalgo, que era la casa y tienda de ropa de sus abuelos y pues entraron a comprar el sacapuntas que le hacía falta a Juanito. Juanito, obvio, estaba contento con su sacapuntas nuevo de esos como de color aluminio, pero más contento se puso cuando llego a La Chacra y empezó a escuchar el piar de los pollitos y ese olor de animales o de paja mojada que penetraba.

Acercó su carita a la vitrina que tenía su foco grande para calentarlos pues estaban pequeños y vio a los patitos también. Su mamá le pregunto. “¿Juanito cual polllito quieres?”, el niño la miro y solo alcanzo a decirlo. “Ma, yo solo quiero a chenchito”.