/ jueves 16 de agosto de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia


El perdón sin olvido sólo funciona con un mínimo de justicia (II)

La semana pasada comenté que el proceso de paz de Colombia muestra que la paz es un proceso largo, requiere de la voluntad y, debo agregar, de la paciencia de muchos, y que si bien es importante el perdón, también lo es que las víctimas no olvidan si no existe un mínimo de justicia, aunque sea imperfecta. Pero, ¿qué nos dice la investigación para la paz sobre el perdón y el olvido?

En la “Enciclopedia de Paz y Conflictos” (Eirene, Granada, 2004), la especialista Marta Burguet, profesora de la Universidad de Barcelona, dice que con el perdón se puede conseguir la reconciliación, el restablecimiento de la amistad y la armonía, en suma, recobrar las relaciones perdidas por efecto de la violencia. En sus palabras:

“El perdón permite que no se perpetúe el daño sufrido, tanto si éste está orientado a los demás como a uno mismo. El perdón rompe con esa espiral de violencia que se desencadenaría con ojo por ojo y diente por diente. Además, elimina los resentimientos y hace que éstos se sanen a través del proceso [de paz]. El perdón es también una proyección hacia el futuro, liberando del hecho de aferrarse al pasado y liberando a su vez del espíritu de venganza”.

Aquí la experta catalana aborda un punto clave e invoca la posibilidad de optar por el “derecho a no tener enemigos”, el cual se logra al desechar el “ojo por ojo”, la venganza, aquella que también AMLO quiere desterrar porque a todos nos dejaría “tuertos y chimuelos”. Respecto al “olvido”, la especialista dice lo siguiente:

“Perdonar no significa olvidar. La capacidad humana de memoria impide olvidar. Podemos tratar de borrar el daño sicológico causado, el resentimiento, de tal modo que el recuerdo no afecte negativamente la percepción de uno ni de los demás. [Pero] olvidar sería una postura ingenua. Sin embargo, sin olvidar podemos perdonar, y en primer lugar perdonarnos a nosotros mismos”.

Para que exista un mínimo de justicia, la especialista propone el método de “verdad y reconciliación”, por el cual el agresor necesariamente debe reconocer el daño causado y restituir los costos de dicho daño ante las víctimas y ante el Estado, a fin de que pueda merecer el perdón y, además, para que merezca aquello tan polémico que ha estado ofreciendo AMLO: la amnistía.

En muchos procesos se ha aplicado este método. Se aplicó en el caso del Apartheid de Sudáfrica y se aplica en Colombia. Sin embargo, en el caso de México existe un factor que no tenían aquellos: el hecho de que los victimarios, la mayoría integrantes del crimen organizado, difícilmente se presentarán ante el Estado a reparar el daño. Con este tema y con el de la “justicia imperfecta” culminaré estas reflexiones la próxima semana.

@RodrigoSanArce


El perdón sin olvido sólo funciona con un mínimo de justicia (II)

La semana pasada comenté que el proceso de paz de Colombia muestra que la paz es un proceso largo, requiere de la voluntad y, debo agregar, de la paciencia de muchos, y que si bien es importante el perdón, también lo es que las víctimas no olvidan si no existe un mínimo de justicia, aunque sea imperfecta. Pero, ¿qué nos dice la investigación para la paz sobre el perdón y el olvido?

En la “Enciclopedia de Paz y Conflictos” (Eirene, Granada, 2004), la especialista Marta Burguet, profesora de la Universidad de Barcelona, dice que con el perdón se puede conseguir la reconciliación, el restablecimiento de la amistad y la armonía, en suma, recobrar las relaciones perdidas por efecto de la violencia. En sus palabras:

“El perdón permite que no se perpetúe el daño sufrido, tanto si éste está orientado a los demás como a uno mismo. El perdón rompe con esa espiral de violencia que se desencadenaría con ojo por ojo y diente por diente. Además, elimina los resentimientos y hace que éstos se sanen a través del proceso [de paz]. El perdón es también una proyección hacia el futuro, liberando del hecho de aferrarse al pasado y liberando a su vez del espíritu de venganza”.

Aquí la experta catalana aborda un punto clave e invoca la posibilidad de optar por el “derecho a no tener enemigos”, el cual se logra al desechar el “ojo por ojo”, la venganza, aquella que también AMLO quiere desterrar porque a todos nos dejaría “tuertos y chimuelos”. Respecto al “olvido”, la especialista dice lo siguiente:

“Perdonar no significa olvidar. La capacidad humana de memoria impide olvidar. Podemos tratar de borrar el daño sicológico causado, el resentimiento, de tal modo que el recuerdo no afecte negativamente la percepción de uno ni de los demás. [Pero] olvidar sería una postura ingenua. Sin embargo, sin olvidar podemos perdonar, y en primer lugar perdonarnos a nosotros mismos”.

Para que exista un mínimo de justicia, la especialista propone el método de “verdad y reconciliación”, por el cual el agresor necesariamente debe reconocer el daño causado y restituir los costos de dicho daño ante las víctimas y ante el Estado, a fin de que pueda merecer el perdón y, además, para que merezca aquello tan polémico que ha estado ofreciendo AMLO: la amnistía.

En muchos procesos se ha aplicado este método. Se aplicó en el caso del Apartheid de Sudáfrica y se aplica en Colombia. Sin embargo, en el caso de México existe un factor que no tenían aquellos: el hecho de que los victimarios, la mayoría integrantes del crimen organizado, difícilmente se presentarán ante el Estado a reparar el daño. Con este tema y con el de la “justicia imperfecta” culminaré estas reflexiones la próxima semana.

@RodrigoSanArce

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