/ lunes 22 de junio de 2020

Contexto | Mi tristeza por Toluca

A mi papá, hoy y como siempre

Salgo a la calle.

Veo a la gente. Unas calles parecen vacías y vigiladas, otras con gente, con coches y sin vigilancia. Son como dos mundos en uno solo…una fragmentación mas de una sociedad fragmentada desde hace mucho…algunos caminan con miedo, otros con indiferencia. Hay muchos que, o se sienten solos o parecen solos…otros que están en grupos, taxistas o franerelos que guardan cierta distancia, otros no.

La vida cotidiana, la de siempre, parece lejana pero ellos no entienden eso de la nueva normalidad…solo hay para ellos una: la vida de siempre en la que vivían, se divertían, trabajaban. Esta no la entienden…no les interesa. Para muchos nada ha cambiado, al contrario, sus condiciones de vida se han transformado para peor pues cada vez les es más complicado tener ingresos, llevar la comida a la casa, tener para el pasaje, tener para las escuelas, en fin…tener, tener como antes que si al menos no era mucho, era para algo.

Hoy se sienten al garete…como abandonados por todos, sin dirección, sin sentido, sin gobiernos.

En la calle, una madre camina de la mano con su hija pequeña ambas tienen tapabocas que oculta la sonrisa infantil, muchos hombres y mujeres, porque se han multiplicado, se aglomeran en las esquinas en busca de un peso, de cincuenta centavos, de lo que sea para poder llevarse algo a la boca y limpian parabrisas, venden galletas, le ponen almorol a las llantas, le bailan a los conductores quienes por temor al contagio no abran sus cristales y pasan de largo ante la solicitud insistente de una moneda. Mientras otros se amontonan fuera de los bancos sin orden y con paciencia, y en la zona de la terminal y del Mercado Juárez parece seguir reinando el desmadre…tal parece que, como siempre, los concesionarios del transporte (el pulpo camionero), siguen sin respetar nada y no les importa ni la vida, ni el bienestar de la gente que se amontona en las paradas sin la distancia adecuada y en su interior la gente se sienta dónde puede y los vendedores ambulantes hacen la lucha por vender ante la desconfianza de muchos de comprar y temor a contaminarse…ahí y afuera del hospital del seguro muchas familias esperan la cura de sus hijos, esposas, maridos, cuñados sin protección, sin el menor cuidado de alguien quien les tienda la mano: todo en una zona sin orden y tan normal como siempre a pesar de los esfuerzos de la autoridad municipal para evitar la movilidad excesiva…el hambre, la necesidad ha obligado a muchos a mendigar, a robar y con ello el aumento de la violencia y la inseguridad parece ya irreversible…a pesar del discurso gubernamental le pobreza ya se ve en las calles, en el vestido, en la calidad de lo que come la gente…se ve en las manos extendidas para pedir una limosna o un pan, en las tiendas casi vacías y una clase media que sigue sosteniendo una economía endeble por falta de apoyos como lo han hecho en otros países…nada mas que la soberbia del estado que cobra sin pudor reconexiones de la luz porque la gente no salió a tiempo a pagar porque le pidieron se-quedará-en-casa y encontrarse con la sorpresa de pagar reconexión…sin que los de la compañía de luz hicieran sacrificios sobre sus sueldos y sus privilegios a costa de la gente…eso me lo dijo un señor a quien no le alcanzó a pagar la luz por la reconexión.

La gente no tiene opción, así le impuso las condiciones el gobierno…o la salud o la economía y sobreviva el que tiene que sobrevivir en un discurso dirigido a una clase media en extinción, a un sector que tiene la posibilidad de encerrarse pero que no es ni la mayoría de la gente ni del pueblo al que el discurso de “quédate en casa” y de modelos matemáticos y de comportamiento le queda muy lejano en un país con más de la mitad de la población en pobreza y sin planes para defender el empleo o al menos el ingreso…o el hambre mientras la violencia se multiplica.

La constante es la misma: la nueva normalidad que pregona el gobierno no es otra que el desorden de siempre pero con riesgos a la salud….mientras miles de toluqueños padecen aún a pesar del esfuerzo de la autoridad local…las definiciones desde el poder central siguen confundiendo a gobiernos y a la sociedad…


A mi papá, hoy y como siempre

Salgo a la calle.

