La democracia goza de buena salud
Las lecciones de las elecciones del domingo son alentadoras: mostraron que la democracia mexicana está vivita y coleando; que las instituciones electorales creadas hace tres décadas siguen siendo funcionales y confiables; que los mexicanos no están escondidos y no tienen miedo a salir a las calles a manifestarse; que en situaciones extraordinarias se movilizan espontánea y voluntariamente, ya sea para ejercer su derecho al voto, ya sea para organizar las propias elecciones; que a pesar de la violencia que azota al país, seguimos teniendo las mejores elecciones: aburridas, aquellas en las cuales no hay incidentes lamentables. Todo ello ha sido reconocido hasta por los más acérrimos detractores de nuestra democracia, gracias a la cual esta vez muchos de ellos obtuvieron sonadas victorias.
Yo mismo tuve una etapa de escepticismo y no fue para menos. Cifras como las de Latinobarómetro indicaban que sólo la mitad de latinos tenía confianza en la democracia y, peor, en México sólo 20% confiaba en ella. Incluso hace dos años escribí un artículo con el mismo título que éste, pero en sentido negativo. No obstante eso no significaba que no creyera que la democracia es el mejor régimen político para nuestro país, incluso, aseguré que nadie en sus cabales podía negar los avances democráticos y la ampliación de libertades; que si bien tenemos una democracia “defectuosa”, las prácticas autoritarias que persisten no obedecen a una lógica generalizada del sistema sino a intereses específicos de grupos y corporaciones, así como al crimen organizado que vulnera libertades y derechos fundamentales.
Estas elecciones renovaron la democracia mexicana, pero la nueva alternancia no debe provocar que se echen las campanas al vuelo. AMLO y su partido que tuvo “carro completo” (me recuerda al México prista de los 70) gozarán ahora de las mieles de un poder legítimo y abrumadoramente mayoritario, que le dan un gran bono democrático. Por ello Krauze alertaba hace días sobre el hecho de que este tipo de poder mayoritario podría revivir las tentaciones autoritarias y para evitarlo propuso el voto divido. Eso ya no se pudo al menos en el Congreso que será de mayoría morenista, por lo que, ya sin pasiones políticas, se deben seguir fortaleciendo otras instituciones que limitan el poder: la Suprema Corte de Justicia, los organismos independientes de transparencia (IFAI) y derechos humanos (CNDH), los gobiernos locales de color diferente, incluso las fuerzas armadas; así como seguir fomentando la crítica y la participación ciudadana.
Utilizando una frase sobada, lo peor que se puede hacer es otorgar a AMLO y a Morena un “cheque en blanco” para que hagan lo que quieran. Sigamos cuidando nuestra democracia.
@RodrigoSanArce