/ lunes 12 de octubre de 2020

Contexto | ¿Y el mañana para cuándo?

La pandemia nos ancló en el presente:

La vida cotidiana se hace de pequeños instantes en lo personal, en lo familiar, en el mundo del trabajo, en las relaciones personales. “Hoy estamos, mañana, no sabemos”, se dice con miedo y hasta con incertidumbre. Los círculos de cada quien se hicieron más pequeños a pesar de las redes sociales. También cambio de pronto la relación que teníamos con la muerte e incluso los términos con la propia vida. En general, las sociedades no tienen claro hacia dónde ir.

Eso desvanece al futuro.

Sin embargo, estos tiempos deben servir también para reflexionar, lo más colectivamente posible, e imaginar futuros.

O se hace con todos o no habrá mundo armónico posible.

Y sin embargo, el futuro no se ha parado.
Las tecnologías avanzan en casi todos los campos. Las necesidades de las sociedades también.

Para muchas generaciones de jóvenes el futuro ya no va a ser lo que era.

La pandemia cambio las relaciones de los hombres con el tiempo y el espacio.

Todo es incierto, pero todo es presente.

Las sociedades se empeñan en volver a la normalidad del pasado, tratan de hacerlo desde los jóvenes que quieren recuperar sus espacios. No siempre lo logran. Pero ahí están presentes en sus lugares habituales de reunión aunque sus otros contextos hayan cambiado: las escuelas, las relaciones de pareja, los intercambios, las compras, los viajes.

Su mundo se ha reducido y, al mismo tiempo, oh paradoja, se amplía porque se vuelve más virtual.

Los sistemas educativos los presionan y ante ello no saben reaccionar. Pasan miles de horas frente a las pantallas encerrados en sí mismos sin más posibilidad de vida en comunidad.

Se debe convocar, no se quien, a un debate sobre el futuro de las sociedades. Hacer un poco de prospectiva, un poco de imaginación.

Los temas han derivado del propio estado en que nos ha puesto la pandemia. ¿Quién será responsable de su gestión? ¿Qué actores nuevos surgirán? ¿Cómo van a impactar nuestro sentido de comunidad y de humanidad?

¿Quién y en donde se plantean los nuevos modos de vida de las sociedades?

Los temas están ahí.

Uno. ¿Cómo será en mundo del trabajo?, ahora ya con procesos acelerados de automatización, con el trabajo en casa, con tareas técnicas y mecánicas que se pueden hacer a la distancia.

Dos. ¿Cuál será el papel de la inteligencia artificial como poderosa herramienta para interpretar datos, realidad o eficientar procesos.

Tres. ¿Cómo deben ser, antes las nuevas realidades los sistemas de alimentación? y en ese sentido serán más ecológicos. ¿Volverán los huertos familiares?

Cuatro. ¿Cómo serán los nuevos sistemas de intercambio y compra de mercancías? ¿se impulsara más la producción y el consumo local?

Cinco. ¿Cómo serán los sistemas de impartición de justicia?

Seis. ¿Cómo deben ser los sistemas de salud frente a poblaciones cada vez mas demandantes de protección?

Siete. ¿Cómo serán los nuevos textiles que permitan vestir a la humanidad sin padecer los temores de contagiarse por esa vía?

Ocho. ¿Cómo debe ser la relación entre el tiempo del trabajo, el tiempo de ocio, el tiempo de familia?

Nueve. ¿Cuáles serán los nuevos términos de socialización frente a los retos que plantea el aislamiento?

Diez. ¿Cuál debe ser el papel del Estado, de los gobiernos frente a las nuevas realidades?

En fin se pueden enumerar cientos de temas que deben ocupar la atención de las sociedades y no en esos debates inoportunos para anclar en el pasado la reflexión de las sociedades, cuando la deuda está en el futuro.

Solo la reflexión colectiva permitirá encontrar respuestas.

El futuro sino se imagina se puede convertir en tragedia.


