/ martes 24 de mayo de 2022

Contexto | La tormenta perfecta y… se le fue la luz 

Le ocurrió la tormenta perfecta: se le fue la luz de su casa mientras trabajaba en su computadora; toda la información, por no guardarla, la perdió; justo en esos momentos se apagó su teléfono celular que solo tenía el dos por ciento de carga y por la falta de luz era imposible recargarlo; para colmo su laptop no prendía y cuando lo hizo fue solo para que apareciera el mensaje de “insuficiente batería” y solo se quedó observando la pantalla en negro. Obvio no tenía ni televisión ni radio y se detuvo también el ventilador que disminuía un poco el calor infernal que se sentía esa tarde-noche, como se dice ahora.

“Nada que hacer, carajo”, pensó y caminaba desesperado de un lado a otro sin saber que hacer ni a quien recurrir.

No podía hablar al 071 para reportar la falla…ni teléfono fijo en casa ni celular…ni nadie con quien quejarse.

Salió desesperado a ver a sus vecinos para saber si él era el único.

No tuvo éxito. Ningún timbre sonaba y la calle estaba en un silencio sepulcral.

Todo estaba como ausente.

Se sentó en la banqueta con un aire derrotado como si estuviera en alguna de las calles de cualquier ciudad de Ucrania atacada por los invasores. Ninguna casa parecía tener el más mínimo asomo de vida.

Se desesperó un buen y pateó sobre la guarnición de la banqueta provocándose un dolor mayúsculo en el dedo chiquito del pie derecho. “Uta madre”, se dolió.

Recorrió una y otra vez la cuadra en la que se encontraba su casa hasta que una ligera lluvia lo obligo al volver. Abrió la puerta y como loco empezó a prender todos los apagadores de la luz para ver si alguno, de puritita casualidad, iluminaba alguno de los focos, es decir, en otras palabras. ¿Pero por qué les llaman apagadores?, se preguntó si también sirven para encender…”pero que tonterías pienso”, se dijo así mismo…

Se desesperó un poco pues empezaba a oscurecer…observó su teléfono muerto, recordó que para ducharse habría que echar a andar a bomba y ahora sin luz era imposible…

Se echó en su sillón favorito para solo preguntarse…¿nos portamos mal con la CFE?, ¿es eso una venganza contra las clases medias?, ¿es producto de la falta de mantenimiento de las instalaciones para generar luz?...su frustración lo llevó a pensar que tal vez sería uno de los muchos efectos de la guerra en Ucrania y tal vez sería la culpa de Putin o de Selensky y hasta de Biden.

Pasaron las horas sentado en su sofá con un libro en las manos que no podía leer y en la total oscuridad pues ni siquiera había tenido el cuidado de tener siempre una velas o al menos de esas veladoras de vaso que su mamá le prendía a sus santitos.

…no iba a poder ver las semifinales del futbol ni la temporada final de ¿quién mató a Sara?...y ni siquiera bañarse…

…así que se quedó solo, callado, incomunicado, frustrado y mejor cerró los ojos.

…ya la noche había llegado y no había luz.

Correo: contextotoluca@gmail.com

Le ocurrió la tormenta perfecta: se le fue la luz de su casa mientras trabajaba en su computadora; toda la información, por no guardarla, la perdió; justo en esos momentos se apagó su teléfono celular que solo tenía el dos por ciento de carga y por la falta de luz era imposible recargarlo; para colmo su laptop no prendía y cuando lo hizo fue solo para que apareciera el mensaje de “insuficiente batería” y solo se quedó observando la pantalla en negro. Obvio no tenía ni televisión ni radio y se detuvo también el ventilador que disminuía un poco el calor infernal que se sentía esa tarde-noche, como se dice ahora.

“Nada que hacer, carajo”, pensó y caminaba desesperado de un lado a otro sin saber que hacer ni a quien recurrir.

No podía hablar al 071 para reportar la falla…ni teléfono fijo en casa ni celular…ni nadie con quien quejarse.

Salió desesperado a ver a sus vecinos para saber si él era el único.

No tuvo éxito. Ningún timbre sonaba y la calle estaba en un silencio sepulcral.

Todo estaba como ausente.

Se sentó en la banqueta con un aire derrotado como si estuviera en alguna de las calles de cualquier ciudad de Ucrania atacada por los invasores. Ninguna casa parecía tener el más mínimo asomo de vida.

Se desesperó un buen y pateó sobre la guarnición de la banqueta provocándose un dolor mayúsculo en el dedo chiquito del pie derecho. “Uta madre”, se dolió.

Recorrió una y otra vez la cuadra en la que se encontraba su casa hasta que una ligera lluvia lo obligo al volver. Abrió la puerta y como loco empezó a prender todos los apagadores de la luz para ver si alguno, de puritita casualidad, iluminaba alguno de los focos, es decir, en otras palabras. ¿Pero por qué les llaman apagadores?, se preguntó si también sirven para encender…”pero que tonterías pienso”, se dijo así mismo…

Se desesperó un poco pues empezaba a oscurecer…observó su teléfono muerto, recordó que para ducharse habría que echar a andar a bomba y ahora sin luz era imposible…

Se echó en su sillón favorito para solo preguntarse…¿nos portamos mal con la CFE?, ¿es eso una venganza contra las clases medias?, ¿es producto de la falta de mantenimiento de las instalaciones para generar luz?...su frustración lo llevó a pensar que tal vez sería uno de los muchos efectos de la guerra en Ucrania y tal vez sería la culpa de Putin o de Selensky y hasta de Biden.

Pasaron las horas sentado en su sofá con un libro en las manos que no podía leer y en la total oscuridad pues ni siquiera había tenido el cuidado de tener siempre una velas o al menos de esas veladoras de vaso que su mamá le prendía a sus santitos.

…no iba a poder ver las semifinales del futbol ni la temporada final de ¿quién mató a Sara?...y ni siquiera bañarse…

…así que se quedó solo, callado, incomunicado, frustrado y mejor cerró los ojos.

…ya la noche había llegado y no había luz.

Correo: contextotoluca@gmail.com