/ lunes 18 de enero de 2021

Contexto | La vacuna y la política 

Al maestro Toño Gomez Alcantara, in memoriam

El Plan de vacunación está lleno de política.

La cruzada por las vacunas, que no es tal pues solo han llegado unas cuantas miles, refleja una estructura al servicio del poder. Es el aprovechar la necesidad de la sociedad por acceder a la cura de la epidemia como si fuera un regalo del gobierno.

La salud es un derecho constitucional y no una concesión del gobierno.

Su adquisición se ha hecho con recursos públicos. No es dinero ni de los partidos políticos ni del gobierno aunque la propaganda diga otra cosa.

Eso no ayuda a la construcción de una ética pública que ponga de lado los intereses de las elites en el poder por encima de los de la sociedad.

Eso no es correcto ni ayuda a la sociedad mexicana.

Su distribución ha sido escandalosa pues las imágenes solo parecen ser parte del espectáculo cotidiano de la política mexicana.

Tal parece que se quiere ocultar la mala gestión de la pandemia con la esperanza de recibir la vacuna.

Familias de ya casi 150 mil muertos lo habrán de reprochar en silencio. “Yo los mate y yo los curo…a los que queden”, parece ser la filosofía de la necro política mexicana.

Somos muchos millones de mexicanos.

Todos quisiéramos acceder a la vacuna en mejores condiciones.

Pero parece no será así.

Una distribución masiva, si es que en el corto plazo llegaran millones de vacunas, requiere de un esfuerzo institucional muy importante en el que todos estén involucrados.

México tiene una gran experiencia en materia de vacunación. Eso es difícil desconocerlo.

Existen los sistemas estatales de vacunación que a la fecha han funcionado y han permitido erradicar muchas enfermedades.

Existen Universidades e instituciones de enseñanza médica que podrían ser centros de distribución y aplicación de las vacunas.

Existen miles y miles estudiantes de medicina con las capacidades para aplicar las vacunas.
Existen miles de centros de salud comunitarios que aun con sus deficiencias son centros de referencia de salud para las comunidades.

Uno se pregunta ¿Por qué complicar tanto la aplicación de las vacunas considerando la infraestructura enorme con la que cuenta el país? ¿Por qué inventar brigadas de pocas personas cuando se puede hacer una movilización social para que todos accedan a ellas?

Imagínese que todas las instalaciones de las universidades, no solo las facultades de medicina, se pusieran al servicio de la sociedad para aplicar las vacunas permitirían una distribución masiva y con una logística más sencilla y sin aglomeraciones.

Imagínese que todas las instalaciones de empresas fueran centros para la aplicación de vacunas.

Imagínese, con un padrón adecuado, las empresas, por el bajo costo de las vacunas, estarían dispuestas a adquirirlas y con ello contribuir al gasto social para destinarlo a otros rubros y proteger a sus trabajadores.

No sucede así. El gobierno quiere ser el único protagonista, como se dice popularmente, colgarse la medallita y eso es aprovechar políticamente la salud pública. Eso no es moralmente valido y no hay argumento que lo justifique.

Trump lo quiso hacer durante el proceso electoral de los Estados Unidos y por poco y le resulta. No es ético ni moral dejar de lado el esfuerzo social en este problema enorme que enfrenta México.

México es un país muy grande y con muchas dificultades geográficas y ante la pandemia el esfuerzo y participación de la sociedad es fundamental.

Los efectos de la pandemia, los peores, los estamos viviendo en estos dias por la falta de una gestión adecuada de la misma que bien hubiera podido amortiguar los efectos económicos de la pandemia y evitar miles de muertos y la angustia de millones de mexicanos.

No hay argumento político que pueda justificar el que no se aprovechen todas las capacidades humanas y físicas con las que cuenta el país.

No lo hay.

Correo: contextotoluca05@gmail.com

Al maestro Toño Gomez Alcantara, in memoriam

El Plan de vacunación está lleno de política.

La cruzada por las vacunas, que no es tal pues solo han llegado unas cuantas miles, refleja una estructura al servicio del poder. Es el aprovechar la necesidad de la sociedad por acceder a la cura de la epidemia como si fuera un regalo del gobierno.

La salud es un derecho constitucional y no una concesión del gobierno.

Su adquisición se ha hecho con recursos públicos. No es dinero ni de los partidos políticos ni del gobierno aunque la propaganda diga otra cosa.

Eso no ayuda a la construcción de una ética pública que ponga de lado los intereses de las elites en el poder por encima de los de la sociedad.

Eso no es correcto ni ayuda a la sociedad mexicana.

Su distribución ha sido escandalosa pues las imágenes solo parecen ser parte del espectáculo cotidiano de la política mexicana.

Tal parece que se quiere ocultar la mala gestión de la pandemia con la esperanza de recibir la vacuna.

Familias de ya casi 150 mil muertos lo habrán de reprochar en silencio. “Yo los mate y yo los curo…a los que queden”, parece ser la filosofía de la necro política mexicana.

Somos muchos millones de mexicanos.

Todos quisiéramos acceder a la vacuna en mejores condiciones.

Pero parece no será así.

Una distribución masiva, si es que en el corto plazo llegaran millones de vacunas, requiere de un esfuerzo institucional muy importante en el que todos estén involucrados.

México tiene una gran experiencia en materia de vacunación. Eso es difícil desconocerlo.

Existen los sistemas estatales de vacunación que a la fecha han funcionado y han permitido erradicar muchas enfermedades.

Existen Universidades e instituciones de enseñanza médica que podrían ser centros de distribución y aplicación de las vacunas.

Existen miles y miles estudiantes de medicina con las capacidades para aplicar las vacunas.
Existen miles de centros de salud comunitarios que aun con sus deficiencias son centros de referencia de salud para las comunidades.

Uno se pregunta ¿Por qué complicar tanto la aplicación de las vacunas considerando la infraestructura enorme con la que cuenta el país? ¿Por qué inventar brigadas de pocas personas cuando se puede hacer una movilización social para que todos accedan a ellas?

Imagínese que todas las instalaciones de las universidades, no solo las facultades de medicina, se pusieran al servicio de la sociedad para aplicar las vacunas permitirían una distribución masiva y con una logística más sencilla y sin aglomeraciones.

Imagínese que todas las instalaciones de empresas fueran centros para la aplicación de vacunas.

Imagínese, con un padrón adecuado, las empresas, por el bajo costo de las vacunas, estarían dispuestas a adquirirlas y con ello contribuir al gasto social para destinarlo a otros rubros y proteger a sus trabajadores.

No sucede así. El gobierno quiere ser el único protagonista, como se dice popularmente, colgarse la medallita y eso es aprovechar políticamente la salud pública. Eso no es moralmente valido y no hay argumento que lo justifique.

Trump lo quiso hacer durante el proceso electoral de los Estados Unidos y por poco y le resulta. No es ético ni moral dejar de lado el esfuerzo social en este problema enorme que enfrenta México.

México es un país muy grande y con muchas dificultades geográficas y ante la pandemia el esfuerzo y participación de la sociedad es fundamental.

Los efectos de la pandemia, los peores, los estamos viviendo en estos dias por la falta de una gestión adecuada de la misma que bien hubiera podido amortiguar los efectos económicos de la pandemia y evitar miles de muertos y la angustia de millones de mexicanos.

No hay argumento político que pueda justificar el que no se aprovechen todas las capacidades humanas y físicas con las que cuenta el país.

No lo hay.

Correo: contextotoluca05@gmail.com