/ jueves 19 de abril de 2018

Imagogenia


Salud pública un tema de imagen

Esta semana me vi en la penosa necesidad de hacer uso por segunda ocasión de los servicios del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM) y debo decir que este Instituto tiene varios puntos de mejora.

Ingresamos a mi abuela de 80 años al Centro Médico, el pasado viernes, principalmente por problemas respiratorios, siendo honesta la amabilidad de todo el personal es impresionante no pongo en duda la capacidad y la entrega de cada uno de los doctores y enfermeras que en esta ocasión han atendido el caso de mi abuela; sin embargo lo que llamó mi atención es que a diferencia de la ocasión anterior que hicimos uso de sus servicios –cuando a mi papá le dio el segundo infarto- los médicos se han mostrado distantes y cautelosos, y las enfermeras no meten las manos ni para apoyar en colocar un cómodo al enfermo postrado en una cama. Mal servicio que derive en mala imagen, no lo creo.

Esto lo achaco a la presión de percepción que tiene el gremio y todo parece indicar que se debe no sólo a la carencia de recursos con los que operan las corporaciones de salud pública derivado del actual proceso electoral, sino también por el reciente escándalo del doctor Luis Pérez Méndez, quien enfrenta un proceso penal por el homicidio doloso del paciente Edward de tres años de edad. Y ¿por qué este caso de un médico de Oaxaca podría repercutir en la labor de los médicos de todo el país? Sencillamente porque sienta un precedente de los problemas legales que podrían enfrentar en un futuro todos los médicos del país, y así parece que tanto médicos como enfermeras están empezando a remojar sus barbas con la llamada “criminalización de los médicos”. En sí, el problema es complejo pues el médico sustenta sus argumentos en su labor por salvaguardar la vida y el paciente en una irresponsabilidad del médico, y al final ¿quién es culpable?

Mas esto no es el centro de las problemáticas, mientras uno deambula en el lugar a la espera de la guardia correspondiente o de los resultados de un estudio pregunta, indaga sobre lo que hace la gente ahí y para mi sorpresa –no tan sorpresa porque el tema no es nuevo- encontré a varios usuarios de farmacia del ISSEMyM molestos porque algunos llevan meses sin tener acceso a los medicamentos que les recetan sus médicos, vamos me topé con casos de desabasto de insulina o hasta medicamento para el dolor. La molestia del usuario es genuina y está fundamentada, lo triste del asunto es que no sólo el encargado de farmacia carga con la frustración de todos los usuarios que visitan el Instituto por segunda, tercera o cuarta ocasión y no encuentran el medicamento que ne-ce-si-tan, sino que derivado de este punto en el flujo de atención al usuario se echa a perder la buena imagen que da, en materia de servicio, el personal de seguridad, administrativo, médico y de enfermería.


Salud pública un tema de imagen

Esta semana me vi en la penosa necesidad de hacer uso por segunda ocasión de los servicios del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM) y debo decir que este Instituto tiene varios puntos de mejora.

Ingresamos a mi abuela de 80 años al Centro Médico, el pasado viernes, principalmente por problemas respiratorios, siendo honesta la amabilidad de todo el personal es impresionante no pongo en duda la capacidad y la entrega de cada uno de los doctores y enfermeras que en esta ocasión han atendido el caso de mi abuela; sin embargo lo que llamó mi atención es que a diferencia de la ocasión anterior que hicimos uso de sus servicios –cuando a mi papá le dio el segundo infarto- los médicos se han mostrado distantes y cautelosos, y las enfermeras no meten las manos ni para apoyar en colocar un cómodo al enfermo postrado en una cama. Mal servicio que derive en mala imagen, no lo creo.

Esto lo achaco a la presión de percepción que tiene el gremio y todo parece indicar que se debe no sólo a la carencia de recursos con los que operan las corporaciones de salud pública derivado del actual proceso electoral, sino también por el reciente escándalo del doctor Luis Pérez Méndez, quien enfrenta un proceso penal por el homicidio doloso del paciente Edward de tres años de edad. Y ¿por qué este caso de un médico de Oaxaca podría repercutir en la labor de los médicos de todo el país? Sencillamente porque sienta un precedente de los problemas legales que podrían enfrentar en un futuro todos los médicos del país, y así parece que tanto médicos como enfermeras están empezando a remojar sus barbas con la llamada “criminalización de los médicos”. En sí, el problema es complejo pues el médico sustenta sus argumentos en su labor por salvaguardar la vida y el paciente en una irresponsabilidad del médico, y al final ¿quién es culpable?

Mas esto no es el centro de las problemáticas, mientras uno deambula en el lugar a la espera de la guardia correspondiente o de los resultados de un estudio pregunta, indaga sobre lo que hace la gente ahí y para mi sorpresa –no tan sorpresa porque el tema no es nuevo- encontré a varios usuarios de farmacia del ISSEMyM molestos porque algunos llevan meses sin tener acceso a los medicamentos que les recetan sus médicos, vamos me topé con casos de desabasto de insulina o hasta medicamento para el dolor. La molestia del usuario es genuina y está fundamentada, lo triste del asunto es que no sólo el encargado de farmacia carga con la frustración de todos los usuarios que visitan el Instituto por segunda, tercera o cuarta ocasión y no encuentran el medicamento que ne-ce-si-tan, sino que derivado de este punto en el flujo de atención al usuario se echa a perder la buena imagen que da, en materia de servicio, el personal de seguridad, administrativo, médico y de enfermería.