/ lunes 25 de mayo de 2020

Contexto | …me indigna

Carlos está agobiado. Tanta información sobre el Covid-19 lo había descontrolado, sacado de su estabilidad de siempre, casi acabado con la mujer que amaba por no verla, por su ausencia forzada, por estar guardado todo el tiempo haciendo caso al “quédate en casa”, por hacer casi nada y vivir solo con sus pocos ahorros que ahora lo obligan a salir con miedo, con temor a ser contagiado en una angustia permanente.

Ahora que estaba en la calle, y como acostumbrada siempre para tratar de calmarse, escribía una larga lista de todo lo que veía y le dolía, le indignaba, que lo ponía de malas…

Y escribía:

“…me indigna… (y empezaba su listado):

… el aquelarre de la muerte y su espectáculo estadístico de cada noche para exhibir las cifras de muertos, de infectados de cada día. Veía el espectáculo macabro y a sus protagonistas calzando tenis, sus ropas de marca, sus corbatas coloridas, sus maquillajes, sus actuaciones bien ensayadas como muestra del desprecio mayúsculo al dolor, al llanto de los dolidos, de la gente que está afuera de los hospitales esperando la muerte o la vida de quienes aman o de los médicos y enfermeras y todos los de los hospitales que están en primera línea. Para ellos la muerte no significa sino un número a cumplir, a como dé lugar, de sus proyecciones…”bienvenidos los muertos que nos refuercen nuestras estadísticas…porque somos los dueños de la razón…y de las vidas”. Ellos no son anónimos, son los nuevos talk shows de la desgracia, mientras ellos se consolidan como estrellas, envilecidos por su fama efímera. Se imaginaba sus reuniones con sus gráficas en colores, sus rozamientos científicos para convencer a la gente que de cualquier forma se iba a morir…pero ellos saben que eran muertes innecesarias,

…que en la crisis sanitaria tal pareciera que no existen ni los discapacitados, ni los indígenas, ni los ancianos abandonados, ni las mujeres golpeadas…,

…que pareciera que no existen otros gobiernos ni otras comunidades sino una solo voz, que desde el centro manda y decide el destino de todos y cuando no…será responsabilidad de la gente si la tragedia aumenta porque no se quisieron quedar en casa…pero porque tenían hambre o simplemente porque ya no creían…o también culpa de los gobiernos locales a quienes les pretendieron amarrarles las manos…,

…que comparen a nuestros muertos con los de otros países para pensar que eran poquitos como su la muerte tuviera el mismo valor para todos…,

…la pérdida de ocho empleos por minuto en estos meses,

…la pérdida de 689 mil empleos en solo dos meses en donde 6 de cada 10 empleos eran permanentes,

…la peor caída de la actividad industrial en casi once años y que se haga poco por reanimarla,

…el incremento de los pobres en donde el 47.8% de cada 100 mexicanos será más pobre y el 15.9% estará en pobreza extrema con todo el desánimo y la violencia que implica…,

…los despidos en las dependencias de gobierno por que los consideran trabajos inútiles cuando a las empresas se les exige mantener la planta de trabajadores…o de los empresarios que no cuidan la salud de sus trabajadores”

Cierra su libreta de notas…mira a su alrededor y ve personas que le dan esperanza….a deportistas que se organizan para llevar alimentos y comida a quienes están en los laboratorios, a los empresarios para llevar a quienes están en primera, enfermeros, enfermeras y médicos, los elementos necesarios para su protección, a los policías que quieren ayudar a poner un poco de orden en esta sociedad que no define los modos de su organización en el futuro…

Carlos tiene sus sentimientos encontrados entre la esperanza y la indignación…un pueblo que quiere pero que no sabe cómo…y sin embargo se organiza.


Correo: contextotoluca@gmail.com

Carlos está agobiado. Tanta información sobre el Covid-19 lo había descontrolado, sacado de su estabilidad de siempre, casi acabado con la mujer que amaba por no verla, por su ausencia forzada, por estar guardado todo el tiempo haciendo caso al “quédate en casa”, por hacer casi nada y vivir solo con sus pocos ahorros que ahora lo obligan a salir con miedo, con temor a ser contagiado en una angustia permanente.

Ahora que estaba en la calle, y como acostumbrada siempre para tratar de calmarse, escribía una larga lista de todo lo que veía y le dolía, le indignaba, que lo ponía de malas…

Y escribía:

“…me indigna… (y empezaba su listado):

… el aquelarre de la muerte y su espectáculo estadístico de cada noche para exhibir las cifras de muertos, de infectados de cada día. Veía el espectáculo macabro y a sus protagonistas calzando tenis, sus ropas de marca, sus corbatas coloridas, sus maquillajes, sus actuaciones bien ensayadas como muestra del desprecio mayúsculo al dolor, al llanto de los dolidos, de la gente que está afuera de los hospitales esperando la muerte o la vida de quienes aman o de los médicos y enfermeras y todos los de los hospitales que están en primera línea. Para ellos la muerte no significa sino un número a cumplir, a como dé lugar, de sus proyecciones…”bienvenidos los muertos que nos refuercen nuestras estadísticas…porque somos los dueños de la razón…y de las vidas”. Ellos no son anónimos, son los nuevos talk shows de la desgracia, mientras ellos se consolidan como estrellas, envilecidos por su fama efímera. Se imaginaba sus reuniones con sus gráficas en colores, sus rozamientos científicos para convencer a la gente que de cualquier forma se iba a morir…pero ellos saben que eran muertes innecesarias,

…que en la crisis sanitaria tal pareciera que no existen ni los discapacitados, ni los indígenas, ni los ancianos abandonados, ni las mujeres golpeadas…,

…que pareciera que no existen otros gobiernos ni otras comunidades sino una solo voz, que desde el centro manda y decide el destino de todos y cuando no…será responsabilidad de la gente si la tragedia aumenta porque no se quisieron quedar en casa…pero porque tenían hambre o simplemente porque ya no creían…o también culpa de los gobiernos locales a quienes les pretendieron amarrarles las manos…,

…que comparen a nuestros muertos con los de otros países para pensar que eran poquitos como su la muerte tuviera el mismo valor para todos…,

…la pérdida de ocho empleos por minuto en estos meses,

…la pérdida de 689 mil empleos en solo dos meses en donde 6 de cada 10 empleos eran permanentes,

…la peor caída de la actividad industrial en casi once años y que se haga poco por reanimarla,

…el incremento de los pobres en donde el 47.8% de cada 100 mexicanos será más pobre y el 15.9% estará en pobreza extrema con todo el desánimo y la violencia que implica…,

…los despidos en las dependencias de gobierno por que los consideran trabajos inútiles cuando a las empresas se les exige mantener la planta de trabajadores…o de los empresarios que no cuidan la salud de sus trabajadores”

Cierra su libreta de notas…mira a su alrededor y ve personas que le dan esperanza….a deportistas que se organizan para llevar alimentos y comida a quienes están en los laboratorios, a los empresarios para llevar a quienes están en primera, enfermeros, enfermeras y médicos, los elementos necesarios para su protección, a los policías que quieren ayudar a poner un poco de orden en esta sociedad que no define los modos de su organización en el futuro…

Carlos tiene sus sentimientos encontrados entre la esperanza y la indignación…un pueblo que quiere pero que no sabe cómo…y sin embargo se organiza.


Correo: contextotoluca@gmail.com