/ lunes 28 de octubre de 2019

contexto / ¿Street art en Toluca?


Confieso que me gusta el grafiti…quiero decir el buen grafiti, ese que expresa algo que se quiere decir en la calle…una expresión artística, ¿arte en la calle?, de alguien que no tiene otros espacios para manifestarse, para contar una historia que trae dentro, para decirnos a los peatones que a veces vale la pena caminar por una ciudad que se ha hecho, a fuerza de afearla, invisible para sus habitantes.

El grafiti, el buen grafiti repito, ayuda a revalorar los espacios de la ciudad, a que se vuelva a apreciar la calle, sus bardas inertes, sus pasos peatonales o sus puentes.

Sucedió en el muro de Berlin, pero sucede también en miles de zonas marginadas de todos las ciudades del mundo que poco a poco van ocupando espacios para liberar, para denunciar, para expresar una rebeldía, una insatisfacción con el estado de cosas, una rabia también.

No sólo es la estética sino también un medio de comunicación, un enigma para muchos, una historia que nos cuenta las histerias de una sociedad, sobre todo de jóvenes que a pesar del avance de medios de expresión en las redes sociales mandan señales de que no sólo lo virtual existe sino que lo material permanece…y se plasma con pintura en la calles, en la oscuridad, en las horas en que nadie los ve pero que al amanecer todos sabemos que existen.

No sé si sea el arte que va a determinar los inicios de este siglo frente al enorme avance de los medio de comunicación virtuales pero su presencia es indudable y visible.

Es, para México, un poco al arte en la calle como cuando los muralistas nos quisieron narrar nuestra historia en los muros. El Dr. Atl, Rivera, Siqueiros, Orozco, Tamayo, O’ Gorman, frente al analfabetismo en el país, nos meten a nuestra historia a través de la pintura. Nos cuentan historias a las que no se tenía acceso, como los cristianos lo hicieron en sus iglesias en Europa al narrar las historias de Jesucristo y de la biblia en enormes grabados o en murales que adornaban a sus iglesias.

Hoy muchos autores del arte en la calle son anónimos. No conocemos ni sus nombres ni sus biografías, ni sus tendencias religiosas o políticas…pero están presentes.

Una ciudad como Toluca que ha renunciado a tener una personalidad propia, una identidad cada vez más difícil de identificar y que bien puede sintetizarse en el carácter ecléctico de su catedral, puede tener, en el impulso del arte en la calle, un motivo de poder volver a existir como comunidad.

La manifestación está presente. Es imposible negarla.

Se multiplican estas manifestaciones, tal vez con la complicidad de la autoridad, en los puentes vehiculares pero también por el impulso de sus propios habitantes como el grafiti en la calle de Morelos, en el interior del café Bombón en Lerdo, en la esquina de Gómez Farías y Aldama por citar sólo algunos.

Pero el arte en la calle puede ser más que el grafiti…es también la escultura como los tallados de madera que han empezado a aparecer en la calle de Colón o los esfuerzos de muchos estudiantes, sólo impulsados por su propio entusiasmo, para tomar las calles frente al uso del vehículo o bien las esculturas que adornan el edifico de las calles de Hidalgo con Galeana.

El arte en la calles puede ser una oportunidad para volver a darle sentido a una ciudad desanimada y que sólo funciona como un espacio que resuelve satisfactores, de impulsar en individualismo pero que no fomenta ni el sentido de comunidad ni la solidaridad ni el sentido de pertenencia.

El arte urbano es una buena oportunidad para facilitar la comunicación, el diálogo entre la población y sus creadores.

El arte, la cultura ya no puede estar sólo centrada en los recintos o en los museos…es ponerla a disposición de todos. La calle es, al día de hoy, una gran oportunidad.

Correo electrónico. contextotoluca@gmail.com


Confieso que me gusta el grafiti…quiero decir el buen grafiti, ese que expresa algo que se quiere decir en la calle…una expresión artística, ¿arte en la calle?, de alguien que no tiene otros espacios para manifestarse, para contar una historia que trae dentro, para decirnos a los peatones que a veces vale la pena caminar por una ciudad que se ha hecho, a fuerza de afearla, invisible para sus habitantes.

El grafiti, el buen grafiti repito, ayuda a revalorar los espacios de la ciudad, a que se vuelva a apreciar la calle, sus bardas inertes, sus pasos peatonales o sus puentes.

Sucedió en el muro de Berlin, pero sucede también en miles de zonas marginadas de todos las ciudades del mundo que poco a poco van ocupando espacios para liberar, para denunciar, para expresar una rebeldía, una insatisfacción con el estado de cosas, una rabia también.

No sólo es la estética sino también un medio de comunicación, un enigma para muchos, una historia que nos cuenta las histerias de una sociedad, sobre todo de jóvenes que a pesar del avance de medios de expresión en las redes sociales mandan señales de que no sólo lo virtual existe sino que lo material permanece…y se plasma con pintura en la calles, en la oscuridad, en las horas en que nadie los ve pero que al amanecer todos sabemos que existen.

No sé si sea el arte que va a determinar los inicios de este siglo frente al enorme avance de los medio de comunicación virtuales pero su presencia es indudable y visible.

Es, para México, un poco al arte en la calle como cuando los muralistas nos quisieron narrar nuestra historia en los muros. El Dr. Atl, Rivera, Siqueiros, Orozco, Tamayo, O’ Gorman, frente al analfabetismo en el país, nos meten a nuestra historia a través de la pintura. Nos cuentan historias a las que no se tenía acceso, como los cristianos lo hicieron en sus iglesias en Europa al narrar las historias de Jesucristo y de la biblia en enormes grabados o en murales que adornaban a sus iglesias.

Hoy muchos autores del arte en la calle son anónimos. No conocemos ni sus nombres ni sus biografías, ni sus tendencias religiosas o políticas…pero están presentes.

Una ciudad como Toluca que ha renunciado a tener una personalidad propia, una identidad cada vez más difícil de identificar y que bien puede sintetizarse en el carácter ecléctico de su catedral, puede tener, en el impulso del arte en la calle, un motivo de poder volver a existir como comunidad.

La manifestación está presente. Es imposible negarla.

Se multiplican estas manifestaciones, tal vez con la complicidad de la autoridad, en los puentes vehiculares pero también por el impulso de sus propios habitantes como el grafiti en la calle de Morelos, en el interior del café Bombón en Lerdo, en la esquina de Gómez Farías y Aldama por citar sólo algunos.

Pero el arte en la calle puede ser más que el grafiti…es también la escultura como los tallados de madera que han empezado a aparecer en la calle de Colón o los esfuerzos de muchos estudiantes, sólo impulsados por su propio entusiasmo, para tomar las calles frente al uso del vehículo o bien las esculturas que adornan el edifico de las calles de Hidalgo con Galeana.

El arte en la calles puede ser una oportunidad para volver a darle sentido a una ciudad desanimada y que sólo funciona como un espacio que resuelve satisfactores, de impulsar en individualismo pero que no fomenta ni el sentido de comunidad ni la solidaridad ni el sentido de pertenencia.

El arte urbano es una buena oportunidad para facilitar la comunicación, el diálogo entre la población y sus creadores.

El arte, la cultura ya no puede estar sólo centrada en los recintos o en los museos…es ponerla a disposición de todos. La calle es, al día de hoy, una gran oportunidad.

Correo electrónico. contextotoluca@gmail.com