/ jueves 15 de febrero de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia

Me enamoro de mis selfies o el Narciso digital


En abril de 2017, la profesora Sarah Diefenbach de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, lideró un estudio cuyo resultado fue que 82% de los entrevistados disfruta publicar fotos en redes, pero no les gusta en absoluto ver imágenes que no sean suyas, comportamiento al que llamó la “paradoja del selfie”. Dicho de otra manera, a nadie le interesan las selfies que tú publicas, sólo a ti mismo, a pesar de los likes que recibas. En cualquier caso, esto refleja un fenómeno creciente en los últimos tiempos: el narcisismo.

Con el fin de las ideologías en el siglo XX murieron (o al menos se aletargaron) Marx, Keynes y hasta Dios. Pero en este siglo, Io que queda con toda su fuerza es el “Yo”. El mito del Narciso cobra inusitada vigencia en esta era digital y cada vez más afloran las cualidades del desorden narcisista: necesidad de admiración, sentimiento de superioridad, falta de empatía. Tal vez la baja en los índices de natalidad ha hecho que seamos educados como si fuéramos seres únicos en el mundo. Para los especialistas esto se observa en el consumo voraz, la creciente demanda de cirugías estéticas, la búsqueda de fama a cualquier precio y, sobre todo, la autopromoción en redes sociales.

Se estima que a diario se suben a Instagram más de 80 millones de selfies que reciben más de 3 mil millones de likes: “yo con mi amiga”, “yo comiendo”, “yo en la fiesta”, “yo deportista”, “yo haciendo cosas divertidas” o simplemente “yo”. Lo anterior se traduce en jóvenes exhibicionistas que exigen reconocimiento pero no aceptan sus mentiras o errores, tienen terror de no ser el centro de atención y son desgraciados si no reciben likes.

Esta situación también se refleja en política. El individualismo tiene efectos positivos observables en aquellos países que respetan y garantizan los derechos de las personas y ello se traduce en mayor bienestar humano y desarrollo económico (por ejemplo en países escandinavos como Noruega, Dinamarca y Finlandia). Pero el individualismo también tiene su lado negativo: el narcisismo político. Esto se observa, por un lado, en que los ciudadanos cada vez lo somos menos al descuidar nuestras responsabilidades cívicas y las que tenemos con la comunidad en la que nos desenvolvemos; por otro, en el ascenso de líderes megalómanos, ya no en países autoritarios como China, sino en aquellos que han sido modelos democráticos, como Estados Unidos.

Hay quien piensa que este problema no es nuevo y que ha existido siempre. Tiene razón. Lo cierto es que está creciendo dada la posibilidad de difusión que las redes ofrecen al ego y por ello los especialistas concuerdan que, en todo caso, hay que huir de los narcisos digitales cuya vida gira en torno a sus selfies.


rodrigo.pynv@hotmail.com

Me enamoro de mis selfies o el Narciso digital


En abril de 2017, la profesora Sarah Diefenbach de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, lideró un estudio cuyo resultado fue que 82% de los entrevistados disfruta publicar fotos en redes, pero no les gusta en absoluto ver imágenes que no sean suyas, comportamiento al que llamó la “paradoja del selfie”. Dicho de otra manera, a nadie le interesan las selfies que tú publicas, sólo a ti mismo, a pesar de los likes que recibas. En cualquier caso, esto refleja un fenómeno creciente en los últimos tiempos: el narcisismo.

Con el fin de las ideologías en el siglo XX murieron (o al menos se aletargaron) Marx, Keynes y hasta Dios. Pero en este siglo, Io que queda con toda su fuerza es el “Yo”. El mito del Narciso cobra inusitada vigencia en esta era digital y cada vez más afloran las cualidades del desorden narcisista: necesidad de admiración, sentimiento de superioridad, falta de empatía. Tal vez la baja en los índices de natalidad ha hecho que seamos educados como si fuéramos seres únicos en el mundo. Para los especialistas esto se observa en el consumo voraz, la creciente demanda de cirugías estéticas, la búsqueda de fama a cualquier precio y, sobre todo, la autopromoción en redes sociales.

Se estima que a diario se suben a Instagram más de 80 millones de selfies que reciben más de 3 mil millones de likes: “yo con mi amiga”, “yo comiendo”, “yo en la fiesta”, “yo deportista”, “yo haciendo cosas divertidas” o simplemente “yo”. Lo anterior se traduce en jóvenes exhibicionistas que exigen reconocimiento pero no aceptan sus mentiras o errores, tienen terror de no ser el centro de atención y son desgraciados si no reciben likes.

Esta situación también se refleja en política. El individualismo tiene efectos positivos observables en aquellos países que respetan y garantizan los derechos de las personas y ello se traduce en mayor bienestar humano y desarrollo económico (por ejemplo en países escandinavos como Noruega, Dinamarca y Finlandia). Pero el individualismo también tiene su lado negativo: el narcisismo político. Esto se observa, por un lado, en que los ciudadanos cada vez lo somos menos al descuidar nuestras responsabilidades cívicas y las que tenemos con la comunidad en la que nos desenvolvemos; por otro, en el ascenso de líderes megalómanos, ya no en países autoritarios como China, sino en aquellos que han sido modelos democráticos, como Estados Unidos.

Hay quien piensa que este problema no es nuevo y que ha existido siempre. Tiene razón. Lo cierto es que está creciendo dada la posibilidad de difusión que las redes ofrecen al ego y por ello los especialistas concuerdan que, en todo caso, hay que huir de los narcisos digitales cuya vida gira en torno a sus selfies.


rodrigo.pynv@hotmail.com

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