/ jueves 22 de agosto de 2019

Hablemos de paz y No Violencia / Defensa del movimiento feminista


¿Fueron integrantes del movimiento feminista quienes el pasado fin de semana provocaron violencia, pinta y grafiteo de monumentos, cristales rotos y otro tipo de desmanes? Por supuesto que no. Las verdaderas feministas sostienen un movimiento pacífico y sus demandas son legítimas. Nadie me quita de la mente el hecho de que hubo mujeres infiltradas por grupos políticos con el interés de deslegitimar las protestas. ¿O cómo explicar el hecho de que deliberadamente un hombre provocara violencia al golpear a un reportero de televisión?

No es la primera vez que se manifiesta el movimiento feminista en México y no es la primera vez que es criticado y repudiado. En el lapso de un siglo, de 1910 a la fecha, se pueden ubicar dos periodos de tiempo en que las demandas de las mujeres se hicieron presentes, aunque los motivos fueron diferentes. El primero va de 1910, año en que las féminas se comienzan a organizar en clubes políticos antireeleccionistas y luego constitucionalistas, incluso con las armas en la mano, y culmina al finalizar la década de 1950, luego de que en 1953 se les otorgó derecho a voto en elecciones federales y presidenciales.

El segundo va de la convulsa década de los 60 a nuestros días. En este surge el movimiento de la Nueva Ola, Segunda Ola o Neofeminismo mexicano, cuyo eje es la defensa integral de los derechos humanos de las mujeres, en especial el derecho a disponer de su propio cuerpo sin intervenciones externas. Es una explosión de movimientos feministas que van de la exigencia de emancipación en todos los aspectos (político, económico, social, cultural, tecnológico) a la exigencia de derechos como la salud, reproducción elegida y aborto; igualdad profesional y salarial (romper el “techo de cristal”); rechazo a la discriminación sexista, la violencia machista, el feminicidio y las violaciones; atención integral a la salud; derecho a un medio ambiente sano y a preservar las identidades indígenas; a la equidad en el acceso a cargos de elección popular y puestos de la función pública; y el respeto a las identidades sexuales lésbicas y gays.

La diferencia de esta última manifestación con otras de los últimos años es que por fin las mujeres están mostrando su ira en las calles, lo cual ha sido satanizado por una opinión pública que irradia sexismo. Jesús Silva-Herzog Márquez se pregunta si “¿Habría que esperar reclamos suaves?” de las mexicanas violentadas y se burla de esa opinión pública al dar voz a esas mujeres: “No queremos molestar, pero… si no es mucha molestia, preferiríamos que no nos mataran”. Por ello creo que vale más un monumento pintarrajeado que una familia en duelo. Por ello, respecto a las manifestantes del fin de semana: #EllasMeRepresentan.

rodrigo.pynv@hotmail.com;

@RodrigoSanArce


¿Fueron integrantes del movimiento feminista quienes el pasado fin de semana provocaron violencia, pinta y grafiteo de monumentos, cristales rotos y otro tipo de desmanes? Por supuesto que no. Las verdaderas feministas sostienen un movimiento pacífico y sus demandas son legítimas. Nadie me quita de la mente el hecho de que hubo mujeres infiltradas por grupos políticos con el interés de deslegitimar las protestas. ¿O cómo explicar el hecho de que deliberadamente un hombre provocara violencia al golpear a un reportero de televisión?

No es la primera vez que se manifiesta el movimiento feminista en México y no es la primera vez que es criticado y repudiado. En el lapso de un siglo, de 1910 a la fecha, se pueden ubicar dos periodos de tiempo en que las demandas de las mujeres se hicieron presentes, aunque los motivos fueron diferentes. El primero va de 1910, año en que las féminas se comienzan a organizar en clubes políticos antireeleccionistas y luego constitucionalistas, incluso con las armas en la mano, y culmina al finalizar la década de 1950, luego de que en 1953 se les otorgó derecho a voto en elecciones federales y presidenciales.

El segundo va de la convulsa década de los 60 a nuestros días. En este surge el movimiento de la Nueva Ola, Segunda Ola o Neofeminismo mexicano, cuyo eje es la defensa integral de los derechos humanos de las mujeres, en especial el derecho a disponer de su propio cuerpo sin intervenciones externas. Es una explosión de movimientos feministas que van de la exigencia de emancipación en todos los aspectos (político, económico, social, cultural, tecnológico) a la exigencia de derechos como la salud, reproducción elegida y aborto; igualdad profesional y salarial (romper el “techo de cristal”); rechazo a la discriminación sexista, la violencia machista, el feminicidio y las violaciones; atención integral a la salud; derecho a un medio ambiente sano y a preservar las identidades indígenas; a la equidad en el acceso a cargos de elección popular y puestos de la función pública; y el respeto a las identidades sexuales lésbicas y gays.

La diferencia de esta última manifestación con otras de los últimos años es que por fin las mujeres están mostrando su ira en las calles, lo cual ha sido satanizado por una opinión pública que irradia sexismo. Jesús Silva-Herzog Márquez se pregunta si “¿Habría que esperar reclamos suaves?” de las mexicanas violentadas y se burla de esa opinión pública al dar voz a esas mujeres: “No queremos molestar, pero… si no es mucha molestia, preferiríamos que no nos mataran”. Por ello creo que vale más un monumento pintarrajeado que una familia en duelo. Por ello, respecto a las manifestantes del fin de semana: #EllasMeRepresentan.

rodrigo.pynv@hotmail.com;

@RodrigoSanArce

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