/ lunes 26 de octubre de 2020

Contexto | Los ruidos

A Pepe Naime y Manuel Ruiz, mis doctores favoritos.

La salud mental de las sociedades se está deteriorando.

Poco se hace por atenderla.

De las crisis individuales se está pasando a la crisis colectiva. En México se agudiza más porque a ella se suma la violencia en las calles, la creciente pobreza, el cierre de empresas y negocios, el sentimiento frustrado por el futuro indescifrable, en muchos la muerte de la imaginación y de la esperanza. Muchas vidas que hoy ya se piensan inútiles por muchos años de trabajo y esfuerzo que hoy se esfuma, así nomás como la más violenta de las selecciones naturales.

En ello la sociedad está sola.

Y se ve en todas las calles del país: el aumento del ambulantaje, en el que miles de niños y jóvenes limpiavidrios, pon almoroles, vende chicles y dulces, vende lo-que-sea, vende-frutas, vende-dignidades, vende-almas y todo por unos centavos a cambio para no morir. Niñ@s y jóvenes presas del crimen organizado para recaudar dinero en las calles, en el derecho de piso, en la venta de drogas y eso se multiplica a nivel micro y macro.

Y sí, la sociedad está sola dentro una moral que desvaloriza la vida y al ser humano.

Tal vez imperceptible para los del poder. Ellos están ausentes, casi todos los gobiernos están ausentes.

Más preocupados por las próximas elecciones, por el poder y los privilegios que les dan fama y un salario seguro, su paso a la historia, sus entrevistas de un día sí y otro también hablándose entre ellos mismos, las clases políticas se olvidan de la gente. Ellos se ponen en el centro y aparentan hablar en nombre de todos, cuando solo hablan de sí mismos y nos lanzan a las calles a un sálvense quien pueda, a un por gordos y diabéticos se mueren, a un sino se quedan quietos se aniquilan, a un control social mediante el miedo y nuevamente la desesperanza, a un olvido del familiar querido porque si se acercan se contagien, a unos adioses a los muertos que es váyanse rápido y sin decir nada y un dejemos en paz y en vida a nosotros.

Y mientras las clases políticas nos llenan de ruidos, de sus gritos entre ellos, de sus debates de coyuntura por sus prebendas, de su destrucción permanente de valores y principios, de su cinismo frente a mucha sociedad que solo busca sobrevivir un solo un día más, de sus espectáculos de cada día que nos denigra como sociedad pensante.

Nos confunden para no pensar y eso no transforma. Se empeñan en seguir en el criterio que aturde, en sus debates en torno a lo inútil. Ellos se cuidan porque tienen el poder, el acceso a medicamentos, a estar confortables.

Son así porque han dejado de ser pueblo, aunque los de derecha, izquierda, centro, liberales, conservadores, radicales hablen por el pueblo.

Todos están en sus altares de la historia que siempre se desmoronan cuando ellos se van.

En la confusión construyen sus historias efímeras, sus cultos a la personalidad hechos por ellos mismos.

Y la sociedad débil les implora ayuda y ellos las reparten como si fueran señores del bien…y todo porque la sociedad se empobrece…es como si fueran un señor feudal en cualquier región del país.

Poco importa el dolor humano, la muerte, a la que ya nos han hecho parecer como normal, y que reducen solo a estadísticas, a números de cada día haciendo parecer como sino hubiera dolor detrás de todo ello.

Tantas medidas inciertas están alterando las conductas, las emociones y la salud social se deteriora…como si fuera un presagio de una nueva violencia colectiva.

Dramático sí…ahí siguen los ruidos: los de los políticos dominan, los de la sociedad se hacen en silencio pero son más intensos.

Correo: contextotoluca@gmail.com



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A Pepe Naime y Manuel Ruiz, mis doctores favoritos.

La salud mental de las sociedades se está deteriorando.

Poco se hace por atenderla.

De las crisis individuales se está pasando a la crisis colectiva. En México se agudiza más porque a ella se suma la violencia en las calles, la creciente pobreza, el cierre de empresas y negocios, el sentimiento frustrado por el futuro indescifrable, en muchos la muerte de la imaginación y de la esperanza. Muchas vidas que hoy ya se piensan inútiles por muchos años de trabajo y esfuerzo que hoy se esfuma, así nomás como la más violenta de las selecciones naturales.

En ello la sociedad está sola.

Y se ve en todas las calles del país: el aumento del ambulantaje, en el que miles de niños y jóvenes limpiavidrios, pon almoroles, vende chicles y dulces, vende lo-que-sea, vende-frutas, vende-dignidades, vende-almas y todo por unos centavos a cambio para no morir. Niñ@s y jóvenes presas del crimen organizado para recaudar dinero en las calles, en el derecho de piso, en la venta de drogas y eso se multiplica a nivel micro y macro.

Y sí, la sociedad está sola dentro una moral que desvaloriza la vida y al ser humano.

Tal vez imperceptible para los del poder. Ellos están ausentes, casi todos los gobiernos están ausentes.

Más preocupados por las próximas elecciones, por el poder y los privilegios que les dan fama y un salario seguro, su paso a la historia, sus entrevistas de un día sí y otro también hablándose entre ellos mismos, las clases políticas se olvidan de la gente. Ellos se ponen en el centro y aparentan hablar en nombre de todos, cuando solo hablan de sí mismos y nos lanzan a las calles a un sálvense quien pueda, a un por gordos y diabéticos se mueren, a un sino se quedan quietos se aniquilan, a un control social mediante el miedo y nuevamente la desesperanza, a un olvido del familiar querido porque si se acercan se contagien, a unos adioses a los muertos que es váyanse rápido y sin decir nada y un dejemos en paz y en vida a nosotros.

Y mientras las clases políticas nos llenan de ruidos, de sus gritos entre ellos, de sus debates de coyuntura por sus prebendas, de su destrucción permanente de valores y principios, de su cinismo frente a mucha sociedad que solo busca sobrevivir un solo un día más, de sus espectáculos de cada día que nos denigra como sociedad pensante.

Nos confunden para no pensar y eso no transforma. Se empeñan en seguir en el criterio que aturde, en sus debates en torno a lo inútil. Ellos se cuidan porque tienen el poder, el acceso a medicamentos, a estar confortables.

Son así porque han dejado de ser pueblo, aunque los de derecha, izquierda, centro, liberales, conservadores, radicales hablen por el pueblo.

Todos están en sus altares de la historia que siempre se desmoronan cuando ellos se van.

En la confusión construyen sus historias efímeras, sus cultos a la personalidad hechos por ellos mismos.

Y la sociedad débil les implora ayuda y ellos las reparten como si fueran señores del bien…y todo porque la sociedad se empobrece…es como si fueran un señor feudal en cualquier región del país.

Poco importa el dolor humano, la muerte, a la que ya nos han hecho parecer como normal, y que reducen solo a estadísticas, a números de cada día haciendo parecer como sino hubiera dolor detrás de todo ello.

Tantas medidas inciertas están alterando las conductas, las emociones y la salud social se deteriora…como si fuera un presagio de una nueva violencia colectiva.

Dramático sí…ahí siguen los ruidos: los de los políticos dominan, los de la sociedad se hacen en silencio pero son más intensos.

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