Ninguna de las grandes revoluciones armadas del mundo en el siglo XX se dio en países con regímenes democráticos. Por sólo mencionar las más conocidas:
-La primera, la revolución mexicana iniciada el 20 de noviembre de 1910, fue una respuesta a la dictadura porfirista de más de 30 años de un hombre que cerró las puertas a la participación política y se reeligió 7 veces.
-Le siguió la revolución china de 1911 que acabó con la dinastía imperial (Qing) y dio paso a la república del Kuomintang. China volvió a tener revolución en 1948, misma que derrocó al autócrata nacionalista Chiang Kai-shek.
-La revolución rusa de Lenin, de octubre 1917, cimbró al mundo y estableció el comunismo totalitario a través del gobierno de los soviéticos en las 15 repúblicas que integraron la URSS y en varios países de Europa del Este.
-En América Latina las revoluciones cubana (1959) y sandinista en Nicaragua (1979) derrocaron a los dictadores Fulgencio Batista y Anastacio Somoza, respectivamente.
-En 1979 la revolución islámica de los Ayatolás iranís depuso al Sha Mohamed Reza Pahlevi, autócrata que llevaba 38 años en el poder.
Esto no significa que los gobiernos emanados de dichas revoluciones hubieran sido democráticos. México tuvo un gobierno posrevolucionario autoritario que duró 70 años; en China gobernó el autócrata Mao Tse-tung casi tres décadas y hoy tiene un régimen capitalista de Estado; en Rusia se consolidó la dictadura estalinista, aún con los sucesores de Stalin, y hoy vive una autocracia con Vladimir Putin; en Cuba gobierna el castrismo desde hace 61 años y en Nicaragua el sandinismo derivó en la dictadura de Daniel Ortega; el régimen de los Ayatolás celebra elecciones pero los derechos y libertades fundamentales están restringidos, especialmente para mujeres.
Más aún, durante el siglo XX ningún país democrático hizo la guerra a otro país democrático. En Europa, durante las guerras mundiales, los países aliados Estados Unidos, Inglaterra y Francia, debieron hacer la guerra a países con regímenes fascistas como Alemania e Italia y a imperios como el turco-otomano y japonés. Cierto es que durante la Guerra Fría las democracias occidentales cometieron atrocidades al combatir el comunismo y al intervenir en países fuera de su área de influencia, pero eso es motivo de otro artículo.
En todo caso, lo que quiero decir es que la democracia puede ser un aliciente para desincentivar revoluciones internas, guerras civiles y hostilidades con otros países democráticos. Ese es el reto que los mexicanos tenemos para este siglo: evitar nuevos conflictos armados ocasionados por tentaciones autoritarias renovadas. Esa lección debemos aprender al conmemorar el 109 aniversario de nuestra revolución.
rodrigo.pynv@hotmail.com; Facebook: Rodrigo Sánchez; Twitter: @RodrigoSanArce