/ jueves 30 de mayo de 2019

Hablemos de Paz y No Violencia


¿Es más viable el fin del mundo que el fin del capitalismo?

Han pasado tres años y medio desde la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático (COP21) en diciembre de 2015, el cual fijó la meta de que a fin de siglo la temperatura media del planeta aumente de 1.5 a 2 grados, cuando mucho, respecto al nivel de la era preindustrial. Para lograrlo, 186países, incluido México, presentaron planes a fin de reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Hoy nadie parece acordarse del COP21 y sale muy caro virar hacia la descarbonización de la economía: la Unión Europea estima que serán necesarios 200 mil millones de dólares anuales hasta 2030 para lograrlo.

Lo anterior, por supuesto, hace ojitos a los empresarios. Las farmacéuticas, por ejemplo, asocian el desastre climático a un mayor riesgo de diabetes por menor actividad física, así como a las enfermedades tropicales transmitidas por el agua, lo cual incrementaría la demanda de medicamentos para tratar estos males. Las telefónicas también se frotan las manos: a medida que la gente experimente mayores trastornos climáticos se pegará más al celular para mantener contacto con sus seres queridos. A las empresas marítimas rusas no les importa el deshielo del Ártico pues este abrirá nuevas rutas comerciales, antes imposibles de transitar, que facilitarán el flujo de la marina mercante.

Viendo estos ejemplos podemos pensar que a los empresarios no les importa cargarse al planeta mientras sigan teniendo ganancias. Por fortuna no todos piensan igual y comienzan a dar marcha atrás en prácticas nocivas para el ambiente, aunque solo sea por mantener sus negocios y no por un verdadero espíritu ecologista.

Disney, por ejemplo, teme que haga demasiado calor y la gente deje de visitar sus parques. El calor también afectaría destinos playeros y los turistas optarían por zonas más elevadas. AT&T teme que los incendios forestales y huracanes inutilicen las antenas de telefonía. Coca-Cola calcula si seguirá habiendo suficiente agua para embotellar refrescos y se preocupa por utilizar menos Pet. Agrícolas como Ebro Foods y Henk Hobelink analizan la forma de reducir el consumo de agua de riego.Barclays propone incluir aditivos en alimentos de vacas para que expulsen menos metano. La mayoría de automotrices ven al eléctrico o al híbrido como carros del futuro. Algunos estados y ciudades de EEUU demandan a las petroleras por contaminar.

Según Morgan Stanley, los costos y pérdidas asociados al calentamiento global ascienden a 650 mil millones de dólares. Así que salvar al planeta va de la mano con salvar al capitalismo pues sólo salvar a éste no servirá de nada.Pero el tiempo se acaba: los expertos dicen que tenemos 12 años antes del desastre. Otros no son tan optimistas.

@RodrigoSanArce


¿Es más viable el fin del mundo que el fin del capitalismo?

Han pasado tres años y medio desde la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático (COP21) en diciembre de 2015, el cual fijó la meta de que a fin de siglo la temperatura media del planeta aumente de 1.5 a 2 grados, cuando mucho, respecto al nivel de la era preindustrial. Para lograrlo, 186países, incluido México, presentaron planes a fin de reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Hoy nadie parece acordarse del COP21 y sale muy caro virar hacia la descarbonización de la economía: la Unión Europea estima que serán necesarios 200 mil millones de dólares anuales hasta 2030 para lograrlo.

Lo anterior, por supuesto, hace ojitos a los empresarios. Las farmacéuticas, por ejemplo, asocian el desastre climático a un mayor riesgo de diabetes por menor actividad física, así como a las enfermedades tropicales transmitidas por el agua, lo cual incrementaría la demanda de medicamentos para tratar estos males. Las telefónicas también se frotan las manos: a medida que la gente experimente mayores trastornos climáticos se pegará más al celular para mantener contacto con sus seres queridos. A las empresas marítimas rusas no les importa el deshielo del Ártico pues este abrirá nuevas rutas comerciales, antes imposibles de transitar, que facilitarán el flujo de la marina mercante.

Viendo estos ejemplos podemos pensar que a los empresarios no les importa cargarse al planeta mientras sigan teniendo ganancias. Por fortuna no todos piensan igual y comienzan a dar marcha atrás en prácticas nocivas para el ambiente, aunque solo sea por mantener sus negocios y no por un verdadero espíritu ecologista.

Disney, por ejemplo, teme que haga demasiado calor y la gente deje de visitar sus parques. El calor también afectaría destinos playeros y los turistas optarían por zonas más elevadas. AT&T teme que los incendios forestales y huracanes inutilicen las antenas de telefonía. Coca-Cola calcula si seguirá habiendo suficiente agua para embotellar refrescos y se preocupa por utilizar menos Pet. Agrícolas como Ebro Foods y Henk Hobelink analizan la forma de reducir el consumo de agua de riego.Barclays propone incluir aditivos en alimentos de vacas para que expulsen menos metano. La mayoría de automotrices ven al eléctrico o al híbrido como carros del futuro. Algunos estados y ciudades de EEUU demandan a las petroleras por contaminar.

Según Morgan Stanley, los costos y pérdidas asociados al calentamiento global ascienden a 650 mil millones de dólares. Así que salvar al planeta va de la mano con salvar al capitalismo pues sólo salvar a éste no servirá de nada.Pero el tiempo se acaba: los expertos dicen que tenemos 12 años antes del desastre. Otros no son tan optimistas.

@RodrigoSanArce

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