El fenómeno sólo lo habíamos visto en Estados Unidos. Eso de que niñas, niños y adolescentes tomen armas, se vistan de manera especial y vayan a sus escuelas a disparar a profesores y compañeros, sólo lo habíamos escuchado de lugares como Virginia Beach, El Paso, Sandy Hook, Las Vegas, Dayton, Jersey City, por sólo mencionar los casos más recientes de entre los más de 2 mil ocurridos en las últimas décadas desde Columbine.
Si la memoria no me falla, en México entre los años 2014 y 2017 ocurrieron cinco tiroteos escolares: en una secundaria de Atizapán de Zaragoza (2014), otra secundaria en Jiutepec, Morelos (2015), un Conalep de la CDMX y una Telesecundaria de Chietla, Puebla (2016). El último tiroteo había sido en enero 2017 dentro del Colegio Americano de Monterrey, cuando un estudiante de secundaria de 16 años disparó con un revólver calibre 22, dentro del salón de clase, a su maestra, quien falleció; a cinco compañeros, a los que hirió; y a él mismo, quien también murió.
Ahora todos pudimos ver con terror y alarma el tiroteo hecho por un alumno de primaria de 11 años, del colegio Cervantes de Torreón, con dos armas calibre 22 y 40, quien mató a su profesora, hirió a otros seis, incluido un profesor y cinco compañeros, y luego se suicidó.
Esta tragedia tiene en estado de confusión a todo el país. ¿Qué pudo llevar a un chico de 11 años a disparar un arma en su escuela? ¿Tenía problemas psicológicos? Las primeras explicaciones, que también son las más absurdas, las ofreció el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme, quien dijo que el niño actuó bajo la influencia de un videojuego: Natural Selection, cuyo nombre estaba impreso en su playera.
Está demostrado que las películas y videojuegos no tienen relación directa con las tasas de homicidios o la delincuencia juvenil. La autoridad que sostenga esa versión demuestra ignorancia. Podrán, en algunos casos, influir en cierto tipo de criminales, pero si en México hay más de 30 mil muertos al año, seguro no es porque vean la TV y disparen armas virtuales.
Lo que sí está demostrado es que los civiles que tienen a su disposición armas las usan y ya, el problema es que al no tener entrenamiento especial se vuelven más peligrosas y si son niños quienes acceden a ellas, la cosa se vuelve más trágica. Eso es lo que pasa en Estados Unidos. Eso es lo que pasa cada vez más en México, a pesar de que existen leyes más estrictas para su control. Debemos tomar conciencia del hecho de que, en un contexto de creciente inseguridad e impunidad, se facilita la adquisición de armas ilegales y quien no era delincuente puede convertirse en uno de un momento a otro, como el chico de Torreón que simplemente tomó las armas de su abuelo y las usó.
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