/ lunes 23 de noviembre de 2020

Contexto | ¡Y…les vale madre!


El desorden en el transporte público en Toluca es una de las características de su retraso como una capital moderna y con buena calidad de vida. La pandemia lejos de ayudar a mejorar los estándares de servicio solo pareció deteriorarlos ante la indiferencia de la autoridad responsable.

En Toluca la vida al parecer no ha cambiado.

Todo sigue como antes…o casi.

No hay nueva normalidad ni nuevas maneras de convivir.

Han fallado gobierno y sociedad, principalmente los gobiernos.

Lo mismo ocurre en todos lados, se puede decir, y tal vez sea cierto pero ¿debemos conformarnos?

La pandemia pudo haber cambiado muchas cosas para mejorar nuestra calidad de vida. No fue así.

Nos quedamos como antes pero peor.

Esa es la percepción general en las zonas urbanas.

Basta caminar y salir a las calles para ver el tamaño del desastre que nos espera. Parece que nuestra vida en la ciudad y en los pueblos está fatalmente destinada al descuido.

Y para muestra un botón: el transporte público y principalmente los camiones y los choferes.

Más de dos décadas denunciando en estas páginas el desastre y los efectos nocivos que en la convivencia tiene el transporte público en la civilidad de una ciudad. Y nada.

Ordenarlo no es cuestión de dinero o de recursos sino de observar la ley y de voluntad para hacer de una ciudad capital una mejor ciudad.

No lo hemos hecho.

El transporte público además de ser feo refleja lo peor de los sentimientos de la sociedad: violencia, violación de la ley, falta de respeto al peatón y de otros automovilistas, no cuidado de las formas, falta de observación de un mínimo de conducta cívica y desorden, sobre todo desorden.

Es nuestra mejor cara de tercermundismo y subdesarrollo.

Da la impresión al ver el actuar del transporte público en la ciudad que vive en otro mundo: el de la impunidad y de la corrupción con el gobierno responsable de regularlo.

¿Por qué la CDMX ha podido ordenar y mejorar la imagen de su transporte colectivo y Toluca no?

Medellín, en Colombia, una ciudad pequeña y otros tiempos violenta ha sido ejemplo de reordenamiento a nivel mundial. ¿Toluca no puede?

Los tiempos de la pandemia era una oportunidad pero los seguimos viendo como antes: altaneros, recorriendo la ciudad a velocidades excesivas o yendo muy lentos si en el caso les conviene, mentándoles la madre a los discapacitados, cambiando de carril cuando se les antoja como si fueran dueños de la ciudad, haciendo paradas y tomando pasaje en donde se les antoja.

Y solo vemos la cara de asustados de los policías al verlos pasar o cómplices al extenderles unas monedas al pasar frente a ellos, o las patrullas de orden vial no hacer nada ante la denuncia ciudadana. O Sea todo igual pero para peor cada día.

El transporte es un servicio básico, pero ello no justifica el desorden.

Un desorden ya desesperante.

Pero por ellos no paso la pandemia. Siguen sin lugares reservados para guardar la distancia, sin respeto al medio ambiente, sin observar las normas mínimas de convivencia, siguen matando gente y parece que a ninguna autoridad parece importarle.

…y los toluqueños tenemos que seguir soportándolos en silencio y ya casi resignación por el resto de nuestras vidas y tal vez para generaciones que vienen…

Esa es una de las tragedias de la Toluca que es incapaz de transitar a una sociedad más civilizada y hacer una labor pedagógica de orden y respeto.

Mientras seguiremos siendo testigos del descuido de las autoridades, de la falta de respeto de los choferes, de su contaminación creciente, de soportar sus mentadas de madre, de ese echarles el camión a quienes se les pongan enfrente…

…es decir, les vale madre…

Correo: contextotoluca@gmail.com


El desorden en el transporte público en Toluca es una de las características de su retraso como una capital moderna y con buena calidad de vida. La pandemia lejos de ayudar a mejorar los estándares de servicio solo pareció deteriorarlos ante la indiferencia de la autoridad responsable.

En Toluca la vida al parecer no ha cambiado.

Todo sigue como antes…o casi.

No hay nueva normalidad ni nuevas maneras de convivir.

Han fallado gobierno y sociedad, principalmente los gobiernos.

Lo mismo ocurre en todos lados, se puede decir, y tal vez sea cierto pero ¿debemos conformarnos?

La pandemia pudo haber cambiado muchas cosas para mejorar nuestra calidad de vida. No fue así.

Nos quedamos como antes pero peor.

Esa es la percepción general en las zonas urbanas.

Basta caminar y salir a las calles para ver el tamaño del desastre que nos espera. Parece que nuestra vida en la ciudad y en los pueblos está fatalmente destinada al descuido.

Y para muestra un botón: el transporte público y principalmente los camiones y los choferes.

Más de dos décadas denunciando en estas páginas el desastre y los efectos nocivos que en la convivencia tiene el transporte público en la civilidad de una ciudad. Y nada.

Ordenarlo no es cuestión de dinero o de recursos sino de observar la ley y de voluntad para hacer de una ciudad capital una mejor ciudad.

No lo hemos hecho.

El transporte público además de ser feo refleja lo peor de los sentimientos de la sociedad: violencia, violación de la ley, falta de respeto al peatón y de otros automovilistas, no cuidado de las formas, falta de observación de un mínimo de conducta cívica y desorden, sobre todo desorden.

Es nuestra mejor cara de tercermundismo y subdesarrollo.

Da la impresión al ver el actuar del transporte público en la ciudad que vive en otro mundo: el de la impunidad y de la corrupción con el gobierno responsable de regularlo.

¿Por qué la CDMX ha podido ordenar y mejorar la imagen de su transporte colectivo y Toluca no?

Medellín, en Colombia, una ciudad pequeña y otros tiempos violenta ha sido ejemplo de reordenamiento a nivel mundial. ¿Toluca no puede?

Los tiempos de la pandemia era una oportunidad pero los seguimos viendo como antes: altaneros, recorriendo la ciudad a velocidades excesivas o yendo muy lentos si en el caso les conviene, mentándoles la madre a los discapacitados, cambiando de carril cuando se les antoja como si fueran dueños de la ciudad, haciendo paradas y tomando pasaje en donde se les antoja.

Y solo vemos la cara de asustados de los policías al verlos pasar o cómplices al extenderles unas monedas al pasar frente a ellos, o las patrullas de orden vial no hacer nada ante la denuncia ciudadana. O Sea todo igual pero para peor cada día.

El transporte es un servicio básico, pero ello no justifica el desorden.

Un desorden ya desesperante.

Pero por ellos no paso la pandemia. Siguen sin lugares reservados para guardar la distancia, sin respeto al medio ambiente, sin observar las normas mínimas de convivencia, siguen matando gente y parece que a ninguna autoridad parece importarle.

…y los toluqueños tenemos que seguir soportándolos en silencio y ya casi resignación por el resto de nuestras vidas y tal vez para generaciones que vienen…

Esa es una de las tragedias de la Toluca que es incapaz de transitar a una sociedad más civilizada y hacer una labor pedagógica de orden y respeto.

Mientras seguiremos siendo testigos del descuido de las autoridades, de la falta de respeto de los choferes, de su contaminación creciente, de soportar sus mentadas de madre, de ese echarles el camión a quienes se les pongan enfrente…

…es decir, les vale madre…

Correo: contextotoluca@gmail.com