/ jueves 6 de septiembre de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia


Trascender la democracia colérica

Estas fueron las palabras del presidente de la Cámara de Diputados, el decano Porfirio Muñoz Ledo, en la instalación de la que será la histórica LXIV Legislatura federal, para reprender a los legisladores de su fracción parlamentaria (Morena) luego de las protestas y el desorden que causaron cuando hablaba la representante del PRI (Claudia Ruiz Massieu): “Moción de orden, hemos trascendido una época electoral, estamos en la hora de la reconstrucción nacional, no de una democracia colérica”.

Esta frase tiene un significado brutal. Mi interpretación es la siguiente: la oposición de la que proviene Muñoz Ledo se originó hace 31 años, cuando en 1987 él y Cuauhtémoc Cárdenas abandonaron el PRI junto con otros seguidores para formar el Frente Democrático Nacional. Prácticamente desde el inicio fue oposición de izquierda y antisistema, aunque minoritaria en medio de la aplastante hegemonía priista. Luego de la derrota del 6 de julio de 1988 sus seguidores se lanzaron a protestar por el fraude electoral. Cárdenas logró calmar los ánimos al fundar un nuevo partido: el de la Revolución Democrática (PRD) en 1989 (cuyos integrantes luego se pasaron a Morena). Y a pesar de que hicieron política por vías institucionales, muchas veces fueron relegados y reprimidos, por lo que convirtieron la protesta dentro de las instituciones en su modus vivendi (gritos, pancartas, interpelaciones, etcétera).

Existe una inmensa diferencia entre ese México ochentero en que Muñoz Ledo senador parecía una voz en el desierto interpelando al presidente de la Madrid, y el Muñoz Ledo del 1 y 3 de septiembre, representante del Poder Legislativo, que con toda su fuerza moral regañó a tres centenares de correligionarios y se comportó de forma institucional con los otros poderes de la Unón (Ejecutivo y Judicial de signo partidista diferente) en el Sexto Informe del presidente Peña. Muñoz Ledo pone así el ejemplo a morenistas, petistas y pesistas, y les espeta en la cara que ya ganaron, que ya no necesitan hacer más mitote y borlote, llevar cartulinas ni decir groserías. En suma, se adelanta a poner un “hasta aquí” (lo que aún no hace AMLO a pesar de la intensa actividad desplegada): pasemos del tiempo de la ira opositora al del gobierno responsable.

No digo que esté mal discutir, gritar y hacer ruido de forma pacífica en el Congreso, al contrario, esto es lo normal en muchos parlamentos del mundo, pero los morenistas deben controlar ya el sentido de su protesta, dejar de actuar como movimiento social opositor, saber ser buenos ganadores, respetar a las minorías y tomar el papel de gobernantes (¡ah! y expulsar a Noroña del Congreso) puesto que ahora serán los responsables mayoritarios de lo que suceda en el país.

@RodrigoSanArce


Trascender la democracia colérica

Estas fueron las palabras del presidente de la Cámara de Diputados, el decano Porfirio Muñoz Ledo, en la instalación de la que será la histórica LXIV Legislatura federal, para reprender a los legisladores de su fracción parlamentaria (Morena) luego de las protestas y el desorden que causaron cuando hablaba la representante del PRI (Claudia Ruiz Massieu): “Moción de orden, hemos trascendido una época electoral, estamos en la hora de la reconstrucción nacional, no de una democracia colérica”.

Esta frase tiene un significado brutal. Mi interpretación es la siguiente: la oposición de la que proviene Muñoz Ledo se originó hace 31 años, cuando en 1987 él y Cuauhtémoc Cárdenas abandonaron el PRI junto con otros seguidores para formar el Frente Democrático Nacional. Prácticamente desde el inicio fue oposición de izquierda y antisistema, aunque minoritaria en medio de la aplastante hegemonía priista. Luego de la derrota del 6 de julio de 1988 sus seguidores se lanzaron a protestar por el fraude electoral. Cárdenas logró calmar los ánimos al fundar un nuevo partido: el de la Revolución Democrática (PRD) en 1989 (cuyos integrantes luego se pasaron a Morena). Y a pesar de que hicieron política por vías institucionales, muchas veces fueron relegados y reprimidos, por lo que convirtieron la protesta dentro de las instituciones en su modus vivendi (gritos, pancartas, interpelaciones, etcétera).

Existe una inmensa diferencia entre ese México ochentero en que Muñoz Ledo senador parecía una voz en el desierto interpelando al presidente de la Madrid, y el Muñoz Ledo del 1 y 3 de septiembre, representante del Poder Legislativo, que con toda su fuerza moral regañó a tres centenares de correligionarios y se comportó de forma institucional con los otros poderes de la Unón (Ejecutivo y Judicial de signo partidista diferente) en el Sexto Informe del presidente Peña. Muñoz Ledo pone así el ejemplo a morenistas, petistas y pesistas, y les espeta en la cara que ya ganaron, que ya no necesitan hacer más mitote y borlote, llevar cartulinas ni decir groserías. En suma, se adelanta a poner un “hasta aquí” (lo que aún no hace AMLO a pesar de la intensa actividad desplegada): pasemos del tiempo de la ira opositora al del gobierno responsable.

No digo que esté mal discutir, gritar y hacer ruido de forma pacífica en el Congreso, al contrario, esto es lo normal en muchos parlamentos del mundo, pero los morenistas deben controlar ya el sentido de su protesta, dejar de actuar como movimiento social opositor, saber ser buenos ganadores, respetar a las minorías y tomar el papel de gobernantes (¡ah! y expulsar a Noroña del Congreso) puesto que ahora serán los responsables mayoritarios de lo que suceda en el país.

@RodrigoSanArce

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