/ lunes 8 de marzo de 2021

Contexto | Las vallas de palacio: Tacita Muda y el silencio impuesto a las mujeres

A Rosa María Coyotécatl, por todo

Las vallas en torno a palacio nacional están llenas de significados: son una provocación, reflejan miedo e incapacidad de atender una demanda social justa, muestran el aislamiento de los dueños del poder frente a las demandas de las mujeres, son la expresión de la indiferencia, muestran el menosprecio más acabado de una sociedad machista a todo lo que huela a demanda social. Quienes hoy ostentan el poder, en una visión pobre de la historia y del presente, se asumen como los representantes únicos de las demandas de la sociedad. No lo son.

El argumento de cuidar el patrimonio nacional es un pretexto pueril, muestra la visión infantil y simplista que se tiene de los movimientos sociales y son reflejo de una visión conservadora de quienes hoy en México detentan el poder.

Las vallas indignan. No hay argumento que las justifique.

Mientras en el gobierno todas las mujeres guardan un silencio cómplice. Eso será históricamente reprobable.

Las vallas son un decir a las mujeres que guarden silencio

Imposible no recordar el mito romano de Tacita Muda, la Diosa del Silencio. Tacita era una ninfa quien no escuchando a su padre se atrevió a contar el acoso que sufría su hermana Yuturna por parte del dios Júpiter. Como castigo a su osadía el gran padre de los hombres y dioses arrancó la lengua a la ninfa y la relegó al mundo de ultratumba, condenándola al silencio perpetuo y despojándola de su nombre, la llevó Mercurio quien durante el viaje se aprovechó de ella y la violó.

Metafóricamente las vallas les dicen a las mujeres guarden silencio: el rey no debe ser molestado en su palacio. Están solas en su lucha. El rey no las protege.

Sucedió también en Versalles, ante la revuelta popular en Paris contra el Rey, la esposa preguntaba porque se amotinaba el pueblo, “porque no tienen pan”, le respondieron sus consejeros, “pues que les den pasteles”, respondió la reina. Esa disociación entre la realidad que vive el poder y la que se vive en las calles, es la que parece suceder en estos tiempos mexicanos. ¿Por qué protestan las mujeres en la calle?, se preguntaría ahora…”porque hay violencia contra ellas”, le responderían sus consejeros, “pues entonces que les pongan vallas de paz, les pongan cinturones de castidad y se resguarden en sus casas para que no corran riesgos”, respondería la gobernadora de palacio.

Ser mujer en una sociedad machista como en México no es fácil.

Me consta lo difícil que es para una mujer que ha sido violada o acosada denunciar los hechos. De pronto se sentirá estigmatizada, de pronto se sentirá manchada, de pronto se sentirá avergonzada como si ella fuera la culpable, de pronto tiene que enfrentarse a una autoridad que duda de su palabra “es su culpa por usar minifalda o pantalones apretados”, de pronto tiene el temor de que la sociedad la rechace y no pueda rehacer su vida sentimental y social….además del daño físico tiene que cargar con la reprobación social.

El machismo las destruye. Son valientes quienes hoy denuncian. Las agreden sea en forma física o digital, al final es lo mismo.

Todo eso es una vergüenza para todos como sociedad.

Y uno se pregunta, se confía en los altos índices de popularidad del gobierno ¿Por qué no salir a dialogar con ellas y atender sus demandas? ¿Por qué no escucharlas y plantear alternativas para ir creando una cultura de respeto en los lugares de trabajo, en los hogares, en las calles, en las escuelas, en todos los espacios sociales? ¿Por qué no empezar a plantear los términos de igualdad entre el hombre y la mujer en todas las tareas? ¿Por qué no protegerlas si ellas son el principal elemento para preservar la cultura?

La visión desde el gobierno solo enfrenta a las mujeres en contra de las mujeres. Lamentable pero está sucediendo.

Imaginar que hoy en las marchas, las mujeres policías de pronto se sumaran a la marcha en señal de protesta y solidaridad. Las mujeres mexicanas podrían sorprender al mundo.





