/ lunes 27 de enero de 2020

Contexto | …Y no fue show


Hay veces que uno no entiende las cosas del gobierno, ni de los gobernantes.

En el discurso siempre están con el pueblo, con los marginados, con los necesitados.

Sólo en el discurso.

En la realidad están con quien les conviene… y, si les dan votos… es una manera vil de corromper a los más necesitados.

Les gusta mandar, sentirse adorados, sentir que sus voces son las únicas y las de otros no cuentan.

No importa de donde vengan, les encantan los símbolos de poder.

Les gusta mandar y no obedecer y de ahí se alejan del pueblo, de la gente.

La gente en la calle hace rectificar a los gobiernos sólo si estos últimos están dispuestos a escuchar.

Es una manera de hacerle daño a la sociedad en general.

Las crónicas lo dicen.

Quienes marcharon en caravana buscando la paz son los que han puesto los muertos que para el gobierno se reducen a estadísticas.

Ahí estaban las madres que han perdido a sus hijos y los padres también.

Ahí están los abuelos que han perdido a sus hijas y a sus nietos, y los esposos que han perdido a sus esposas.

Ellos tienen a sus muertos en sus casas, tienen ahí sus recuerdos y sus ausencias… Los gobernantes no.

Por eso unos sufren y los otros viven en la comodidad del poder y de todo lo que lo rodea que son los restos suntuosos del pasado, pero que ahora disfrutan.

Ningún gobierno debe ser ajeno al dolor de ningún ciudadano… así sólo sea uno, ni a las lágrimas de una madre… así solo sea una… ni al dolor de un huérfano… así sólo sea uno, y que les han sido arrancados de sus vidas por la violencia que se vive y a la que el gobierno no ha sabido hacer frente.

No se puede juzgar a quienes tienen el dolor de las ausencias en sus cuerpos.

No se puede menospreciar a quienes, a pesar de su edad, salen a caminar sólo para clamar un poco de justicia y de comprensión.

…Un poco decir que ya no se quieren más muertos… porque a muchos ya les acabaron los vivos.

Es error menospreciar a quienes están en la calle.

No es valiente no estar con ellos y acompañarlos en su dolor.

Siempre se elude la responsabilidad desde el gobierno cuando no se tienen respuestas sensatas a una preocupación social y legítima que sólo quiere que sus muertos no estén más muertos y si, en cambio, que sus sacrificios les den a otros esperanza de vida.

En México no se puede seguir desoyendo a los que sufren por la violencia.

No es posible que se guarde un silencio que raya en la estupidez y que tarde o temprano quedará como vergüenza frente a la historia.

La indiferencia de los gobernantes, el menosprecio al dolor tarde o temprano serán juzgados por la historia.

Solo el tiempo pondrá en su lugar a quienes frente al dolor de quienes tienen los muertos fueron indiferentes.

contextotoluca@gmail.com


Hay veces que uno no entiende las cosas del gobierno, ni de los gobernantes.

En el discurso siempre están con el pueblo, con los marginados, con los necesitados.

Sólo en el discurso.

En la realidad están con quien les conviene… y, si les dan votos… es una manera vil de corromper a los más necesitados.

Les gusta mandar, sentirse adorados, sentir que sus voces son las únicas y las de otros no cuentan.

No importa de donde vengan, les encantan los símbolos de poder.

Les gusta mandar y no obedecer y de ahí se alejan del pueblo, de la gente.

La gente en la calle hace rectificar a los gobiernos sólo si estos últimos están dispuestos a escuchar.

Es una manera de hacerle daño a la sociedad en general.

Las crónicas lo dicen.

Quienes marcharon en caravana buscando la paz son los que han puesto los muertos que para el gobierno se reducen a estadísticas.

Ahí estaban las madres que han perdido a sus hijos y los padres también.

Ahí están los abuelos que han perdido a sus hijas y a sus nietos, y los esposos que han perdido a sus esposas.

Ellos tienen a sus muertos en sus casas, tienen ahí sus recuerdos y sus ausencias… Los gobernantes no.

Por eso unos sufren y los otros viven en la comodidad del poder y de todo lo que lo rodea que son los restos suntuosos del pasado, pero que ahora disfrutan.

Ningún gobierno debe ser ajeno al dolor de ningún ciudadano… así sólo sea uno, ni a las lágrimas de una madre… así solo sea una… ni al dolor de un huérfano… así sólo sea uno, y que les han sido arrancados de sus vidas por la violencia que se vive y a la que el gobierno no ha sabido hacer frente.

No se puede juzgar a quienes tienen el dolor de las ausencias en sus cuerpos.

No se puede menospreciar a quienes, a pesar de su edad, salen a caminar sólo para clamar un poco de justicia y de comprensión.

…Un poco decir que ya no se quieren más muertos… porque a muchos ya les acabaron los vivos.

Es error menospreciar a quienes están en la calle.

No es valiente no estar con ellos y acompañarlos en su dolor.

Siempre se elude la responsabilidad desde el gobierno cuando no se tienen respuestas sensatas a una preocupación social y legítima que sólo quiere que sus muertos no estén más muertos y si, en cambio, que sus sacrificios les den a otros esperanza de vida.

En México no se puede seguir desoyendo a los que sufren por la violencia.

No es posible que se guarde un silencio que raya en la estupidez y que tarde o temprano quedará como vergüenza frente a la historia.

La indiferencia de los gobernantes, el menosprecio al dolor tarde o temprano serán juzgados por la historia.

Solo el tiempo pondrá en su lugar a quienes frente al dolor de quienes tienen los muertos fueron indiferentes.

contextotoluca@gmail.com