/ jueves 5 de octubre de 2017

Hablemos de Paz y No Violencia

Hace 32 años los medios electrónicos sufrieron para dar información del sismo, mientras que los impresos debieron esperar a sus ediciones vespertinas. De forma inmediata sólo el periodista Jacobo Zabludovsky pudo hacer la crónica radiofónica del desastre gracias a que contaba con un prehistórico teléfono móvil instalado en su auto. Este 2017 no había pasado ni media hora del sismo cuando las redes ya viralizaban las primeras imágenes del desastre y pedían ayuda para los afectados, lo que demuestra la inmensa evolución de los medios en tres décadas.

Otro tema importante son las afectaciones en provincia. En 1985 hubo daños importantes en los estados de México, Tlaxcala, Hidalgo y Puebla, sin embargo este tema ha sido olvidado por los analistas. Este año el sureste del país no ha dejado de moverse desde el 7 de septiembre y aunque el sismo del 19 de alguna manera opacó la tragedia de Chiapas y Oaxaca, es justo reconocer que hoy existe mayor atención mediática y gubernamental a las afectaciones que sufrieron otras entidades. Sin embargo, como siempre, la Ciudad de México fue la más afectada, por lo que es urgente comenzar a tomar medidas para despresurizar esta metrópoli que junto con 28 municipios del Estado de México es una zona de riesgo para 22 millones de personas que ahí viven.

Por otra parte, este año nuevamente salieron a la luz las corruptelas de las constructoras que levantaron edificios en lugares donde no se podía construir o con materiales defectuosos, como también pasó hace 32 años. No obstante, y tal vez me equivoque pero creo que para algo deben haber servido los protocolos de protección civil implementados desde 1985, pues a pesar de todo, en la tragedia de este año murió menos del 4% de las personas que se estima murieron en el terremoto del 85 (370 contra 10 mil).

La solidaridad internacional también se hizo presente en ambos sismos. En 1985 vinieron rescatistas de Francia y España. Y en este 2017 vinieron rescatistas de 23 países, de lugares tan distantes como China, Emiratos Árabes, Israel, Japón, Corea del Sur y Turquía; de Europa: Alemania, España, Rusia, el Vaticano y Suiza; de Latinoamérica y Centroamérica: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Panamá, Perú y Venezuela; así como de Canadá y Estados Unidos.

Tampoco ha faltado la presencia de animales. En 1985 un perro francés y un “topo” humano apodado la “pulga” salvaron vidas mexicanas. En este 2017 han sido decenas de perros adiestrados, tanto nacionales como extranjeros, los que junto a voluntarios e integrantes de las corporaciones han rescatado humanos, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y solidaridad la perrita labradora Frida (“Marina-Chan” para los japoneses) perteneciente a la Armada de México y que fue la sensación ataviada con gogles y botas para cojinetes. Fue asombroso también que de entre los escombros se rescataran no sólo mascotas como perros y gatos, también alguna tortuga y hasta un perico.

Y no podía faltar el toque mexicano, pues a las donaciones de herramientas, alimentos, artículos de limpieza y medicinas, no faltó el buen mexicano que donó tamales, atole, tortas, taquitos al pastor y refrescos para los voluntarios. Pero son los jóvenes, adolescentes y veinteañeros quienes se llevan las palmas, pues demostraron que, más allá de las pantallas de sus celulares, se interesan por ser solidarios.

rodrigo.pynv@hotmail.com

Hace 32 años los medios electrónicos sufrieron para dar información del sismo, mientras que los impresos debieron esperar a sus ediciones vespertinas. De forma inmediata sólo el periodista Jacobo Zabludovsky pudo hacer la crónica radiofónica del desastre gracias a que contaba con un prehistórico teléfono móvil instalado en su auto. Este 2017 no había pasado ni media hora del sismo cuando las redes ya viralizaban las primeras imágenes del desastre y pedían ayuda para los afectados, lo que demuestra la inmensa evolución de los medios en tres décadas.

Otro tema importante son las afectaciones en provincia. En 1985 hubo daños importantes en los estados de México, Tlaxcala, Hidalgo y Puebla, sin embargo este tema ha sido olvidado por los analistas. Este año el sureste del país no ha dejado de moverse desde el 7 de septiembre y aunque el sismo del 19 de alguna manera opacó la tragedia de Chiapas y Oaxaca, es justo reconocer que hoy existe mayor atención mediática y gubernamental a las afectaciones que sufrieron otras entidades. Sin embargo, como siempre, la Ciudad de México fue la más afectada, por lo que es urgente comenzar a tomar medidas para despresurizar esta metrópoli que junto con 28 municipios del Estado de México es una zona de riesgo para 22 millones de personas que ahí viven.

Por otra parte, este año nuevamente salieron a la luz las corruptelas de las constructoras que levantaron edificios en lugares donde no se podía construir o con materiales defectuosos, como también pasó hace 32 años. No obstante, y tal vez me equivoque pero creo que para algo deben haber servido los protocolos de protección civil implementados desde 1985, pues a pesar de todo, en la tragedia de este año murió menos del 4% de las personas que se estima murieron en el terremoto del 85 (370 contra 10 mil).

La solidaridad internacional también se hizo presente en ambos sismos. En 1985 vinieron rescatistas de Francia y España. Y en este 2017 vinieron rescatistas de 23 países, de lugares tan distantes como China, Emiratos Árabes, Israel, Japón, Corea del Sur y Turquía; de Europa: Alemania, España, Rusia, el Vaticano y Suiza; de Latinoamérica y Centroamérica: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Panamá, Perú y Venezuela; así como de Canadá y Estados Unidos.

Tampoco ha faltado la presencia de animales. En 1985 un perro francés y un “topo” humano apodado la “pulga” salvaron vidas mexicanas. En este 2017 han sido decenas de perros adiestrados, tanto nacionales como extranjeros, los que junto a voluntarios e integrantes de las corporaciones han rescatado humanos, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y solidaridad la perrita labradora Frida (“Marina-Chan” para los japoneses) perteneciente a la Armada de México y que fue la sensación ataviada con gogles y botas para cojinetes. Fue asombroso también que de entre los escombros se rescataran no sólo mascotas como perros y gatos, también alguna tortuga y hasta un perico.

Y no podía faltar el toque mexicano, pues a las donaciones de herramientas, alimentos, artículos de limpieza y medicinas, no faltó el buen mexicano que donó tamales, atole, tortas, taquitos al pastor y refrescos para los voluntarios. Pero son los jóvenes, adolescentes y veinteañeros quienes se llevan las palmas, pues demostraron que, más allá de las pantallas de sus celulares, se interesan por ser solidarios.

rodrigo.pynv@hotmail.com

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