En tres tiempos. A punta de pistola
Uno
Los tiroteos callejeros con pérdida de vidas se están convirtiendo en una realidad casi cotidiana que altera el orden y la paz pública en diversas ciudades del país, incluida la Ciudad de México.
Minatitlán, Cuernavaca, Guadalajara, la región norteña, el Bajío y hasta centros de estudios del área metropolitana del Valle de México registran ya la huella de pistoleros que oprimen el gatillo con la mayor facilidad del mundo y, en ocasiones, por contrato.
Un sicario ejecutó a dos comerciantes en pleno centro de Cuernavaca y se dijo que había recibido a cambio cinco mil pesos.
Dos
Frente a una ola de hechos violentos que parece no tener fin, respuesta de las autoridades ha consistido en sumar policías a la búsqueda de responsables, pero su eventual captura no encuentra respaldo en sentencias y castigos severos que teóricamente podrían disuadir el crimen.
Los medios de comunicación están dedicados a informar sobre este tipo de acontecimientos y afirman que este año será más violento que los precedentes.
En el Estado de México se registran desapariciones de mujeres, especialmente jóvenes, que aparecen muertas en cualquier baldío o en calles céntricas de zonas urbanas, ya que los delincuentes no muestran ningún recato en ese aspecto.
Los motivos pueden diversos, pero lo que ahora preocupa es la aparición de asesinos a sueldo que, a cambio de unos cuantos miles de pesos, asesinan fríamente a personas, como sucedió en Cuernavaca y como ya está sucediendo en otros puntos del país, lo cual es una regresión a situaciones que se creían definitivamente superadas.
En otro sentido, hace días, un militar retirado, guardaespaldas de un periodista capitalino, hizo una sorprendente demostración de eficaz manejo de armas, en plena Ciudad de México, al abatir a tiros a un delincuente, herir a otro y poner en fuga a un tercero cuando intentaban robarle un automóvil en una calle céntrica y a plena luz del día.
Tres
Mientras tanto, en rutas de transporte del Valle de México suelen aparecer “vengadores anónimos” que se mezclan entre pasajeros para “cazar” asaltantes y hacerles frente de manera sorpresiva.
¿A estos extremos tenemos que llegar?
Las corporaciones policiacas están haciendo su trabajo, proteger a los ciudadanos y perseguir a los delincuentes, pero en los últimos años se les ha venido encima una ola de robos, secuestros y asaltos para la que no dan la impresión de haber estado preparados.
Ya no es posible saber en qué parte del país va a ser accionada un arma de fuego por gatilleros que han hecho del crimen una especie de trabajo, definitivamente inaceptable, pero real.