Otra raya al tigre
Uno
La intempestiva salida del doctor José Narro Robles de las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) es un motivo más de preocupación para quienes luchan por enderezar el barco tras el naufragio del año pasado.
La falta de unidad de quienes escucharon el grito de: “¡Sálvese el que pueda!” y entendieron que se trataba de iniciar una desbandada rompe un valor fundamental de la organización priista que es su regla de oro: la disciplina.
El doctor Narro renuncia a sus aspiraciones de ocupar la presidencia del comité nacional priista, actualmente en juego, y a una militancia partidista de 36 años, según explicó, lo cual quiere decir que está ya fuera del partido.
Cabe esperar la reacción de quienes, apoyando su causa, ya lo veían actuar como presidente nacional del PRI.
Dos
Lo preocupante son las razones que adujo el ex rector de la UNAM para explicar su dimisión, pues se quejó de falta de democracia dentro del partido, decisiones verticales y un juego político con dados cargados.
Si esto es verdad, lo único que puede inferirse es que en la cúpula del PRI no se ha entendido todavía el mensaje de los tropiezos electorales de 2000, 2006, y 2018, cuando perdieron la elección de presidente de la república y muchos cargos menores.
En los peores momentos de la crisis algunos miembros relevantes de la militancia se quejaron de que sus aportaciones no son tomadas en cuenta y de que algunas veces se han tomado decisiones que no han sido favorables para el PRI.
Estas decisiones se han tomado siempre desde la cúpula, pero la reacción de los priistas no ha sido violenta −como cuando una decisión vertical de Miguel de la Madrid provocó la salida de Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Ifigenia Martínez y otros que más tarde fundaron el PRD− sino más bien ecuánime, entendiendo que la unidad y la disciplina de los militantes son reglas que han permitido mantener al partido que, a falta de un presidente de la república salido de sus filas sigue las directrices de los gobernadores y del comité nacional, pero con mayor peso de la opinión de aquellos.
Tres
La disciplina es una virtud que los sobrevivientes del partido piensan que es necesario mantener, pero también es un obstáculo para la libre participación de los militantes, que se quejan de no ser tomados en cuenta en la toma de decisiones.
Y hoy que se pretende recomponer el partido, tras del colapso sufrido en las elecciones de julio pasado, reacciones viscerales como la que tuvo el doctor Narro puede causar desánimo entre la militancia.