/ martes 7 de julio de 2020

Economía tras bambalinas | La competitividad del Estado de México la construimos todos

Hace unos días se dio a conocer el Índice de Competitividad Estatal 2020 que elabora el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. (IMCO), de forma bienal desde 2006.

Se trata de uno de los índices con mayor reconocimiento en el país que permite identificar el nivel de competitividad de cada una de las 32 entidades federativas, definida como la capacidad de un estado para forjar, atraer y retener talento e inversiones, para lo cual se establecieron seis categorías: competitividad alta, adecuada, media alta, media baja, baja y muy baja.

Esta capacidad depende de muchos factores, no sólo pasa por un tema meramente económico, sino también implica atender asuntos ligados a la educación, la salud, la seguridad, el acceso a servicios básicos, contar con un marco regulatorio que facilite y favorezca la creación y operación de las empresas, entre otros aspectos, que se miden por parte de IMCO, a través de 97 indicadores integrados en 10 subíndices, con base en información pública en el periodo 2001-2018.

Para la presente edición no se estableció un ranking general, sino que se identifican de manera específica las fortalezas y debilidades de cada entidad, a partir de sus respectivas calificaciones en cada uno de los 10 subíndices de competitividad que contempla el Índice (derecho, medio ambiente, sociedad, sistema político, gobiernos, mercado de factores, economía, precursores, relaciones internacionales e innovación).

En el caso del Estado de México, mostró competitividad adecuada en 1 subíndice (Economía), media alta en 5 subíndices (Medio Ambiente, Sociedad, Gobiernos, Mercado de Factores y Precursores) y media baja en 4 subíndices (Derecho, Sistema Político, Relaciones Internacionales e Innovación.

De hecho, a nivel de subíndice, su mejor posición la obtuvo en la dimensión Economía (posición 5), mejorando 7 lugares con respecto a la edición anterior donde se colocó en la posición 12. En cambio, su ubicación más baja se da en el subíndice Sistema Político, colocándose en el lugar 26, mejorando 5 posiciones.

En cuanto a su desempeño por indicador, del total de 99 indicadores analizados (97 ordinarios más 2 adicionales considerados “ancla”), en 6 de ellos se ubica entre las tres primeras posiciones; en 48 dentro de las posiciones 4 a la 16; en 38 dentro de los lugares 17 al 29; y sólo en 7 se ubica entre las últimas tres posiciones.

A pesar de que en total tuvo una pérdida neta de 109 posiciones en todos los indicadores, en contraparte destaca el hecho de que ascendió un total de 224 posiciones, lo cual refleja que, en términos generales, mostró un mejor desempeño con respecto a la edición 2018 de este Índice.

Como puede apreciarse, ser más competitivo como estado no depende únicamente de un factor, o de un esfuerzo aislado. Se requiere trabajar de manera constante en diversos aspectos que son los que permiten contar con un entorno amigable, propicio y favorable para la inversión, el desarrollo empresarial y, por supuesto, la generación de empleo y las oportunidades de bienestar que traen consigo.

En el contexto actual de la contingencia de salud, resulta especialmente importante lograr que el Estado de México sea mucho más competitivo, porque ello implica incrementar sus oportunidades para acelerar su recuperación en el corto, mediano y largo plazo.

Esta es una de las tareas en las cuales el gobernador Alfredo Del Mazo ha asumido el compromiso de trabajar de manera decidida, desde los diferentes frentes que inciden en la competitividad de nuestro estado, porque no se trata únicamente de ser más atractivo para la inversión, sino de generar las condiciones que permitan que las familias mexiquenses tengan las oportunidades que requieren para tener una vida más digna, plena y de bienestar.


Hace unos días se dio a conocer el Índice de Competitividad Estatal 2020 que elabora el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. (IMCO), de forma bienal desde 2006.

Se trata de uno de los índices con mayor reconocimiento en el país que permite identificar el nivel de competitividad de cada una de las 32 entidades federativas, definida como la capacidad de un estado para forjar, atraer y retener talento e inversiones, para lo cual se establecieron seis categorías: competitividad alta, adecuada, media alta, media baja, baja y muy baja.

Esta capacidad depende de muchos factores, no sólo pasa por un tema meramente económico, sino también implica atender asuntos ligados a la educación, la salud, la seguridad, el acceso a servicios básicos, contar con un marco regulatorio que facilite y favorezca la creación y operación de las empresas, entre otros aspectos, que se miden por parte de IMCO, a través de 97 indicadores integrados en 10 subíndices, con base en información pública en el periodo 2001-2018.

Para la presente edición no se estableció un ranking general, sino que se identifican de manera específica las fortalezas y debilidades de cada entidad, a partir de sus respectivas calificaciones en cada uno de los 10 subíndices de competitividad que contempla el Índice (derecho, medio ambiente, sociedad, sistema político, gobiernos, mercado de factores, economía, precursores, relaciones internacionales e innovación).

En el caso del Estado de México, mostró competitividad adecuada en 1 subíndice (Economía), media alta en 5 subíndices (Medio Ambiente, Sociedad, Gobiernos, Mercado de Factores y Precursores) y media baja en 4 subíndices (Derecho, Sistema Político, Relaciones Internacionales e Innovación.

De hecho, a nivel de subíndice, su mejor posición la obtuvo en la dimensión Economía (posición 5), mejorando 7 lugares con respecto a la edición anterior donde se colocó en la posición 12. En cambio, su ubicación más baja se da en el subíndice Sistema Político, colocándose en el lugar 26, mejorando 5 posiciones.

En cuanto a su desempeño por indicador, del total de 99 indicadores analizados (97 ordinarios más 2 adicionales considerados “ancla”), en 6 de ellos se ubica entre las tres primeras posiciones; en 48 dentro de las posiciones 4 a la 16; en 38 dentro de los lugares 17 al 29; y sólo en 7 se ubica entre las últimas tres posiciones.

A pesar de que en total tuvo una pérdida neta de 109 posiciones en todos los indicadores, en contraparte destaca el hecho de que ascendió un total de 224 posiciones, lo cual refleja que, en términos generales, mostró un mejor desempeño con respecto a la edición 2018 de este Índice.

Como puede apreciarse, ser más competitivo como estado no depende únicamente de un factor, o de un esfuerzo aislado. Se requiere trabajar de manera constante en diversos aspectos que son los que permiten contar con un entorno amigable, propicio y favorable para la inversión, el desarrollo empresarial y, por supuesto, la generación de empleo y las oportunidades de bienestar que traen consigo.

En el contexto actual de la contingencia de salud, resulta especialmente importante lograr que el Estado de México sea mucho más competitivo, porque ello implica incrementar sus oportunidades para acelerar su recuperación en el corto, mediano y largo plazo.

Esta es una de las tareas en las cuales el gobernador Alfredo Del Mazo ha asumido el compromiso de trabajar de manera decidida, desde los diferentes frentes que inciden en la competitividad de nuestro estado, porque no se trata únicamente de ser más atractivo para la inversión, sino de generar las condiciones que permitan que las familias mexiquenses tengan las oportunidades que requieren para tener una vida más digna, plena y de bienestar.


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