No quiero terminar el año sin referirme al aniversario de dos personajes que merecen ser inmortalizados: uno de ellos es gringo (aunque en estos tiempos sea políticamente incorrecto ensalzar a un gringo), y el otro mexicano, ambos del siglo XIX: Henry David Thoreau y Mariano Otero.
1. Este año se cumplió el bicentenario del nacimiento de Thoreau, escritor y poeta nacido en Concord, Massachusetts, el 12 de julio de 1817. Practicó el ascetismo (estilo de vida sencillo y austero), fue filósofo de la naturaleza y trascendentalista que creía en alcanzar una elevada actitud moral; además de pensador liberal, anarquista y crítico de la industrialización. Me interesa resaltar un capítulo de su vida: cuando desobedeció la ley por no estar de acuerdo con la invasión norteamericana a México. En julio de 1845, con el deseo profundo de cambiar y mejorar su vida, se fue al bosque a vivir solo durante un par de años. Tiempo después recibió la visita de un recaudador de impuestos que le exigió el pago de seis años de contribuciones atrasadas, a lo que se rehusó por completo y por ello pasó una noche en la cárcel. Tuvo una justificación doble: en primer lugar, demostrar que no apoyaba ni reconocía a un gobierno que mantenía el esclavismo como institución y, en segundo lugar, que por ningún motivo financiaría la invasión a nuestro país. Este es considerado el nacimiento de la “desobediencia civil”, cuyas ideas dejó plasmadas precisamente en un libro del mismo nombre. Thoreau merece tener un monumento en México.
2. También se conmemoró el bicentenario del natalicio de Mariano Otero, el 5 de febrero de 1817 en Guadalajara, Jalisco. Jurista y político, fue diputado en el Congreso de 1842, disuelto de manera violenta por Antonio López de Santa Anna, siendo por ello encarcelado. Con esta experiencia, Otero se propuso crear un mecanismo o acción judicial por la cual una persona afectada puede defender sus derechos y garantías contra los actos arbitrarios u omisiones de las autoridades. Es así como a Otero (junto con Manuel Crescencio Rejón) se le atribuye la paternidad del juicio de amparo en México. Además, en 1847 se opuso a la firma de los Tratados Guadalupe-Hidalgo que cedieron más de la mitad de territorio mexicano a los Estados Unidos; no estaba en contra de la paz, estaba en desacuerdo con un tratado injusto para nuestro país, actitud tan necesaria en nuestros tiempos ante los embates de Donald Trump. Por todo ello Otero merece ser más reconocido por los mexicanos de hoy.
Antimonumento: mucho más reconocido es don Fidel Velázquez, líder sindical que en este 2017 cumplió 20 años de fallecido. Personaje sin duda interesante, pilar del sistema político mexicano posrevolucionario, durante 53 años dirigió la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y precisamente por ello Fidel Velázquez representa aquellas prácticas que por mucho tiempo impidieron (y lo siguen haciendo) la consolidación de la democracia en nuestro país, especialmente el clientelismo y el corporativismo. Las estatuas que existen de él podrían ser declaradas monumentos antidemoráticos.
Nota de paz: el 2017 fue un año muy complicado para todos y será considerado el más violento de nuestro historia reciente. Disculparán mi pesimismo, pero no veo que el 2018 tenga mejor pinta. Aún así deseo que todos tengamos un año 2018 lleno de paz y no violencia…
rodrigo.pynv@hotmail.com