/ viernes 5 de octubre de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia


Sí se olvida

Sorprende conocer los resultados de una encuesta elaborada por la consultora Buendía & Laredo, respecto al conocimiento que se tiene sobre el movimiento estudiantil de 1968. En el año 2008, a 40 años de la efeméride, dos de cada tres mexicanos (64%) relacionaba el 2 de octubre con el movimiento o la represión a estudiantes, lo que era claro indicador de que la fecha y el año son parte integral del imaginario político nacional. Sin embargo, diez años después, en el cincuentenario que se conmemora este 2018, el conocimiento sobre esta fecha ha disminuido 17 puntos porcentuales, de manera que poco menos de la mitad (47%) de los mexicanos recuerda el movimiento. La conclusión de la empresa es que “el 2 de octubre se está olvidando” y que, de continuar la tendencia a la baja, el evento sólo quedará en la memoria de un público especializado y en los centros de investigación.

Algo de razón tienen quienes comienzan a olvidar el movimiento del 68 o quienes, de plano, no lo han conocido y no tienen interés en hacerlo ―con todo y que estos últimos días el tema ha acaparado los medios de comunicación―, pues no solamente lo asocian con aspectos negativos y violentos, sino que, además, los jóvenes o, mejor dicho, los milennials y otras tribus de “juvennials”, no han tenido la experiencia de enfrentar gobiernos represores y coartadores de las libertades (aunque hayan conocido la acción del crimen organizado). Pero ahí precisamente reside el problema, pues podemos caer en la fatalidad de la trillada frase “un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”.

El ya ineludible pensador y escritor Enrique Krauze dice que el mayor legado del movimiento del 68 no fue la democracia sino las libertades ganadas a largo plazo por los estudiantes reprimidos (Carlos Fuentes lo explica de la siguiente manera: “el 68 fue una derrota pírrica [para los estudiantes] y una victoria aplazada [para todos los mexicanos])”, muchos de los cuales no pudieron verlas cristalizadas. De manera que la lucha por las libertades debe ser una lucha que cada generación de mexicanos debe mantener vigente y en las últimas semanas los estudiantes mexicanos han demostrado que tienen mucho potencial para llevar a cabo esta tarea.

Por ello, ante el contundente y evidente riesgo de que el 68 “sí se puede olvidar” -aún con las innumerables marchas y manifestaciones, los coloquios y conversatorios, las exposiciones artísticas y culturales realizadas en torno a este acontecimiento que es un parteaguas en la historia de México-, debemos seguir repitiendo hasta el cansancio que “no se debe olvidar” pues movimientos como el de ese año nos recuerdan que la lucha por las libertades es permanente y que se debe hacer de manera pacífica y no violenta.

@RodrigoSanArce


Sí se olvida

Sorprende conocer los resultados de una encuesta elaborada por la consultora Buendía & Laredo, respecto al conocimiento que se tiene sobre el movimiento estudiantil de 1968. En el año 2008, a 40 años de la efeméride, dos de cada tres mexicanos (64%) relacionaba el 2 de octubre con el movimiento o la represión a estudiantes, lo que era claro indicador de que la fecha y el año son parte integral del imaginario político nacional. Sin embargo, diez años después, en el cincuentenario que se conmemora este 2018, el conocimiento sobre esta fecha ha disminuido 17 puntos porcentuales, de manera que poco menos de la mitad (47%) de los mexicanos recuerda el movimiento. La conclusión de la empresa es que “el 2 de octubre se está olvidando” y que, de continuar la tendencia a la baja, el evento sólo quedará en la memoria de un público especializado y en los centros de investigación.

Algo de razón tienen quienes comienzan a olvidar el movimiento del 68 o quienes, de plano, no lo han conocido y no tienen interés en hacerlo ―con todo y que estos últimos días el tema ha acaparado los medios de comunicación―, pues no solamente lo asocian con aspectos negativos y violentos, sino que, además, los jóvenes o, mejor dicho, los milennials y otras tribus de “juvennials”, no han tenido la experiencia de enfrentar gobiernos represores y coartadores de las libertades (aunque hayan conocido la acción del crimen organizado). Pero ahí precisamente reside el problema, pues podemos caer en la fatalidad de la trillada frase “un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”.

El ya ineludible pensador y escritor Enrique Krauze dice que el mayor legado del movimiento del 68 no fue la democracia sino las libertades ganadas a largo plazo por los estudiantes reprimidos (Carlos Fuentes lo explica de la siguiente manera: “el 68 fue una derrota pírrica [para los estudiantes] y una victoria aplazada [para todos los mexicanos])”, muchos de los cuales no pudieron verlas cristalizadas. De manera que la lucha por las libertades debe ser una lucha que cada generación de mexicanos debe mantener vigente y en las últimas semanas los estudiantes mexicanos han demostrado que tienen mucho potencial para llevar a cabo esta tarea.

Por ello, ante el contundente y evidente riesgo de que el 68 “sí se puede olvidar” -aún con las innumerables marchas y manifestaciones, los coloquios y conversatorios, las exposiciones artísticas y culturales realizadas en torno a este acontecimiento que es un parteaguas en la historia de México-, debemos seguir repitiendo hasta el cansancio que “no se debe olvidar” pues movimientos como el de ese año nos recuerdan que la lucha por las libertades es permanente y que se debe hacer de manera pacífica y no violenta.

@RodrigoSanArce

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