Correo: contextotoluca@gmail.com

A Rosa María Coyotécatl, por todo

Las vallas en torno a palacio nacional están llenas de significados: son una provocación, reflejan miedo e incapacidad de atender una demanda social justa, muestran el aislamiento de los dueños del poder frente a las demandas de las mujeres, son la expresión de la indiferencia, muestran el menosprecio más acabado de una sociedad machista a todo lo que huela a demanda social. Quienes hoy ostentan el poder, en una visión pobre de la historia y del presente, se asumen como los representantes únicos de las demandas de la sociedad. No lo son.

El argumento de cuidar el patrimonio nacional es un pretexto pueril, muestra la visión infantil y simplista que se tiene de los movimientos sociales y son reflejo de una visión conservadora de quienes hoy en México detentan el poder.

Las vallas indignan. No hay argumento que las justifique.

Mientras en el gobierno todas las mujeres guardan un silencio cómplice. Eso será históricamente reprobable.

Las vallas son un decir a las mujeres que guarden silencio

Imposible no recordar el mito romano de Tacita Muda, la Diosa del Silencio. Tacita era una ninfa quien no escuchando a su padre se atrevió a contar el acoso que sufría su hermana Yuturna por parte del dios Júpiter. Como castigo a su osadía el gran padre de los hombres y dioses arrancó la lengua a la ninfa y la relegó al mundo de ultratumba, condenándola al silencio perpetuo y despojándola de su nombre, la llevó Mercurio quien durante el viaje se aprovechó de ella y la violó.

Metafóricamente las vallas les dicen a las mujeres guarden silencio: el rey no debe ser molestado en su palacio. Están solas en su lucha. El rey no las protege.

Sucedió también en Versalles, ante la revuelta popular en Paris contra el Rey, la esposa preguntaba porque se amotinaba el pueblo, “porque no tienen pan”, le respondieron sus consejeros, “pues que les den pasteles”, respondió la reina. Esa disociación entre la realidad que vive el poder y la que se vive en las calles, es la que parece suceder en estos tiempos mexicanos. ¿Por qué protestan las mujeres en la calle?, se preguntaría ahora…”porque hay violencia contra ellas”, le responderían sus consejeros, “pues entonces que les pongan vallas de paz, les pongan cinturones de castidad y se resguarden en sus casas para que no corran riesgos”, respondería la gobernadora de palacio.

Ser mujer en una sociedad machista como en México no es fácil.

Me consta lo difícil que es para una mujer que ha sido violada o acosada denunciar los hechos. De pronto se sentirá estigmatizada, de pronto se sentirá manchada, de pronto se sentirá avergonzada como si ella fuera la culpable, de pronto tiene que enfrentarse a una autoridad que duda de su palabra “es su culpa por usar minifalda o pantalones apretados”, de pronto tiene el temor de que la sociedad la rechace y no pueda rehacer su vida sentimental y social….además del daño físico tiene que cargar con la reprobación social.

El machismo las destruye. Son valientes quienes hoy denuncian. Las agreden sea en forma física o digital, al final es lo mismo.

Todo eso es una vergüenza para todos como sociedad.

Y uno se pregunta, se confía en los altos índices de popularidad del gobierno ¿Por qué no salir a dialogar con ellas y atender sus demandas? ¿Por qué no escucharlas y plantear alternativas para ir creando una cultura de respeto en los lugares de trabajo, en los hogares, en las calles, en las escuelas, en todos los espacios sociales? ¿Por qué no empezar a plantear los términos de igualdad entre el hombre y la mujer en todas las tareas? ¿Por qué no protegerlas si ellas son el principal elemento para preservar la cultura?

La visión desde el gobierno solo enfrenta a las mujeres en contra de las mujeres. Lamentable pero está sucediendo.

Imaginar que hoy en las marchas, las mujeres policías de pronto se sumaran a la marcha en señal de protesta y solidaridad. Las mujeres mexicanas podrían sorprender al mundo.





Correo: contextotoluca@gmail.com