/ sábado 23 de octubre de 2021

Entremés Político | Sexenio perdido 




Conforme pasa el tiempo se confirma la sentencia del juicio popular. El gobierno del actual mandatario mexiquense, Alfredo del Mazo Maza, ha sido gris, insulso, sin resultados y alejado de la gente. Se puede afirmar, sin temor a equivocarnos, que este será el sexenio perdido.

Desde su deslegitimado arribó a la gubernatura, Alfredo del Mazo se convirtió en un simple espectador del acontecer estatal. No quiso ser protagonista porque se sintió acotado por el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, en virtud de sus antecedentes y relaciones económicas cuestionadas. El origen de su fortuna personal y familiar son los mismos que todos aquellos que concibieron al poder público como un negocio para amasar fortunas, como un mecanismo para acceder a grandes contratos con los que resultaban beneficiadas sus empresas.

Sabedor de ello y de que existe la posibilidad de que la unidad de inteligencia financiera volteara hacia él, prefirió mantenerse discreto y de bajo perfil. No hacer mayor ostentación y guardarse en la casa Estado de México. El margen de maniobra que tiene a su alcance es muy limitado y lo sabe. Sin embargo, su situación personal permeó a la totalidad del gabinete. Se convirtieron simplemente en recaudadores y administradores sin iniciativa ni brújula.

El horizonte de este gobierno ha sido y será nebuloso y oscuro.

Por eso sus resultados en el mejor de los casos es mediocre. La inseguridad, transporte público, carencia de agua y servicios en general, siguen siendo la principal preocupación de los mexiquenses y, en ese sentido, el gobierno estatal ha brillado por su ausencia. La competitividad de la entidad ha venido decreciendo paulatinamente y no hay una política para la expansión industrial y la inversión en suelo mexiquense. Las finanzas públicas se encuentran comprometidas por el pésimo manejo que durante décadas les dieron sus antecesores. La glosa del informe de gobierno simplemente deja mucho que desear y la actual Legislatura tiene que apretar y exigir mayores resultados al Ejecutivo. Los mexiquenses tenemos que salir lo más rápido posible de este letargo. Es indispensable que la entidad tenga viabilidad para enfrentar los retos presentes y futuros. Se requiere pasar de los dichos a los hechos y poner manos a la obra. Los mexiquenses no queremos otro gobierno ausente. A dos años de que este gobierno cese en sus funciones, pareciera que nunca gobernó.





Conforme pasa el tiempo se confirma la sentencia del juicio popular. El gobierno del actual mandatario mexiquense, Alfredo del Mazo Maza, ha sido gris, insulso, sin resultados y alejado de la gente. Se puede afirmar, sin temor a equivocarnos, que este será el sexenio perdido.

Desde su deslegitimado arribó a la gubernatura, Alfredo del Mazo se convirtió en un simple espectador del acontecer estatal. No quiso ser protagonista porque se sintió acotado por el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, en virtud de sus antecedentes y relaciones económicas cuestionadas. El origen de su fortuna personal y familiar son los mismos que todos aquellos que concibieron al poder público como un negocio para amasar fortunas, como un mecanismo para acceder a grandes contratos con los que resultaban beneficiadas sus empresas.

Sabedor de ello y de que existe la posibilidad de que la unidad de inteligencia financiera volteara hacia él, prefirió mantenerse discreto y de bajo perfil. No hacer mayor ostentación y guardarse en la casa Estado de México. El margen de maniobra que tiene a su alcance es muy limitado y lo sabe. Sin embargo, su situación personal permeó a la totalidad del gabinete. Se convirtieron simplemente en recaudadores y administradores sin iniciativa ni brújula.

El horizonte de este gobierno ha sido y será nebuloso y oscuro.

Por eso sus resultados en el mejor de los casos es mediocre. La inseguridad, transporte público, carencia de agua y servicios en general, siguen siendo la principal preocupación de los mexiquenses y, en ese sentido, el gobierno estatal ha brillado por su ausencia. La competitividad de la entidad ha venido decreciendo paulatinamente y no hay una política para la expansión industrial y la inversión en suelo mexiquense. Las finanzas públicas se encuentran comprometidas por el pésimo manejo que durante décadas les dieron sus antecesores. La glosa del informe de gobierno simplemente deja mucho que desear y la actual Legislatura tiene que apretar y exigir mayores resultados al Ejecutivo. Los mexiquenses tenemos que salir lo más rápido posible de este letargo. Es indispensable que la entidad tenga viabilidad para enfrentar los retos presentes y futuros. Se requiere pasar de los dichos a los hechos y poner manos a la obra. Los mexiquenses no queremos otro gobierno ausente. A dos años de que este gobierno cese en sus funciones, pareciera que nunca gobernó.


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