Correo. contextotoluca@gmail.com



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La pandemia nos ancló en el presente:

La vida cotidiana se hace de pequeños instantes en lo personal, en lo familiar, en el mundo del trabajo, en las relaciones personales. “Hoy estamos, mañana, no sabemos”, se dice con miedo y hasta con incertidumbre. Los círculos de cada quien se hicieron más pequeños a pesar de las redes sociales. También cambio de pronto la relación que teníamos con la muerte e incluso los términos con la propia vida. En general, las sociedades no tienen claro hacia dónde ir.

Eso desvanece al futuro.

Sin embargo, estos tiempos deben servir también para reflexionar, lo más colectivamente posible, e imaginar futuros.

O se hace con todos o no habrá mundo armónico posible.

Y sin embargo, el futuro no se ha parado.
Las tecnologías avanzan en casi todos los campos. Las necesidades de las sociedades también.

Para muchas generaciones de jóvenes el futuro ya no va a ser lo que era.

La pandemia cambio las relaciones de los hombres con el tiempo y el espacio.

Todo es incierto, pero todo es presente.

Las sociedades se empeñan en volver a la normalidad del pasado, tratan de hacerlo desde los jóvenes que quieren recuperar sus espacios. No siempre lo logran. Pero ahí están presentes en sus lugares habituales de reunión aunque sus otros contextos hayan cambiado: las escuelas, las relaciones de pareja, los intercambios, las compras, los viajes.

Su mundo se ha reducido y, al mismo tiempo, oh paradoja, se amplía porque se vuelve más virtual.

Los sistemas educativos los presionan y ante ello no saben reaccionar. Pasan miles de horas frente a las pantallas encerrados en sí mismos sin más posibilidad de vida en comunidad.

Se debe convocar, no se quien, a un debate sobre el futuro de las sociedades. Hacer un poco de prospectiva, un poco de imaginación.

Los temas han derivado del propio estado en que nos ha puesto la pandemia. ¿Quién será responsable de su gestión? ¿Qué actores nuevos surgirán? ¿Cómo van a impactar nuestro sentido de comunidad y de humanidad?

¿Quién y en donde se plantean los nuevos modos de vida de las sociedades?

Los temas están ahí.

Uno. ¿Cómo será en mundo del trabajo?, ahora ya con procesos acelerados de automatización, con el trabajo en casa, con tareas técnicas y mecánicas que se pueden hacer a la distancia.

Dos. ¿Cuál será el papel de la inteligencia artificial como poderosa herramienta para interpretar datos, realidad o eficientar procesos.

Tres. ¿Cómo deben ser, antes las nuevas realidades los sistemas de alimentación? y en ese sentido serán más ecológicos. ¿Volverán los huertos familiares?

Cuatro. ¿Cómo serán los nuevos sistemas de intercambio y compra de mercancías? ¿se impulsara más la producción y el consumo local?

Cinco. ¿Cómo serán los sistemas de impartición de justicia?

Seis. ¿Cómo deben ser los sistemas de salud frente a poblaciones cada vez mas demandantes de protección?

Siete. ¿Cómo serán los nuevos textiles que permitan vestir a la humanidad sin padecer los temores de contagiarse por esa vía?

Ocho. ¿Cómo debe ser la relación entre el tiempo del trabajo, el tiempo de ocio, el tiempo de familia?

Nueve. ¿Cuáles serán los nuevos términos de socialización frente a los retos que plantea el aislamiento?

Diez. ¿Cuál debe ser el papel del Estado, de los gobiernos frente a las nuevas realidades?

En fin se pueden enumerar cientos de temas que deben ocupar la atención de las sociedades y no en esos debates inoportunos para anclar en el pasado la reflexión de las sociedades, cuando la deuda está en el futuro.

Solo la reflexión colectiva permitirá encontrar respuestas.

El futuro sino se imagina se puede convertir en tragedia.


Correo. contextotoluca@gmail.com



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