Veo a la gente. Unas calles parecen vacías y vigiladas, otras con gente, con coches y sin vigilancia. Son como dos mundos en uno solo…una fragmentación mas de una sociedad fragmentada desde hace mucho…algunos caminan con miedo, otros con indiferencia. Hay muchos que, o se sienten solos o parecen solos…otros que están en grupos, taxistas o franerelos que guardan cierta distancia, otros no.

La vida cotidiana, la de siempre, parece lejana pero ellos no entienden eso de la nueva normalidad…solo hay para ellos una: la vida de siempre en la que vivían, se divertían, trabajaban. Esta no la entienden…no les interesa. Para muchos nada ha cambiado, al contrario, sus condiciones de vida se han transformado para peor pues cada vez les es más complicado tener ingresos, llevar la comida a la casa, tener para el pasaje, tener para las escuelas, en fin…tener, tener como antes que si al menos no era mucho, era para algo.

Hoy se sienten al garete…como abandonados por todos, sin dirección, sin sentido, sin gobiernos.

En la calle, una madre camina de la mano con su hija pequeña ambas tienen tapabocas que oculta la sonrisa infantil, muchos hombres y mujeres, porque se han multiplicado, se aglomeran en las esquinas en busca de un peso, de cincuenta centavos, de lo que sea para poder llevarse algo a la boca y limpian parabrisas, venden galletas, le ponen almorol a las llantas, le bailan a los conductores quienes por temor al contagio no abran sus cristales y pasan de largo ante la solicitud insistente de una moneda. Mientras otros se amontonan fuera de los bancos sin orden y con paciencia, y en la zona de la terminal y del Mercado Juárez parece seguir reinando el desmadre…tal parece que, como siempre, los concesionarios del transporte (el pulpo camionero), siguen sin respetar nada y no les importa ni la vida, ni el bienestar de la gente que se amontona en las paradas sin la distancia adecuada y en su interior la gente se sienta dónde puede y los vendedores ambulantes hacen la lucha por vender ante la desconfianza de muchos de comprar y temor a contaminarse…ahí y afuera del hospital del seguro muchas familias esperan la cura de sus hijos, esposas, maridos, cuñados sin protección, sin el menor cuidado de alguien quien les tienda la mano: todo en una zona sin orden y tan normal como siempre a pesar de los esfuerzos de la autoridad municipal para evitar la movilidad excesiva…el hambre, la necesidad ha obligado a muchos a mendigar, a robar y con ello el aumento de la violencia y la inseguridad parece ya irreversible…a pesar del discurso gubernamental le pobreza ya se ve en las calles, en el vestido, en la calidad de lo que come la gente…se ve en las manos extendidas para pedir una limosna o un pan, en las tiendas casi vacías y una clase media que sigue sosteniendo una economía endeble por falta de apoyos como lo han hecho en otros países…nada mas que la soberbia del estado que cobra sin pudor reconexiones de la luz porque la gente no salió a tiempo a pagar porque le pidieron se-quedará-en-casa y encontrarse con la sorpresa de pagar reconexión…sin que los de la compañía de luz hicieran sacrificios sobre sus sueldos y sus privilegios a costa de la gente…eso me lo dijo un señor a quien no le alcanzó a pagar la luz por la reconexión.

La gente no tiene opción, así le impuso las condiciones el gobierno…o la salud o la economía y sobreviva el que tiene que sobrevivir en un discurso dirigido a una clase media en extinción, a un sector que tiene la posibilidad de encerrarse pero que no es ni la mayoría de la gente ni del pueblo al que el discurso de “quédate en casa” y de modelos matemáticos y de comportamiento le queda muy lejano en un país con más de la mitad de la población en pobreza y sin planes para defender el empleo o al menos el ingreso…o el hambre mientras la violencia se multiplica.

La constante es la misma: la nueva normalidad que pregona el gobierno no es otra que el desorden de siempre pero con riesgos a la salud….mientras miles de toluqueños padecen aún a pesar del esfuerzo de la autoridad local…las definiciones desde el poder central siguen confundiendo a gobiernos y a la sociedad…