/ lunes 1 de noviembre de 2021

Contexto | La oscuridad como luz 

La niña, de pronto se encuentra en la oscuridad.

Busca a alguien. Está sola. Se refugia en una esquina. Tiene miedo.

Siente miedo.

El tiempo parece no existir. Cuando no hay luz, el tiempo se hace infinito y todo se hace eternidad porque la oscuridad no es la no luz, sino simplemente el transcurrir silencioso del tiempo.

Pero la niña eso no lo comprende y se asusta y se queda quietecita y en silencio…y mira y mira…

Poco a poco su espacio se aclara y empieza a ver imágenes inmensas que le quieren decir algo…

En la penumbra sigue esperando, pero siente miedo.

Sus ojitos empiezan a penetrar a esa oscuridad.

Esta como en un templo.

Una tenue luz por aquí, otra por allá y cuerpos que se lanzan al vacío para luego desaparecer nuevamente.

Y se da cuenta, que aun en la oscuridad, siempre hay lugares más oscuros, más impenetrables en los que se pierde todo…y tal vez para siempre.

Poco a poco sale del rincón y penetra a esa oscuridad. Ya no siente miedo.

Todo se empieza aclarar aun sin haber un rayo de sol de por medio.

…y se le revelan…montones de cuerpos, unos encima de otros, entrelazados, como esculpidos e inamovibles…y ve a mujeres y a hombres y a niños y a niñas en un devenir en el que parece agotarse la vida, el transcurrir de la existencia, desde el cielo hasta el infierno, desde el pecado hasta la gloria, desde el placer hasta el castigo…desde la muerte hasta la vida…

Se aleja del rincón y llega al centro del espacio en que se encuentra y ve el génesis de la vida, a la mujer creadora, a la mujer madre, a la mujer naturaleza…mira a cientos de niños venir como esperanza de la vida, a hombres que luchan en batallas incomprensibles, a hombres y mujeres comiéndose los unos a los otros como en un aquelarre de destrucción, pero también de vida.

Ella vio a la vida misma entonces, a la historia de la humanidad transcurrir ante sus ojos en una oscuridad que solo desvelaba la verdad de la naturaleza humana.

Ya no sentía miedo.

Ahora comprendía.

De pronto una pequeña puerta, como aquella del cuento de Alicia, se abrió y dejo penetrar un rayo de luz que la cegó…

Se dirigió a esa puerta para salir de la oscuridad… y la atravesó para salir al mundo, al mundo del que venía, y escuchar gritos y los silencios angustiados de la naturaleza y la furia de unos contra otros y a la humanidad contra la humanidad…todo era luz pero todo era incomprensible…el mundo de la luz no daba tiempo a pensar, no le daba reposo para ver o analizar, para siquiera reflexionar un poco.

La niña volvió a ver la pequeña puerta entre esos dos mundos…y así supo que la oscuridad tenía una luz propia que le permitía desvelar los secretos de la naturaleza humana …porque la luz también ciega y crear mundos inexistentes en los que no se puede ni pensar.



Correo: contextotoluca@gmail.com

La niña, de pronto se encuentra en la oscuridad.

Busca a alguien. Está sola. Se refugia en una esquina. Tiene miedo.

Siente miedo.

El tiempo parece no existir. Cuando no hay luz, el tiempo se hace infinito y todo se hace eternidad porque la oscuridad no es la no luz, sino simplemente el transcurrir silencioso del tiempo.

Pero la niña eso no lo comprende y se asusta y se queda quietecita y en silencio…y mira y mira…

Poco a poco su espacio se aclara y empieza a ver imágenes inmensas que le quieren decir algo…

En la penumbra sigue esperando, pero siente miedo.

Sus ojitos empiezan a penetrar a esa oscuridad.

Esta como en un templo.

Una tenue luz por aquí, otra por allá y cuerpos que se lanzan al vacío para luego desaparecer nuevamente.

Y se da cuenta, que aun en la oscuridad, siempre hay lugares más oscuros, más impenetrables en los que se pierde todo…y tal vez para siempre.

Poco a poco sale del rincón y penetra a esa oscuridad. Ya no siente miedo.

Todo se empieza aclarar aun sin haber un rayo de sol de por medio.

…y se le revelan…montones de cuerpos, unos encima de otros, entrelazados, como esculpidos e inamovibles…y ve a mujeres y a hombres y a niños y a niñas en un devenir en el que parece agotarse la vida, el transcurrir de la existencia, desde el cielo hasta el infierno, desde el pecado hasta la gloria, desde el placer hasta el castigo…desde la muerte hasta la vida…

Se aleja del rincón y llega al centro del espacio en que se encuentra y ve el génesis de la vida, a la mujer creadora, a la mujer madre, a la mujer naturaleza…mira a cientos de niños venir como esperanza de la vida, a hombres que luchan en batallas incomprensibles, a hombres y mujeres comiéndose los unos a los otros como en un aquelarre de destrucción, pero también de vida.

Ella vio a la vida misma entonces, a la historia de la humanidad transcurrir ante sus ojos en una oscuridad que solo desvelaba la verdad de la naturaleza humana.

Ya no sentía miedo.

Ahora comprendía.

De pronto una pequeña puerta, como aquella del cuento de Alicia, se abrió y dejo penetrar un rayo de luz que la cegó…

Se dirigió a esa puerta para salir de la oscuridad… y la atravesó para salir al mundo, al mundo del que venía, y escuchar gritos y los silencios angustiados de la naturaleza y la furia de unos contra otros y a la humanidad contra la humanidad…todo era luz pero todo era incomprensible…el mundo de la luz no daba tiempo a pensar, no le daba reposo para ver o analizar, para siquiera reflexionar un poco.

La niña volvió a ver la pequeña puerta entre esos dos mundos…y así supo que la oscuridad tenía una luz propia que le permitía desvelar los secretos de la naturaleza humana …porque la luz también ciega y crear mundos inexistentes en los que no se puede ni pensar.



Correo: contextotoluca@gmail.com